viernes, 30 de marzo de 2012

GRAN APAGÓN MUNDIAL EL 31 DE MARZO, ¿QUE ESTAS DISPUESTO A HACER PARA SALVAR EL PLANETA?

Anuncios, campañas informativas o incluso comentarios con amigos o compañeros de trabajo sobre el gran apagón mundial que tendrá lugar el próximo sábado 31 de marzo de este 2012 entre las 20:30 y las 21:30 y la pregunta que ha lanzado la ONG WWF "¿Qué estás dispuesto a hacer para salvar el planeta?" me hicieron pensar en lo dependientes que somos de la electricidad. 

Desde que nos levantamos, sonando el despertador o con la alarma del móvil, hasta que nos vamos a domir, cepillándonos los dientes con el cepillo eléctrico o viendo la tele para dormirnos, estamos completamente enchufados. ¿Realmente es tan imprescindible?

El problema es que hemos hecho que si que lo sea. No sabríamos vivir sin todas esas cosas. Imagínate vivir sin móvil, sin ordenador, sin cámara de fotos, sin microondas, sin televisión, sin consola, sin la propia luz de nuestras casas...Hoy por hoy, imposible.

Yo no soy la típica extremista que piensa que si todo eso no existiera seríamos mucho mas felices además de no dañar tanto el planeta porque soy consciente que nos hace la vida mucho mas fácil, y hablo de usar el móvil para comunicarte con los tuyos, usar un calefactor cuando hace frío, la radio para informarte de las noticias o incluso cosas mucho mas importantes donde es fundamental como en medicina.

Eso no quita que si que hay veces que cuando se me acaba la batería del móvil o se me olvida o cuando estas en el campo o en la playa sin ningún aparato cerca, me siento libre. ¿No te ha pasado eso alguna vez? Es como si no estuvieras atado a algo, o como te dieras cuenta de que, aunque no tengas esas cosas que creemos necesitar, hay muchas otras que son muy interesantes, divertidas o que simplemente te hacen sentir mas cerca de lo natural o incluso mas cerca de las personas que te rodean.

Cuando la primavera pasada estuve en Lancaste, una de las ciudades Amish mas conocidas de los Estados Unidos y vimos como vivían sin todas esas cosas y que, aunque parezca increíble, no solo sobrevivían sin ello si no que además sabían divertirse y parecían felices. Esos días que pasamos allí quisimos vivir un poco, está claro que no tanto como ellos, como lo hacen los amish, mínima electridad, ocio natural, nada de tele, móvil o internet y la verdad es que nos gusto mucho y nos lo pasamos genial. después volvimos a la realidad, nada mas ni nada menos que a nuestras vidas en Nueva York, lo mas opuesto que pueda haber.

Con esta idea, se invita a que la gente entre las 20:30 y las 21:30 apague todos sus aparatos como símbolo. Está claro que no es suficiente pero si que opino que con pequeñas acciones como esta se pueden conseguir grandes logros.

Yo este sábado 31 de marzo he decidido no solo apagar todos los aparatos de mi casa durante una hora, voy a vivir veinticuatro horas sin usar la electricidad. Es mi pequeño granito de arena. Un día sin electricidad. Ya contaré que tal se me da la experiencia.



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VIAJE A POLONIA 2012: DIA 5, POZNAN

Nuestro tren a Poznan salía  a las once de la mañana de la estación central de Varsovia, a diez minutos desde la casa de nuestros amigos. Cogimos la vuelta desde Poznan, que es una ciudad mas al sur, porque era mucho mas barato volar desde allí que hacerlo desde Varsovia y además el vuelo era directo. Por eso y porque la ciudad parece de cuento de hadas.

Nos despedimos con mucho pesar de nuestra amiga y nos montamos en un tren que por fuera se veía relativamente moderno pero al entrar dentro puede que saltásemos un par de décadas atrás en el tiempo. Afortunadamente, nuestro vagón era de compartimentos así que cogimos uno de seis personas para los cinco. Mucho más cómodo ya que es como una habitación donde te puedes tumbar, dejar las cosas sin molestar a nadie...En definitiva, estar mas a tu aire sin molestar.

Estábamos bastante cansados, por eso la idea de todos era dormirnos durante las tres horas que dura el trayecto desde Varsovia a Poznan pero nos liamos a hablar y cuando nos dimos cuenta habíamos llegado a Poznan.

Lo primero que hicimos fue dejar las mochilas en la consigna de la estación de tren e informarnos de la mejor manera de llegar al aeropuerto desde allí. A la salida de la estación de tren hay un autobus, el "L", que te lleva al aeropuerto por menos de un euro. Miramos las horas a las que pasaba, hicimos nuestros cálculos para saber cuanto tiempo teníamos para visitar la ciudad y nos fuimos andando a la zona mas antigua.

Nos teníamos mucho tiempo ya que era la hora de comer y nuestro avión salía a las ocho de la noche pero si el suficiente para dar una vuelta por la ciudad. Primero fuimos a comer a un restaurante bastante interesante que estaba en La Antigua Plaza del Mercado ( Stare Rynek). Comimos unas hamburguesas caseras hechas con una carne deliciosamente especiada, para algunos amigos quizás un poco fuerte, con patatas gajo, alitas de pollo, un par de cocacolas cada uno, y nos salió por unos seis euros por persona con propina y todo.

Ya saciado el instinto animal, nos fuimos a visitar la plaza. Es una plaza mas pequeña que la de Varsovia pero igual de bonita. Las casitas también son de colores pero además de eso son muy curiosas porque cada una de ellas es completamente diferente de la otra y en la zona del centro de la plaza hay unas casitas con unos soportales donde ponen pequeños puestos donde venden recuerdos.




La plaza está completamente adoquinada, lo que le da un aspecto aun mas bonito, y en una de las esquinas se encuentra una bonita fuente de piedra y por supuesto en el centro de la plaza el ayuntamiento (Ratusz).

Además de la Antigua Plaza del Mercado, que a mi es lo que mas me gustó de la ciudad, hay otros edificios muy bonitos por las calles como el Museo Nacional, El Palacio Imperial, la Universidad de Poznan, en una zona con mucha vida.




Últimas compras de recuerdos, como unos dulces típicos de Polonia que son algo así entre nubes y y merengues bañados en chocolate que están deliciosos. Además son pequeños, como bocaditos así que no son pesados. Ese es el problema de hecho, que te pones te pones y cuando te quieres dar cuenta....llevas media caja...jejeje

Recogida de las maletas en la consigna del tren y a esperar el autobús L para que nos lleve al aeropuerto. No tarda mucho, una media hora y ya estás en el pequeño aeropuerto de Poznan.

LLegamos con el tiempo justo, pasar el control de seguridad, buscar la puerta de embarque, un baño rápido y embarcar. No nos dio tiempo ni a pensar que ya nos íbamos de Polonia y que al día siguiente no solo estaríamos en Madrid ya si no que nos tocaba trabajar. 

Llegamos a Barajas a las once y media de la noche y nos cogimos el metro. Entre ponte bien y estate quieto, me dieron las dos de la mañana pero esque tenía que salir de casa a las siete de la mañana para ir a trabajar.

Imaginate como llegue al trabajo...parecía que me habían dado una paliza pero bueno, mereció la pena para aprovechar al máximo, ya habría tiempo para dormir.


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VIAJE A POLONIA 2012: DIA 4, CEMENTERIO JUDIO DE VARSOVIA

Aunque visitar un cementerio puede sonar un poco tétrico o incluso de mal gusto, habiendo visitado de forma "turística" solo dos cementerio mas en mi vida, el cementerio judío de la ciudad de Praga y uno de los cementerios judíos de Nueva York, he de reconocer que como toda la cultura judía me llama especialmente la atención me siento bastante atraída por los cementerios judíos de ciudades donde han tenido o tienen una presencia fuerte las personas que pertenecen a esta religión.

En el caso de Varsovia mas si cabe ya que este, el Cementerio Powazki, es uno de los cementerios judíos mas grande de toda Europa. Al llegar, encuentras un bosque de árboles intercalados con lápidas en las que, en muchos casos, ya no se puede leer a quien pertenece ya que este cementerio fue abandonado durante la Segunda Guerra Mundial y sufrió mucho deterioro. Actualmente hay una parte del cementerio que sigue activa para el enterramiento de la población judía de la ciudad.




Paseando por los diferentes caminos que se intuyen entre los árboles te pierdes en infinidad de lápidas, la mayoría muy sencillas, algunas con tan solo la estrella de David, otras mas modernas están decoradas de una forma mas elaborada, sea como sea, todas comparte ese color gris mezclado con el verdín que ha ido creciendo o incluso tapando muchas de las lápidas caídas, creando un ambiente que bien podría ser el escenario de una película de Tim Burton.



En los muros que rodean el cementerio, principalmente en la zona de entrada, decenas de placas recuerdan a familiares asesinados en campos de concentración y nunca encontrados, desaparecidos de los que nunca mas se volvió a saber pero cuyo destino se puede intuir, agradecimientos a aquellos que lucharon por acabar con el genocidio que se estaba llevando a cabo y en definitiva, despedidas de quienes no pudieron despedirse de sus seres queridos.

Tras un paseo por el cementerio, nos fuimos a comer comida italiana y desde allí a despedirnos de la zona vieja de la ciudad que no habíamos visto aun por la noche. Al llegar a la Plaza del Mercado, como si fuera el sofá de nuestra casa, unos nos sentamos en el suelo, otros en un banco y allí divagamos sobre Polonia, su historia, todo lo que habíamos visto, las cosas que mas nos habían gustado, el carácter de los polacos y en general de la vida y lo frágil que es.

Esa era nuestra última noche en Varsovia así que salimos a cenar para despedirnos de nuestros amigos, a un restaurante indio que nos dio muy bien de cenar y a un precio mas que razonable, unos siete euros por persona.

Al llegar a Varsovia mi primera impresión fue que era una ciudad muy gris pero al despedirla me di cuenta de que había una Varsovia no tan obvia que merecía mucho la pena y sobre todo su gente, trabajadores, luchadores y, a pesar de lo hostil que ha sido la historia con ellos y quizás precisamente por ello, distantes pero acogedores.


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jueves, 29 de marzo de 2012

VIAJE A POLONIA 2012: DIA 3, MUSEO DEL LEVANTAMIENTO DE VARSOVIA

A pesar de las poquitas ganas que teníamos de levantarnos debido a la cantidad de cerveza que corría por nuestras venas, lo agustito que estábamos tirados en la cama y el dolor de cabeza que algunos tenían, nos levantamos y, como ya parecía ser costumbre en Varsovia, nos metíamos un desayuno digno de reyes, digo desayuno por ser la primera comida del día, no tanto por la hora...

Sabiendo que ese día no íbamos a madrugar mucho porque nos iban a dar las mil después de darlo todo por la noche, dejamos el día entero para ir a un museo del que nos habían hablado muy bien. El Museo del Levantamiento de Varsovia. 

Curiosamente, el museo estaba en la misma calle donde vivían nuestros amigos, a unos veinte minutos andando y además de eso, los domingos era gratis. Empezábamos bien el día.

Fuimos caminando para que nos diera un poco el aire pero además aprovechamos para ver lo poco que queda del ghetto judío. Es increíble pensar como una ciudad, como puede ser Madrid, quede completamente destruida y casi sin signos de lo que allí ocurrió, que casi todo haya desaparecido y que tengas que imaginarlo mientras ves algunas fotografías del antes y del después. No puedo imaginar al Madrid de hoy completamente destruido. Y pensar que esta gente tuvo que vivirlo, y que de esto además no hace tanto...

Llegamos al museo y dejamos, de forma gratuita, todos los bolsos, mochilas y abrigos en la consigna de la entrada. Queríamos empaparnos bien de esa parte de la guerra que no se conoce tanto pero que también tuvo sus sufridores. La cantidad de polacos que murieron luchando por la libertad de su país invadida una y otra vez por extraños, como si ellos no tuvieran ni voz ni voto en lo que parecía un mero juego de tablero donde las fichas de unos u otros avanzaban o retrocedían ante la aterrada mirada de sus auténticos pobladores.



El museo sin duda es una visita obligada si viajas a Varsovia. Lo recomiendo altamente, de hecho, es uno de los mejores museos que he visto en mi vida, no solo por las cosas que en él se explican, recuerdan, aclaran, exponen, si no también por la forma tan interactiva de hacerlo.

Entras en otra etapa de la historia de la que, afortunadamente, no hemos sido participes pero de la que si lo fueron los coetáneos de nuestros abuelos. Puedes pasar horas y horas en el museo, que se divide en dos plantas, y aun así te faltaría tiempo para poder leer cada texto, ver cada documental, foto o grabación, escuchar los sonidos de la guerra, reales, que te adentran en todo ello, viendo diferentes objetos utilizados en la época o incluso unas especie de cápsula de un metro aproximadamente que tiraban a la población polaca desde el aire donde introducían medicamentos, ropa, jabón, algo de comida, armas y cosas que pudiesen servirles para levantarse contra el represor, y así lo hicieron. 




En agosto de 1944, los ciudadanos de Varsovia, hartos de la ocupación alemana y de todo lo que consigo había traído, decidieron levantarse sin la ayuda de ninguna otra ayuda extranjera y con los soviéticos al otro lado del río Vístula, que cruza la ciudad, observando desde cerca pero sin intervenir.

En el paseo de vuelta a casa decidimos tener una cena tranquila en casa para poder hablar relajadamente y jugar a algunos juegos mientras nos tomábamos algo así que nos fuimos a un supermercado cercano y nos liamos a comprar como si no hubiera mañana.

Llegamos a casa y nos pusimos manos a la obra, cada uno con una cosa. Revuelto de setas, gambas y trigueros, noodles de pollo y de verduras, canapés de salmón ahumado con queso azul, canapés de diferentes tipos de patés, unas ensaladas con queso, nueces, tomatitos cheery y algo que no podía faltar, el aranque.



Resulta que en Polonia es típico un chupito un tanto curioso. Consiste en tomar un trozo de arenque, metértelo en la boca, beberte un chupito de un vodka que tiene una hierba de un prado especial donde han pastado unos bisontes especiales y después de eso tienes que tomar un pepinillo.

Nosotros hicimos la versión light. Después de cenar empezamos con los arenques. Pensé que no me iba a gustar porque a priori no parece muy bueno....Pero sorprendentemente, ¡estaba rico! Tanto que no solo lo probé, me tomé 3. Vale, puede sonar a ¿¿¿¿3???? uhhhh.... que pasada,  pero yo casi no bebo alcohol y menos vodka a palo seco...pero este vodaka era como dulzón...Buena combinación si.

Así empezamos la noche y la acabamos como las grecas, jugando a las películas y con la botellita de vodka y los arenques a mano...



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VIAJE A POLONIA 2012: DIA 2, CIUDAD VIEJA DE VARSOVIA (STARE MIASTO)

Despuès de un desayuno a lo buffet de hotel que nos habían preparado nuestros anfitriones, nos arreglamos y nos pusimos en marcha. La idea de se día era caminar por la zona antigua de Varsovia y comer comida típica polaca.

Nos fuimos caminando desde casa, que está en la zona nueva de la ciudad (Nowe Miasto), hasta llegar el un parque lleno de esculturas como la filosofía, la medicina...Todas las artes, y donde además se encuentra La Tumba del Soldado Desconocido, similar a los monumentos que en muchas ciudades del mundo se puede encontrar como homenaje a los millares de soldados  que perdieron la vida en las distintas guerras, en este caso en Polonia.




Seguimos caminando hacia la zona vieja mientras nuestra amiga nos iba contando algo mas sobre la historia de Varsovia, de como la ciudad quedó completamente derruida tras la segunda guerra mundial y como después se reconstruyó completamente dejándola las zonas mas emblemáticas tal y como eran antes de los bombardeos.

Cuando llegamos a la avenida que lleva al centro, nos encontramos con mucha gente de paseo, en bici, muchos niños con sus globos de colores. Hacia un día estupendo y era sábado, por eso estaba tan lleno de gente y tan vivo.

A nuestra mano derecha el Estadio Nacional de Polonia, donde se disputará la Eurocopa 2012. De frente, unos bonitos y estrechos edificios de diferentes colores cara a cara con una iglesia de un color salmón fuerte y con pequeños restaurantes muy bien decorados y super acogedores.




Callejeando por las estrechas calles de esta zona, se pueden encontrar las únicas tiendas de recuerdos que encontramos en toda la ciudad. Además de mas restaurantes y algunos bares para tomar algo. Un poquito mas hacia dentro, se encuentra La Plaza del Mercado rodeada de mas casitas de colores y con una escultura de la sirena que es la imagen de la ciudad y la que da parte del nombre a la ciudad en polaco. La leyenda cuenta una historia entre un pescador wars y una sirena sawa.






Aquí fue donde nos encontramos con un relaciones públicas de un grupo que llevaba de marcha a los turistas por la ciudad. Nos contó que por 40 zlotys por persona (unos 10€) nos llevaba a un bar con barra libre, luego a una cervecería donde teníamos que pagar las consumiciones y luego a un club muy grande de la ciudad donde nos dejarían entrar gratis. Yo soy de las de ir a mi rollo y mas siendo siete personas pero no sabíamos muy bien por donde salir así que aceptamos. Quedamos con él a las ocho y media de la noche cerca del Palacio de la Cultura y la Ciencia. A mi me parecía un poco turistada pero ¿porqué no?

Toda esta zona de la ciudad es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y sin duda lo merece.

Querìamos comer comida polaca y una de mis amigas conocía un restaurante llamado Zapiecek. Las camareras, por que son todas mujeres, van vestidas con el traje tradicional polaco, todas las mesas y sillas son de madera por lo que dan un ambiente muy acogedor, y la comida....¡Que comida!

Los pierogis que son unos dumplings rellenos de distintas cosas, nosotros probamos el de espinacas con queso azul y el de salmón con queso. Se pueden servir al vapor o se pueden pedir fritos. A mi me gustan mas los fritos pero eso va en gustos. Además pedimos un par de Plazec que no son otra cosa que unas tortitas gruesas y enormes sobre las que ponen salsa y comida salada....Nosotros pedimos el de salsa de nata con champiñones y el de carne con patatas guisadas, que era como el típico guiso de patatas con carne. Estaba todo muy rico pero para mi gusto la mezcla entre lo dulce de la tortita y lo salado de lo demás no me parecía buena combinación pero para gustos los colores, ya me pasó en un restaurante en Harlem (Nueva York) que me pusieron un gofre con caramelo, puré de patata y un muslo de pollo frito como plato típico.

A pocos pasos del restaurante donde comimos se encuentra el monumento al pequeño insurgente que simboliza la cantidad de niños que tuvieron que luchar durante el levantamiento de la ciudad de Varsovia.




Caminando por la Barbacana, que es una fortificación que rodeó la ciudad en su día pero que fue destruida, como casi toda la ciudad, durante la Segunda Guerra Mundial, llegamos a una calle bastante bonita llena de cafés por la que caminar para bajar la comida, la calle Freta que desemboca en la zona nueva de la ciudad, Nowe Miasto.

Como habíamos quedado en breves, porque yendo tantas personas todo cuesta mas tiempo hacerlo, nos fuimos a casa, nos cambiamos, nos tomamos un par de chupitos y nos fuimos donde habíamos quedado con el relaciones. Cuando llegamos allí nos sentíamos como adolescentes porque no sabíamos que nos íbamos a encontrar ni cuantas personas seríamos. Al final fuimos nosotros y una chica francesa que estaba sola en la ciudad.

Nos fuimos al primer bar y no había absolutamente nadie, solo nosotros, al ir a pedir las copas resultó que solo nos daban un par de tipos de bebida o cerveza, a pesar de que el chico nos había dicho que había mas cosas incluidas. Pese a eso, nos lo pasamos muy bien y en una hora todos estábamos puntillo jugando a juegos de estos de bebe por que te toca, por que si, porque no, por tu compañero...el caso ¡Bebe!


Un kebab, unas canciones por la calle y el alquiler de una especie de coche entre limusina y hammer después, habíamos llegado a un club impresionante de alto postín, y nosotros vestidos de campo como el que dice.

La música muy similar a la de las discotecas de España, mujeres altísimas y muy guapas, los chicos no tanto, las copas a menos de siete euros y un ambiente muy divertido, aunque estaba demasiado lleno.

Horas después acompañamos a la francesa hasta la esquina de su casa y nos fuimos a la nuestra a comer algo y a recordar la noche.

Nos lo pasamos muy bien y, aunque el principio fue un poco irreal esperando a la gente y llegando a un bar desértico, mereció la pena, porque por 10€ bebimos todo lo que quisimos durante una hora y además porque conocimos a esta chica francesa que se integró enseguida y fue muy divertida.

Además de por ser una noche muy graciosa, nunca olvidaré aquel sábado en Varsovia porque fue cuando mi amiga, que se casa el próximo año, me dijo que quería que fuera su dama de honor :)


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jueves, 22 de marzo de 2012

VIAJE A POLONIA 2012: DIA 1, VARSOVIA

Quedamos a las 4:15 de la mañana para cogernos un taxi hacia el aeropuerto. En barajas nos reunimos los cinco amigos que íbamos hacia Varsovia. Nuestro vuelo desde Madrid a Milán, donde hicimos escala para llegar a Varsovia, salió a la hora. Teníamos en nuestra contra cada minuto que pasara ya que nuestro vuelo de Madrid a Milán llegaba a las 8:15 de la mañana y nuestro vuelo de Milán a Varsovia salía a las 9:00 de la mañana.

En un principio, teníamos tiempo suficiente para cogerlo pero nosotros no habíamos contado con el hecho de que, aunque el avión aterrizara a las 8:15, entre coger las maletas, bajar del avión, salir de la zona de embarque, volver a pasar por el control de seguridad, buscar la puerta de embarque y llegar hasta ella...Podíamos necesitar algo de tiempo...

El avión aterrizó y nos volvimos locos para coger nuestras maletas ya que no estaban encima de nuestras cabezas si no cinco o seis asientos hacia delante. Esperando, esperando, esperando, decidimos pedir a la gente que nos dejara ir a coger las maletas o que nos las fueran pasando.

Una amiga se pasó hacia allá y empezó a pasar las maletas por encima de las cabezas de la gente, que nos las iba pasando hacia atrás. ¡Que majetes! Esto es trabajo en equipo y lo demás tontería...Así que, dando las gracias a todo el mundo por haber sido tan amables, salimos del avión corriendo en cuanto abrieron las puertas. ¡Ibamos a perder el avión a Varsovia!

La distancia entre el avión y la terminal sería de unos cien metros, bueno, pues había un autobús esperando a los pasajeros para llevarlos y claro...Hasta que no se montaran todos los pasajeros nada...Con toda mi cara, y por si colaba...Me fui y le pregunté al azafato si podíamos ir andando (¡estaba al lado!) a la terminal. Por supuesto, la respuesta era la de esperar "No. Para eso tenemos el autobús." Vale vale, rancio...

Nos montamos en el autobús mirando el reloj. Quedaban cuarenta minutos para que el vuelo a Varsovia despegase...pero solo diez para que se cerrase la puerta de embarque. Imagina nuestras caras cuando los mismos que nos habían pasado las maletas para que saliésemos los primeros iban entrando al autobús...Todo el tiempo que ganamos arriba lo perdimos esperando en el autobús.

El autobús arrancó y medio minuto después se paró. Ya habíamos llegado a la terminal. Salimos corriendo y pasamos todos los trámites hasta llegar a la pantalla que indicaba la puerta de embarque de nuestro siguiente vuelo, a todo esto, por supuesto, nos pararon a unos cuantos en el control de seguridad para cachearnos.

Llegamos a la puerta de embarque cuando ya se suponía que la puerta debía estar cerrada pero no lo estaba así que dimos nuestros pasaportes y billetes electrónicos y pasamos al túnel de embarque. ¡Prueba superada!

Nos volvieron a montar en un autobús para llevarnos al avión pero...¡Era el mismo en el que habíamos estado diez minutos antes! Aun podíamos ver el avión del que nos habíamos bajado que casualmente estaba al lado del que teníamos que coger. Hubiera sido mucho mas fácil pasar de uno a otro directamente :) pero entonces no hubiéramos superado el record mundial de embarque.

El vuelo fue tranquilo y nos dejó en el aeropuerto de Varsovia a la hora prevista. ¡Ya estábamos en Polonia!

Desde el aeropuerto de varsovia cogimos un autobús regular que nos llevó a la estación central de tren de la ciudad, donde nos estaba esperando nuestra amiga, la que vive en Varsovia desde hace un par de semanas.

La primera impresión de la ciudad fue quizás un poco gris.Quizás porque el día no era muy soleado, por el color apagado de los edificios, por las grandes parques sin una hoja, con los esqueletos de los árboles al desnudo.

Llegamos a la estación central y esperamos un poco hasta que llegó nuestra amiga. Es bastante extraño ver a una buena amiga en un lugar donde nunca has estado tan lejos de tu casa. Verla en Madrid y la siguiente vez en Varsovia con su bolsita de la compra y tan tranquila como si hubiera vivido allí toda la vida...Un poco irreal.


Con los bártulos a cuestas, nos fuimos andando a casa de nuestra amiga, a unas tres calles de la estación. Mirando para todas partes queriendo captar cada imagen, cada sonido, cada olor, llegamos a casa de nuestra amiga, una casa bastante grande, completamente nueva y con seguridad 24 horas. 

Todo había empezado de madrugada en Madrid, unas ocho horas antes. Estábamos agotados y teníamos mucha hambre así que nos tiramos en el sofá a hablar y a comer algo para reponer pilas y de paso esperar al novio de nuestra amiga que venía de la oficina.

Cuando llegó Pedro, nos fuimos a dar una vuelta, a cambiar mas dinero en un Kantor, así se llaman allí los lugares para cambiar dinero y comer algo consistente antes de empezar a descubrir la ciudad.

Fuimos a cambiar el dinero, el cambio sale mas o menos así, por cada euro te dan cuatro zlotys. Al lado nos encontramos un mc donals y unos de mis amigos dijo "Para saber la diferencia de precio entre una ciudad y otra, no hay nada mejor que comprobar el índice del big mac" y así lo hicimos. Es un poco ridículo estar en Polonia y que la primera comida que hagas sea una hamburguesa en el mc donals pero con el ambre que teníamos no queríamos buscar mas. El precio es de la mitad aproximadamentecocacola...Empezábamos bien...

Después de haber saboreado la típica hamburguesa polaca...Nos fuimos a dar una vuelta hacia El Palacio de la Cultura, que cada noche cambia de color como el Empire State, de hecho se parece un poco, La Plaza de La Constitución, por donde cruzan los famosos tranvías de la ciudad. 


Desde allí nos cogimos un tranvía y nos dirigimos a uno de los barrios mas auténticos de la ciudad, El Barrio de Praga. Una antigua zona adinerada que cayó en decadencia pero que ha sido recuperada por jóvenes alternativos donde puedes encontrar bares, cafés y galerías de arte únicas y originales.


Una de las amigas con las que íbamos había estado viviendo en el barrio de Praga durante su erasmus en Polonia y fue nuestra guía oficial. Fuimos a visitar el edificio donde vivía, que distaba bastante del de nuestra otra amiga que ahora viví allí ya que era viejo y destartalado. Si tuviera que elegir confort, vivir en el centro e incluso lujo o uno de estos edificios donde la historia está tatuada a base de metralla, me quedaría con Praga.


Entramos en uno de los bares underground del barrio para tomar una cerveza, no contábamos con los mas de treinta tipos que había...Así que, para no pasar horas decidiendo, pedimos siete cervezas diferentes para probarlas entre todos. De frambuesa, seca, fuerte, hasta de miel o regaliz, todas con sabores curiosos y todas de medio litro...No se si tenían la calefacción a todo trapo o fueron las cervezas pero acabamos todos a lo Heidi, con unos colores...¡y unos calores!



Después de un rato callejeando por la zona, nos fuimos para casa, pasando antes por una pequeña tienda para comprar un par de cervezas mas y algo para picar. A eso de las dos de la mañana, después de que algunos lleváramos casi treinta horas sin dormir, solo pudimos tirarnos en las camas y dormir, dormir, dormir...


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miércoles, 14 de marzo de 2012

EL REY DE LA SELVA EN LA GRAN VÍA DE MADRID

El año pasado cuando aun vivía en Nueva York, unas buenas amigas me prometieron como regalo de cumpleaños ir a ver el musical The Lion King en Broadway. Junto a La Bella y La Bestia, El Rey León es mi película favorita de Disney, un clásico que aun me sigue emocionando cuando la veo. 

Con esas vidas tan ajetreadas en la Gran Manzana, nos fue imposible encontrar un día en el que pudiésemos ir todas y que además no nos costara una barbaridad la entrada. Nos acercamos a la taquilla pero los precios que nos dijeron nos dejaron impactadas. Unos meses después, todas dejamos la ciudad y con ello la ilusión de ir al musical.

Cuando llegamos a Madrid busqué si había o iba a haber en algún momento la representación en Madrid y mi sorpresa fue que, en efecto, El Rey León llegaba a Madrid en un par de meses.

Así que sin dudarlo, me fui a la taquilla del Teatro Lope de Vega en La Gran Vía a preguntar precios y días libres. Esto fue en noviembre pero hasta esta semana de marzo no había entradas juntas por menos de 90€. Bueno, no había opción, no pensaba quedarme sin ver El Rey León otra vez así que las compré y esperé pacientemente durante casi cinco meses para verlo, y creeme cuando te digo que mereció la pena.

El día llegó de repente y empecé a ponerme nerviosa y emocionada. Nos cogimos el autobús y nos fuimos hasta Sol, desde allí caminamos hasta llegar al teatro y allí encontramos un gran número de personas a las puertas.

A la entrada del teatro, nos comprueban las entradas y nos dejaron pasar. La tienda de recuerdos, el bar y un foto cool con El Rey León. Nos hicimos la foto de recuerdo, esperando la cola correspondiente, y nos fuimos al bar a ver que había. Pedimos un cubo de palomitas por el que nos cobraron 7 eurazos...Lo peor de todo es que en el descanso salimos a la calle y allí encontramos una tienda 24h que, aunque sajaban con los precios, salía bastante mas barato que el bar del teatro.

Ya ni me acordaba donde estaban nuestros asientos así que preguntamos a una acomodadora y nos ubicó en la zona de platea en la fila número siete, ¡muy cerca del escenario! La entrada nos costó 63€ cada una.

Se apagan las luces, con el teatro completamente lleno, y empieza el espectáculo. No quiero descubrir nada del musical pero como pista diré que ya desde el segundo uno la magia aparece en escena haciendo a todo el público parte de ello.







El vestuario, la escenografía, la orquesta en directo, emotivo, auténtico. Los actores, desde la pequeña Nala y Simba hasta ellos mismo de adultos, Mufasa, Scar, Timón, Pumba, Zazú....Todos ellos impecables con unas voces impresionantes que te ponían la piel de gallina.

Un espectáculo imprescindible para niños y mayores donde el tiempo volará mientras tu te adentras en la selva y formas parte de la historia.

Sin duda, recomiendo el musical, aquí, en Madrid, en Nueva York, en Londres o en la conchinchina. Después de verlo te das cuenta que con todo el trabajo que tiene el show, es normal que el precio de la entrada sea ese, así que, aunque haya que hacer un esfuerzo, merece la pena. Es bonito volver a sentir la ilusión de un niño aunque sea por unas horas.

Para mas información sobre el musical:


El Rey León Madrid