martes, 5 de junio de 2012

TERCER DÍA EN TOKIO, EXCURSIÓN A KAMAKURA

Como no habíamos podido entrar al Templo Sensoji el sábado por la gran fiesta que había en los alrededores, volvimos a intentarlo un par de días después por la mañana.

Como peces en el agua, nos dirigimos por las calles de Tokio como si llevásemos años viviendo allí y es que es muy curioso que estando tan lejos de casa, siendo tan diferente todo, teniendo en cuenta que ni si quiera la escritura de las calles en japonés ayuda, no nos sentíamos extrañas, de hecho nos sentíamos como en casa.

Llegamos al templo y nos quedamos ante el observando la inmensidad de este. Es sorprendente como templos tan grandes y tan antiguos puedan integrarse perfectamente en una urbe gigantesca conocida como una de las mas modernas del mundo.

Lo que mas sorprende del templo es la gran linterna de cuatro metros de altura que cuelga de la puerta principal. Aquí es cuando empezamos a ver "esvásticas nazis" por todas partes como decoración en el templo. Y es que aquí, y muchos años antes de que los Nazis escogieran el símbolo como emblema, la cruz gamada era usada como símbolo del sol.
 
                         

A la entrada del templo se encuentra un gran caldero lleno de cenizas de incienso donde la gente quema una barrita de incienso y posteriormente se pasan las manos por la cabeza tras recoger el humo que este caldero desprende para así atraer la buena suerte.
Por supuesto, nosotras lo hicimos, nunca está demás hacer este tipo de cosas para atraer a la suerte, eso sí, no es apto para personas que tengan especial sensibilidad ocular. Acabas con los ojos ahumados, rojos, llorando como si se te hubiera muerto el canario. Pero merece la pena.

 
La entrada al templo es gratuita, pero existen varias cajas de madera donde la gente suele hacer una ofrenda después de reclinarse con las manos juntas en señal de respeto.
Para llegar al templo o al salir del él, inevitablemente te encuentras con una calle comercial, Nakamise Dori, donde encontrarás 87 tiendas con comida y sobre todo recuerdos a buen precio donde hacer tus compras. Los recuerdos mas comunes son los palillos para comer, abanicos, kimonos, camisetas, imanes, llaveros, cerámica y madera, y un largo etc. Lo que me llamo la atención fue que, además de la cantidad de gente que había para ser las ocho y media de la mañana, la mayoría de las tiendas japonesas, aunque sean los típicos puestecillos de comida rápida o de recuerdos son bonitas, están muy cuidadas y están organizadas a la perfeccción. Además de eso, los souvenirs no son nada cutres, son todos bonitos, de buena calidad, muchos de ellos hechos a mano...No son los típicos que pueden encontrar en muchas capitales del mundo impersonales, hechos en serie, un tanto feos pero muy baratos. Aquí no, es verdad que pagas mas pero la calidad, el diseño, todo, es mejor.




Desde aquí volvimos atrás en nuestros pasos sin antes pasar por una tienda regentada por un abuelo de unos noventa años y su hijo, aquí hay muchas personas muy mayores pero con un aspecto increiblemente bueno. Era una tienda tradicional de cerámica japonesa donde se vendían cuencos para el arroz, tazas para el té, cuenquitos para la soja e infinidad de recipientes mas Made in Japan en los colores tradicionales, blanco y azúl.

No pudimos decir no a unos cuencos muy bonitos y tradicionales que solo pudimos comprar porque estaban de oferta ya que el precio del resto de cosas que no estaban en oferta no eran aptas para nuestro presupuesto, por lo menos para el mio.

Felices con nuestros cuencos pero cargadas hasta arriba, pasamos por el hotel para dejar las cosas y dirigirnos hasta la estación de Ueno, desde donde salía nuestro tren a Kitakamakura, nuestra primera excursión desde Tokio.

A menos de una hora de Tokio y por menos de diez euros por trayecto, puedes encontrar un conjunto de Templos en plena naturaleza diseminados entre dos pueblos, Kitakamakura y Kamakura. Nosotras decidimos hacer el recorrido parándonos en Kitakamakura para bajar visitando los templos y regresar a Tokio desde Kamakura que es una estación que tiene mas frecuencia de trenes.

Muy cerca de la estación de tren se encuentra el Templo Engakuji que es un templo rodeado por vegetación, como el resto de la zona, construido para honrar a los soldado japoneses y mongoles caídos en la guerra.  Para llegar a él tienes que pasar por una bonita puerta de madera que te lleva a un inmenso bosque con pequeñas construcciones en madera y bonitos jardines con un pequeño lago.




La paz se respira desde el primer momento. A penas hay turismo, o al menos ese día que fuimos nosotras. Estas sola en la naturaleza con esa belleza ante tus ojos y sientes como armonía. Pero aun había mas paz por llegar.
   
                                                

Desde aquí nos dirigimos al Templo Tokeiji, que se hizo famosos por ser un templo donde las mujeres maltratadas por sus maridos o aquellas que querían divorciarse acudían a refugiarse. Para poder obtener el divorcio tenían que pasar tres años viviendo en el templo. Después de ese tiempo, volvían a ser libres.

Pero que mejor lugar que este para pasar tres años a la espera de tu libertad cuando aquí puedes sentirte libre solo con el mero hecho de mirar a tu alrededor y respirar profundamente.


Bonitos paseos entre las rocas de madera que te van indicando el camino y el bosque de bambú que rodea el templo encontrándote con pequeños cementerios o con figuras religiosas de bronce que hacen que bajes la cabeza y te reclines delante suyo.


Yo podría vivir una temporada aquí, sin duda. Seguramente mucha gente que viniera aquí a vivir una temporada podría encontrarse a si misma y darse cuenta de lo que realmente quiere en la vida. Para mi, un paraiso en la tierra.

 


Las cinco de la tarde y cuando nos dirigíamos al siguiente templo la persona que nos había vendido la entrada al templo nos dice que el resto de los templos ya estaban cerrados. Que la mayoría cierran entre las cuatro y las cinco y media. ¡No habíamos contado con eso! Aun nos quedaban mas de la mitad de los templos por visitar pero no había opción así que nos fuimos paseando hasta la estación de tren de Kamakura a esperar nuestro tren de vuelta a la civilización, Tokio.

De vuelta a casa, de nuevo por la zona de la estación de Ueno, encontramos un restaurante típico también de Japón. El típico restaurante japonés especializado en sushi donde hay una larga barra con platos diferentes de sushi pasando. Cada comensal coge el sushi que quiere y al final te cobran el número de platos que hayas cogido y según el color de estos, algunos mas baratos y otros menos. Delicioso de nuevo...Y esta vez, muy económico.


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