martes, 4 de septiembre de 2012

SEGUNDO DÍA DE TREKING POR LA SELVA DEL NORTE DE TAILANDIA, RAFTING Y DESPEDIDAS

Nos levantamos al amanecer, cuando un gallo que parecía que le habían dicho que nos cantara al oído empezó dale que te pego...¡Que bien se duerme en una esterilla de dos centímetros sobre suelo de bambú! ¡Vaya dolor de espalda!
 
 
 
 
Todo el valle estaba cubierto por una niebla que no dejaba ver mas allá de diez metros. Desayunamos algo y nos pusimos en marcha toda la tropa. El camino de ese día iba a ser mucho mas llevadero ya que era de bajada y por el momento no llovía así que, aunque el terreno aun estuviese mojado, no nos íbamos a resbalar tanto.
 




Este día es cuando pudimos darnos cuenta de la belleza del entorno y cuando pudimos de verdad disfrutarlo porque el día anterior con la lluvia y el único objetivo de no caernos y mirar el suelo para no resbalar no pudimos disfrutar tanto de las vistas.




La primera parada que hicimos en el camino fue en una catarata que se escondía tras una bajada por unas rocas y que formaba una especie de charca de un metro y medio de profundidad donde nos pudimos bañar. Era como si fuera un spa natural ya que con la fuerza que caía el agua hacía incluso moverte del sitio si te situabas bajo la catarata.




Seguimos camino a bajo charlando todos, recordando la noche anterior y comentando las vistas que estábamos disfrutando. Así así llegamos a nuestra siguiente parada, parada para hacer rafting.
 
Ni mi amiga ni yo habíamos hecho rafting en la vida así que estábamos muy ilusionadas con probarlo pero claro, ni idea de las normas básicas...Cuando llegamos allí, dejamos las mochilas y las botas y nos fuimos hacia el río para coger nuestro chaleco salvavidas, el casco y un remo. Nos explicaron un poco como manejar la barca, como remar, que hacer para no chocar que hacer cuando chocásemos...
 
Resultó que el chico que iba con nosotros en la barca de monitor "hablaba" un poco de español así que no paraba de decir "¡rrrrrrápido rrrrrápido!" y algo que nos hizo mucha gracia "¡arrrelante arrrelante!" Nos dimos un cisco tanto arrrelante arrrrelante que acabamos adelantando a todos los demás, hasta los que habían salido después que nosotros...
 
¡Fue super divertido! Por supuesto, acabamos caladísimos, un cachondeo, un descontrol, yo tragando agua como si llevara 3 días perdida en el sahara...bueno bueno y un dolor de brazo de tanto dale que te pego con el remo...jajaja. Algo para repetir sin duda.




Desde aquí nos cogieron y saltamos a una barquita de bambú desde la que hicimos bambú rafting. Esto fue un poco mas juanchi porque no debieron calcular bien el peso y lo que se suponía debía ser un estilo surfero de me subo y mantengo el equilibrio en la barca de bambú y voy río abajo y tal se convirtió en un grupo de personas sentadas en una balsa de bambú con el agua por la cintura luchando por no caer a un río completamente marrón de sabe quien cuanta profundidad con sabe quien que fauna salvaje...
 
Caminando descalzos y calados por un camino de rocas, parecíamos chiquitos...Llegamos a una choza donde había mas gente de otros grupos comiendo el almuerzo donde había unas duchas y unos baños precarios pero funcionales para quitarnos ese color amarronado que nos había embadurnado.
 
Fue aquí donde nos encontramos con la pareja catalana que conocimos en la excursión que hicimos desde Bangkok al Mercado Flotante, Río Kwai y el Templo de los tigres Nerea y Albert. ¡Que ilusión nos hizo!
 
Último almuerzo con la gente del treking, delicioso Phad Thai, y otro tuk tuk de vuelta a Chiang Mai. Que pena...¡Con lo bien que se estaba en la selva respirando azúl clarito y sin mas ruido que nuestras risas y algunos pájaros cantando!
 
Vuelta a la realidad urbana, Chiang Mai, y con ello sus privilegios, ducha en el hotel zumo de frutas frescas y un masaje de despedida, mas que merecido, durante una hora para despedirnos de la ciudad.
 
Un par de horas después, empezaba nuestra segunda parte del viaje en el avión rumbo a Phuket, las islas del sur. La noche anterior estábamos durmiendo en un poblado en medio de la selva en un chamizo de bambú y esa noche dormiríamos en un hotel de tres estrellas a cinco minutos de una de las playas mas bonitas del mundo. Dos formas de paraíso en un día, esto es Tailandia.
 
 
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2 comentarios:

  1. Siempre me he preguntado por qué los orientales siempre ponen los deditos cuando les hacen una foto. ¿No os habéis fijado? Veo grupos de turistas japoneses a diario por Madrid y todos hacen la misma pose. Es curioso.

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  2. Si...la verdad es que yo tampoco le encuentro explicación....será una forma de saludo? No sep!

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