Después de un desayuno consistente en el hostal, metimos lo necesario en los bolsos y a la calle. Para este día habíamos pensado ver la zona centro donde están los edificios mas importantes de la ciudad.
Nos dirigímos al metro para subir a esa zona, solo a dos paradas pero como no sabíamos si iba a ser seguro o no decidimos ir en metro. Uruguaiana era la parada de metro mas cercana al monasterio de Sao Bento, después de salir del metro nos tocó andar un poco pero por el camino vimos la iglesia de Candelaria que nos sorpendió bastante porque tiene mucha ornamentación y es bastante vistosa por dentro y por fuera.
Seguimos por calles bastante anchas, incluso avenidas con varios carriles para los coches, lo que podría ser la Castellana de Madrid, pero los edificios que había a ambos lados no eran arquitectónicamente tan vistosos y los que lo eran estaban en bastante mal estado. Además había mucho vendedor ambulante, practicamente en cada esquina.
De casualidad encontramos una puerta de vidrio donde ponía Monasterio de Sao Bento. Era un edificio normal, como de oficinas, donde nadie pensaría que se encontraba un Monasterio. El portero nos invitó a pasar y nos explicó que teníamos que coger un ascensor para llegar al Monasterio. Todo sonaba un poco raro, un edificio como de oficinas, un ascensor para llegar...
Salimos del ascensor y nos encontramos con unos jardines con árboles y plantas exóticas que al final tenía una iglesia y un edificio anexo. Estaba en lo alto de una pequeña colina. La iglesia es aun mas ornamentada que la otra, muy bonita y muy bien cuidada.
Seguimos paseando por el recinto y encontramos que había un colegio solo para chicos y otros edificios religiosos. Desde el borde de la colina y mirando hacia el lado del mar pudimos ver unas bonitas vistas de parte de la ciudad. La entrada es gratuita así que, si tienes tiempo, merece la pena.
Desde aquí nos dirigimos andando al Palacio Imperial, donde nos encontramos con una manifestación de bomberos acampados en la puerta de este, el Teatro Municipal, un edificio muy bonito que se encuentra en una plaza donde convergen dos grandes avenidas donde además se encuentra La Biblioteca Nacional, otro bonito edificio.
Todas las cosas que hay que visitar en esta zona están bastante cerca así que lo hicimos todo andando para ver las calles, la gente, el ritmo, los edificios, las tiendas...
Desde aquí nos fuimos a ver los Arcos de Lapa por donde solía pasar el Bondinho, un tranvia de color amarillo que llegaba hasta Santa Terasa subiendo por una empinada colina pero que hace unos meses tuvo un accidente, donde murieron varias personas, lo que provocó que se suspendiera este servicio. Una pena porque era algo típico de la ciudad y el mejor método para descubrir Santa Teresa, un barrio del que te cuento ahora.
Desde los Arcos de Lapa se ve la Catedral Metropolitana, que no lo parece. Cuando llegamos allí nos impresionó que las puertas, que eran muy anchas, estaban todas abiertas dejando mas de la mitad de la Catedral al descubierto sin nisiquiera entrar. La forma sorprende pero el interior también lo hace. Grandes vidrieras de colores dan una luz especial a la Catedral. Además la cruz en el techo y la colgada en medio de esta. No es una Catedral a la que estamos acostumbrados pero, aunque se sale de la imagen que todos tenemos de una Catedral, tiene una belleza que no deja indiferente.
Para recuperar energías compramos en un puesto un dulce compuesto por harina de tapioca con leche merengada y coco rayado que estaba deliciosa.
Desde aquí nos hubiéramos cogido el Bondinho pero como ya no está en funcionamiento nos cogimos un taxi que nos subiera la colina hasta el barrio de Santa Teresa. El taxi nos costó 9 reales, aunque yo creo que nos tangó porque el taximetro marcaba otra cantidad pero el hombre empezó a decir, "tasa tasa" y lo dejamos estar porque era un euro mas solo.
Nos dejó en el Largo de Guimanes, calle para subir y bajar para descubrir este barrio que en su día fue rico pero ahora es decadente pero que mantiene cierto encanto.
Cuando llegamos allí, contra todo pronóstico, ni un turista...Y muy poca gente por la calle. Con un pelín de miedo en el cuerpo por lo que la gente nos había dicho de este barrio, decidimos sentarnos a tomar algo en un bar bastante mono donde había un par de mesas ocupadas por brasileños, lo que nos dió buena impresión del lugar. Se llamaba Bar do Mineiro y donde tomamos unos pinchos típicos brasileños que todos estaban tomando en el bar. Ni idea de que llevaban. Algo de carne, algo de pimientos...No se, pero estaban deliciosos. Nos volvió a sorprender los precios, muy caros y mucho mas teniendo en cuenta lo que pides, qeu es un bar no turístico y que no está en un barrio super chic o enfrente de la playa por ejemplo. No esperaba estos precios, son ridículos a veces.
Le preguntamos al camarero hacía donde ir para visitar bien el barrio. Nos dijo que nada de ir para abajo, que era una zona muy bonita pero que era muy peligrosa. Pues vaya...Pero nos recomendó ir hacía el otro lado donde podríamos callejear por el barrio con menos peligro. Así que en esa dirección fuimos.
Los antiguos railes por donde pasaba el tranvia marcaban el camino. Paramos en una tienda con cosas muy originales y curiosas donde compramos un imán para la nevera por el que nos cobraron 5€. Jamás en la vida, en todos los lugares donde he estado, he pagado 5€ por un imán. Tengo que aclarar que mi madre hace colección por eso le llevo uno de cada lugar que visito.
Seguía sin haber nadie. Pensamos que era muy extraño porque era un barrio que visitar en Rio, toda guia turística te dice que vayas y allí estábamos solas mi prima y yo, cero turistas.
Caminamos, hicimos fotos a las casas, a los muros pintados con bonitas imágenes y a las increibles vistas que este barrio ofrece de la ciudad. En cualquier recoveco puede aparecer un pequeño mirador donde quedarte asombrado con la majestuosidad de la ciudad, sus edificios modernos y altos, sus favelas apiñadas en las laderas de las montañas, las largas playas de arena blanca, el Cristo Redentor, el Pan de Azúcar...Las mejores vistas desde el Museo da Chacara do Ceu que hay en la parte alta del barrio.
El paseo fue bastante cansado porque las cuestas son muy empinadas y todo el suelo es de adoquín que no está en muy buen estado por lo que no ayuda pero el barrio en sí y las vistas que ofrece de la ciudad merece la pena, eso si, mucho cuidado por que zonas vas, sentimos cierto miedo y no queríamos ni sacar la cámara de fotos en según que zonas sobre todo por el hecho de que no había nadie por las calles aunque también tengo que decir que a los brasileños que encontramos por allí muy simpáticos y nos ayudaron en todo lo que necesitamos aconsejándonos hacía donde ir y que lugares evitar.
Para bajar la colina cogímos un autobus para cambiar de medio de transporte y para mezclarnos con los Cariocas. Después cogimos el metro para ir hacía la playa de Ipanema, a eso de media tarde, para conocer el barrio por encima, ya irríamos otro día, y ver cuerpos espectaculares tostandose al sol mientras bebían un cocktail tropical y veían a otros bailar samba.
El barrio bastante normal, incluso diría tranquilo, comercios, tiendas de ropa, lugares para comer, bares pero con poco gente dentro, eso si, mucha gente en la calle yendo de un lado para otro, me recordó a Nueva York. Volvimos a cruzarnos con cero turistas. No es que los fueramos buscando pero nos sorprendió mucho que siendo Río una ciudad tan conocida por el turismo no viéramos a ninguno practicamente en todo el día.
En cuanto a nuestra idea de lo que íba a ser la playa de Ipanema, debía de ser que ya se habían ido a casa porque en la playa no había casi nadie. Quizás ya era tarde, las seis, pero nos encontramos con una playa practicamente desierta con una arena que tenía una textura que no había visto antes y con un mar bastante agitado. Las personas que vimos o estaban haciendo ejercicio en el paseo o íban con su traje de neopreno en busca de olas.
Eran las siete de la tarde, habíamos estado andando todo el día sin practicamente parar y desde las ocho y poco de la mañana. Imagino que por eso nuestros cuerpos se acabaraon rindiendo y nos mandaron la orden de volver a casa a descansar, no sin antes tomarnos unos panes rellenos típicos de aquí acompañados con zumos naturales, muy comunes en Río, de frutas que nunca antes había visto ni probado, con unos sabores auténticos y refrescantes.
Metro a casa, paseo por el barrio y a eso de las nueve y media los ojos empezaron a cerrarse.
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Los turistas debían de estar por la zona del Rock in Rio o algo asi...
ResponderEliminarSupongo pero tambien hay muchos turistas que vienen a Rio y no van a Rock in Rio, no? es una incognita que nunca entenderé :)
ResponderEliminarSí, supongo que si, la verdad es que es algo muy raro, pero bueno, ya contarás si descubres algo ^^
ResponderEliminarnada....no he dado con muchos turistas, solo en lo mas mas famosos pero nada en las playas, nada en las calles....ni en los bares por las noches...curioso, pero mejor :)
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