miércoles, 6 de abril de 2011

UN DÍA MUY LARGO PERO CURIOSO Y CON UN FINAL DELICIOSO

Después de haber dormido unas cuatro horas por unos problemas logísticos la noche anterior me levanto agotada, me doy una ducha con agua a veces hirviendo a veces congelada, en plan balneario pero no a propósito, me visto, preparo la cosa, imprimo el material para las clases y me voy. Salgo a la calle y un viento increíble, pelos desenfrenados, que no es por el estilismo si no porque si ya de por si mi pelo no hay quien lo dome ya con ese viento apaga y vamonos.

Esa mañana tenía clase de español para niños de entre año y medio y tres años así que me pasé todo el trayecto en el metro recordando el orden de las actividades, repasando las coreografías de las distintas canciones y confirmando que tenía todo el material que necesitaba. Casualmente me encontré en el metro a uno de mis estudiantes con el que tenía clase por la noche J ¡Siempre me encuentro con gente en Nueva York!

El día anterior habíamos ido a nuestro armario en la sala que alquilamos para las clases de preescolar alternativo en español y nos quedamos bocabiertas cuando vimos que alguien había robado mas de la mitad de nuestro material así que tuvimos que comprar material de urgencia en el último minuto, reestructurar algunas actividades porque no era posible conseguir el material en un día…un caos. Así que estaba bastante nerviosa pensando que todo estaba preparado para esa clase. Recordé que también nos habían robado la máquina de hacer burbujas pero la madre (jefa) tenía una pistola grande de burbujas en su casa así que le mandé un mensaje diciéndola que no se la olvidara.

Cuando salgo en la estación cerca del edificio donde damos las clases me llega un mensaje de la madre “no tengo la otra pistola”. Yo tampoco lo sabía porque nunca antes había dado clases a niños tan pequeños pero las burbujas son algo fundamental en una clase infantil…les hipnotizan las burbujas, les encantan ¡Necesitábamos burbujas! Así que me pasé por una tienda de camino a la escuela y lo único que encontré fue un pequeño bote para que las hiciera yo, el típico de toda la vida así que a veinte minutos de la clase y sin otra opción, lo compré.

Llegué, la jefa estaba allí, colocamos todo, dejamos todo preparado y llegaron las madres con los niños. Todas menos una eran nuevas así que no iban a darse cuenta de todo el material que faltaba o de lo que habíamos tenido que improvisar. Estas clases son con las madres y los niños juntos así que tienes que enseñar a ambos porque la mayoría de las madres no saben nada de español.

Me presento, les explico que toda la clases va a ser en español, saludo a los peques, nos preparamos para cantar la primera canción de bienvenida, voy a reproductor de cd y no funciona…¡Pero si ayer funcionaba! Sigo intentando, nada. “Vale Marta, te va a tocar cantar TODAS las canciones con tu voz de ángel” “Puff…ahora a cantar todo, que normalmente lo hago pero con la música sonando que es más fácil, ni si quiera se si me acuerdo de todas las letras…”

No tenía más narices así que me puse a cantar como el ruiseñor y la clase comenzó. Juegos, actividades, canciones, yo en mi salsa, todas las letras de las canciones de repente vinieron a mi cabeza y hacía hasta dobles coros de mi misma, un espectáculo. El cocherito leré, el corro de la patata, la Yenka…Más que una clase de español para niños era un concierto. Una profesionalidad, una variedad de tonos…¡Un desastre! Y eso que cantaba en el coro del colegio…que lástima…aunque los niños se lo pasaron genial, aprendieron a decir varias palabras y las madres me dijeron que había cantado muy bien…Profesionales mintiendo…jejeje, pero bueno, fue muy divertido y las cosas salieron muy bien así que al terminar la clase, a pesar de la vergüenza que había pasado cantando me sentí orgullosa de que las cosas hubieran salido tan bien. Al terminar la clase teníamos tres niños nuevos registrados J

Corriendo porque llegaba tarde a mi clase de español con los gemelos. Fui, di la clase, todo bien, y me fui volando porque tenía dos horas para imprimir unas cosas, que tardaban en imprimirse, y que tenían que estar preparadas antes de las doce de la noche. Llego a la tienda después de treinta minutos en el tren y me doy cuenta de que se me ha olvidado el pen drive en casa…¡En Brooklyn! Y estaba en la calle 170, Harlem. Eran las seis, tenía una clase a las 7:45 y tenía que imprimir eso, que iba a tardar unas dos horas, antes de las doce ¡y el pen drive en mi casa!

Así que, con todo el dolor de mi corazón, me cogí el metro y estuve montada en el cincuenta minutos hasta llegar a mi casa. En el metro me di cuenta que no tenia llave de casa porque se la había dado a mi compañero de piso para que hiciera una copia para el porque yo iba a llegar mas tarde que el por la noche así que cuando yo llegara él ya iba a estar en casa…”¡Por favor que esté en casa!” En cuanto salí a la calle desde la estación le llamé para saber si estaba en casa o cerca, estaba en casa.

Fui a casa volando, cogí el pen drive y me fui corriendo. Otros cuarenta minutos en tren para llegar a mi clase. Llegué justo a tiempo, un minuto antes que mi estudiante. La clase terminaba a las 8:45 pero él había estado en México la semana pasada así que nos liamos a hablar nos liamos a hablar y nos dieron las nueve y media. Tenía dos horas y media para ir a imprimir eso. Cogí el metro corriendo otra vez hasta Harlem, unos treinta minutos, preocupada por la hora a la que cerraba la tienda. Cuando llegué estaba abierta, menos mal. Lo imprimí y me cogí el tren de vuelta a casa. Eran las doce de la noche cuando lo cogí y llegué a mi  casa a la una porque tuve que cruzar todo Manhattan de norte a sur y además cruzar parte de Brooklyn hasta llegar a mi casa. Cuando llegué a casa todas las luces estaban apagadas, menos la de la cocina. Vi una bolsa de papel y una notita que ponía “comida India ¡deliciosa! Para ti. Postre en la nevera”. Mi compañero de piso me había pedido comida india para cenar. Bueno para cenar, comer y desayunar porque era lo único que había comido en todo el día, no había tenido tiempo para comer así que para mí fue increíble llegar a casa y encontrarme eso. Después del día que había tenido, mas de quince horas en la calle de un lado para otro, cantando en las clases, teniendo que bajar a Brooklyn a por el pen drive, corriendo corriendo corriendo, habiendo dormido unas cuatro horas y encuentro este detalle tan bonito… Con finales de día como este merece la pena tener un día lleno de locuras y contratiempos.

5 comentarios:

  1. Reconozco que me he estresado muchísimo leyendo esta entrada. Menos mal que tuvo final feliz!

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  2. Q estress me has recordado a mi cuando voy como las locas y no me da tiempo ni de comer, solo q aki en vez de metro cohe pa'rriba coche pa' bajo, lo peor aparcar!!

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  3. Estos dias son de los que te da tiempo a hacer cosas que si lo piensas verias imposible, mejor no pensar, de un lado para otro...y al final haces todo y comida rica al final ya como extra :)

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  4. Hola Marta. Soy Gabriella y me acabo de inscribir a Spaniards.es... y he descubierto tu blog. Me encanta!!!! Tienes mucho salero pa'contar tu dia a dia y le pones un toque fresco a tus escritos.
    Muchas felicidades!!! Pregunta: No te convendria poner tu pendrive con tus llaves? Asi tendrias menos posibilidades de olvidarla en casa. :-)

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  5. Hola Gabriella, muchas gracias por lo que me dices! y gracias tambien por el consejo del pendrive...voy a ver si puedo :)

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