Con un malestar mas que evidente debido al mal de altura, fuimos a desayunar aunque mi prioridad en ese momento era tomar mate de coca, todo el que pudiese para poder sentirme mejor ya que ese día era uno de los mas importantes del viaje, íbamos a ver El Valle Sagrado.
Siete de la mañana, tras unos cuantos mates, y echar un vistazo por la terraza del hostal que nos ofrecía una visión general de la ciudad con los imponentes edificios de la Plaza de Armas , nos fuimos a pasear por la ciudad porque no cogíamos el autobús hasta las nueve.
Un cielo azul como nunca antes lo había visto en mi vida que parecía pintado por un niño con su plastidecor. Poca gente en la calle pero un movimiento incesante. Gracias a esto pudimos ver mucho mejor y con menos gente la ciudad y como actúan sus habitantes cuando no hay turistas a la vista.
La panadera en la calle sentada vendiendo pan y otros dulces.
Un simpático señor con un carrito vendiendo una mezcla a base de extraños líquidos de colores intensos que se sirve caliente, una señora limpiando su zona de la calle.
Una niña con una alpaca mucha mas peluda de la que vimos el día anterior que nos dejó hacer una foto previo pago de "unas moneditas".
Un cartel cuanto menos intrigante, al que al parecer la gente no hacía mucho caso...
Y algo de lo que no nos habíamos dado cuenta hasta ese momento y que nos sorprendió pero que no era lo que parecía. La ciudad de Cuzco estaba absolutamente llena de banderas como las que aparecen en la foto. La blanca y roja de Perú y la de colores de Cuzco. A primera vista nos pareció curioso que un país tan tradicional y, en mi opinión, un poco machista y anticuado, fuese tan gay friendly, que apoyase tanto a los homosexuales. Pensé que quizás era por atraer a ese sector del turismo...Pero horas después, en el autobús rumbo al Valle Sagrado, el guía nos dejó claro que esa bandera representa la ciudad de Cuzco y en ningún caso la bandera gay. Que la bandera de Cuzco tiene una banda mas que la gay y que eso es lo que las diferencia.
Encontramos a un chico enfrente de la piedra de los doce ángulos y un chico empezó a explicarnos el porqué de los doce ángulos, como los incas construían sus ciudades con formas de animal y la de Cuzco era la forma del puma, demostrándolo con el mapa de la ciudad, y muchas curiosidades mas. Cuando le dijimos que nos teníamos que ir nos dijo que era guía y que nos podía explicar toda la ciudad, lo malo es que teníamos que ir a coger el autobús. "Quizás otro día" le dijimos.
Tras nuestro paseo, fuimos al punto donde habíamos quedado con el chico que nos había vendido la excursión. Tal y como más tarde supimos que aquí se hacían las cosas, el chico llegó tarde en un taxi en el que nos hizo montar rápidamente con su mujer para que nos llevara a otro punto de la ciudad. Llegamos a una plaza donde había muchos peruanos con listas llenas de nombres, los turistas que íbamos a coger los autobuses para las diferentes excursiones. Después de esperar otros veinte minutos, la chica nos dijo que siguiésemos a otro chico, que él nos iba a llevar a nuestro autobús. Todo era bastante caótico y daba la impresión que íbamos de un lado para otro con unos y con otros...Pero llegamos al autobús, casi una hora después de lo que habíamos quedado con el organizador, nos sentamos y cambiamos el chip, El Valle Sagrado nos esperaba.
Sacsayhuamán, son unas ruinas con gran interés arqueológicos ya que sus construcciones están hechas en piedra caliza, que es una de las rocas mas duras que existe en el mundo.
Por el camino pudimos ver pequeños poblados o ni si quiera eso, casas desperdigadas aquí o allí hechas todas de adobe y muchas de ellas con figuras esculpidas en el adobe para venerar a los dioses para que protejan sus casas.
La primera parada fue, aunque no estaba en el itinerario inicial, una especie de mercado en una esplanada en la carretera con un aparcamiento improvisado para autobuses. Nadie había contratado esa parada pero te paran allí tres cuartos de hora y no hay nada mas que puestos puestos y puestos al lado de una carretera. Es como si te obligaran o al menos incitaran a comprar de una forma muy descarada. Entiendo perfectamente que podemos ayudar a estas personas con menos recursos comprándoles sus productos pero una cosa es que vayas a un pueblo y compres cosas en los mercados y otra cosa es que creen un lugar en medio de la carretera donde parar a los turistas para que compren, como si fuéramos marionetas.
Nosotras echamos un vistazo a las tiendas pero los precios eran mas caros que en Cuzco y tampoco nos gustó nada así que pasamos el tiempo viendo jugar a unos niños que estaban por allí mientras sus madres se encargaban de los puestos.
Paseando un poco encontramos otro de los atractivos de nuestra parada, una mujer con un rebaño de alpacas y llamas metidas en una especie de corral. La mujer muy amable nos contó la diferencia entre la llama y la alpaca y nos sugerió hacer un par de fotos, sorprendentemente a cambio de nada.
Pasados los tres cuartos de hora, subimos al autobús y empezamos a serpentear por carreteras en forma de S ascendiendo mientras podíamos ver preciosas vistas de montañas y del valle donde se asentaban los antiguos pueblos incas.
Aquí encontramos a una niña que vendía ajedredrecescomparlo, ya sabes como acaba la partida".
Me hizo gracia la frase pero después, pensando en el autobús, me hizo sentir un poco avergonzada por lo que pasó y de como los españoles fuimos los responsables de ello así que cada vez que el guía hablaba sobre el final del imperio inca, de como los españoles acabaron con ellos y demás, ese sentimiento de culpa me acompañaba. A pesar de que, prometo que yo no estuve allí cuando ocurrió :)
Llegamos a Pisac, la ciudad con forma de perdiz donde el guía nos llevó a la tienda de unos amigos que hacían joyería de plata con piedras de la zona donde podríamos ver todo el proceso y donde nos recomendaba que comprásemos porque tenían la mejor calidad y precios de la zona...Fue muy curioso ver el proceso la verdad y lo laborioso que es además usando pocas herramientas y muy básicas.
Después nos dimos una vuelta por el mercado tan típico de Pisac donde se puede encontrar de todo a un precio mas o menos bueno, depende de tu capacidad de regateo.
Encontramos un horno enorme donde había un hombre haciendo bollitos de queso que olían desde lejos así que allá que fuimos a probarlos.
¡Estaban deliciosos! Así que nos pedimos dos cada una y nos fuimos tan felices a seguir pateando el mercado. Vimos que nuestro amigo el panadero tenía unas cobayitas muy monas que pensábamos que eran como mascotas pero que luego supimos que es un plato típico de Perú, el famoso conejillo de indias o como lo llaman allí cuy al horno...
Algo compramos, una bufanda, unos imanes... Pero sobre todo lo hicimos fue pasear viendo a la gente, las casas, la forma de vestir, su forma de hablar entre ellos, muchas veces en quechua, los niños, la comida...Todo lo que nos llamaba la atención.
Volvimos al autobús para subir al parque arqueológico de Pisac. En el bus nos dijeron que teníamos que comprar las entradas del parque en la entrada y luego volver a subir. Llegamos a la taquilla y nos dijeron que, al cambio, teníamos que pagar unos 20€ cada una ¿¡Qué!? No teníamos muchos soles y no cogían dolares ni tarjeta de crédito...Pagamos la entrada y nos quedamos con unos 30 céntimos de euro al cambio, para las dos. La excursión era todo el día así que no sabíamos como nos las íbamos a apañar....
Entramos en el parque arqueológico y vimos las enormes terrazas donde los incas creaban microclimas para los distintos cultivos y donde investigaban sobre los diferentes productos.
Todo esto con unas impresionantes vistas y en lo alto un antiguo castillo inca donde los mas adinerados vivían.
Otra cosa que nos pareció muy llamativa fueron las tumbas donde enterraban a los nobles. Estaban escabadas en la pared de una montaña a miles de metros de altura y totalmente en vertical. Le pregunté al guía como fueron capaces de escabarlas y de acceder a ellas para los enterramientos y demás. Me contestó que los incas fueron muy conocidos por sus buenas aptitudes para la construcción de andamios que les permitían trabajar en cosntrucciones e incluso montañas de verticalmente.
Accedimos a casi el último recoveco del parque y la verdad es que había zonas que daban un vértigo y que te dejaba son respiración un ratito...Menos mal que el mate de coca había hecho efecto porque si no...Además, teníamos que ir practicando para el Machu Picchu.
Nos montamos en el bus y el guía nos dijo que la próxima parada sería en el restaurante concertado para la excursión, que fuésemos sacando los recibos que nos habían dado al contratar la excursión. Eh......A nosotras no nos habían dado nada, ni si quiera nos habían dicho si la comida estaba incluida o no en la excursión, nosotras dimos por hecho que no pero nos llevaron a un restaurante en la carretera al lado de nada donde todo el mundo entraba a comer y nosotras con menos de medio euro en el bolsillo y sin el dichoso recibo...Con mas hambre que los pavos de Manolo después de tanto subir montaña, tanta caminata por mercados y demás.
Un gran cartel en la entrada del restaurante "No aceptamos tarjeta de crédito" nos quitó cualquier duda sobre si íbamos a poder comer o no ese día. Pero....Mi prima y yo nos miramos sin decir nada con cara de niñas, de niñas con hambre, y entramos en el restaurante como si nada. Nadie nos paró en la entrada, al parecer el recibo había que darlo a la salida.
Era tipo buffet libre, sin incluir la bebida, así que nos fuimos a la cola de la gente que iba cogiendo la comida y a la hora de pedir la bebida las dos dijimos, mas secas que la mojama, "De beber nada gracias, estoy bien así".
Cogimos nuestros platos y nos sentamos a comer como si el mundo se fuera a acabar en cinco minutos. Cuando terminamos, miramos a los lados para salir hacía el baño, que estaba fuera, y ya desde allí volver al autobús sin que nadie se diese cuenta para no tener que pagar, no por no pagar, si no porque no teníamos ni un chavo.
Fuimos al baño en plan pegadas a la pared a lo espía, mirando a todos lados y mandándonos miraditas entre nosotras que se podían traducir como "vamos" "ahora que no hay nadie" "espera que viene un camarero"
Llegamos al baño, ¡prueba superada! y cuando voy a salir....Me había quedado encerrada...Yo llamando a mi prima con un medio ataque de claustrofobia y mi prima partida de la risa intentando abrirme pero sin éxito...¿Qué tuvimos que hacer? Llamar a los camareros para que me sacaran de allí...Y nosotras queríamos pasar desapercibidas...Después de dos minutos y varios "señorita tranquila que ya está casi", la puerta se abrió y cinco camareros estaban allí, con mi prima, sonriendo y pidiendo perdón por lo ocurrido...Nos despedimos diciendo "no hay problema de verdad, no pasa nada" y saliendo sutilmente escopetadas....¡Vaya espectáculo! Pero al final comimos sin pagar, de lo que no nos enorgullecermos para nada.
Subimos al autobús rumbo Ollantaytambo, lugar donde se dio la última gran resistencia inca contra los conquistadores españoles. Aquí es donde los incas construyeron varios templos, uno de ellos el templo del sol, y unas grandes despensas en vertical en una de las paredes de la montaña. También se pueden ver las típicas terrazas incas pero que en este caso servían para sostener la fortaleza.
Muchas cosas de este lugar me llamaron la atención. Me pareció especialmente mágico. La leyenda del templo del sol, la incertidumbre de como los incas pudieron mover monolitos tan grandes y sobre todo pesados hasta allí arriba tras saber, según estudios, que esas grandes piedras no pertenecían a esa montaña si no a una enfrente de esta a la que hay que llegar previamente cruzando el río. Creeme que no es nada fácil subir esas terrazas así que no quiero pensar lo que sufrieron los incas para subir esas pesadas rocas de dos metros de alto y metro y medio de ancho, si es que fueron ellos....Por que una de las teorías mas curiosas dice que no fueron los incas si no extraterrestres los que lo hicieron.
La típica foto que se hace sin querer con la cámara mirando al suelo...A mi me ocurrió en este lugar y, sorprendentemente para mi al menos, salieron unos dibujos similares a las lineas de Nazca pero nadie pareció darles importancia y ni si quiera el guía nos habló de ellos pero ahí estaban...
Tengo que decir que, afortunadamente, la entrada que compramos en el parque arqueológico de Pisac tenía incluida la visita del parque arqueológico de Ollantaytambo porque si no no hubiéramos podido entrar...
Después de este lugar mágico para mi, nos fuimos hacía el último lugar que íbamos a visitar del Valle Sagrado ese día, Chinchero, un pueblo pequeño cuya actividad mas importante es la textil de forma totalmente artesanal. Tan artesanal que nos enseñaron como directamente de las plantas, cortezas y demás, sacan los diferentes colores. Como tiñen la lana, como la trabajan, como la hacen hilos, como la trabajan y demás. Fue una interesante experiencia porque era auténtica y muy tradicional.
Un pueblo muy pequeño con casas de adobe y una iglesia bastante curiosa cuyos techos estaban completamente decorados a manos con bonitas pinturas. Al salir de la iglesia, un improvisado mercado de gente tirada en mantas sobre el suelo, la madre con los niños normalmente, vendiendo mayoritariamente cosas textiles de gran colorido.
Además había pequeños carritos con comida, mazorcas de maíz, que ellos llamaban choclos, y varios granos inflados parecidos a las palomitas de maíz pero de granos diferentes. No teníamos nada mas que un par de moneditas pero al preguntarle a la señora nos dijo que incluso nos sobraban unos céntimos así que felices como niñas con su bolsa de chuches, y mas felices porque llevábamos mas de cinco horas sin comer nada y no pensábamos que con el poco dinero que teníamos nos diese, nos subimos al autobús rumbo a casa, a Cuzco.
Llevábamos unas diecisiete horas no solo despiertas si no sin parar así que en cuanto nos montamos en el autobús caímos hasta que...el autobús se para en medio de la carretera, en plena oscuridad, todos las personas del autobús asustadas porque hay muchos asaltos a los autobuses de turistas en Perú. Yo ya estaba preparando los céntimos, la cámara de fotos y el móvil para que se lo llevasen cuando me llené de valor y me levanté y andando hasta la ventanilla del conductor le pregunté al conductor, que estaba fuera del autobús "¿Qué pasa? ¿Está todo bien?" "Si, no se preocupe, hemos pinchado la llanta" "¡Ah bueno! haberlo dicho antes!" pensé así que me di la vuelta y cuando vi a todos los turistas nerviosos y sin saber que pasaba, la mayoría no hablaba español, les expliqué que habíamos pinchado pero que en pocos minutos saldríamos hacía Cuzco.
En menos de cinco minutos en conductor tenía la rueda cambiada. En cuanto subió, al estilo americano, todos los turistas del autobús empezaron a vitorearle y a aplaudirle. El chico se lo merecía la verdad porque era de noche y todo y no tardó nada.
Ahora si, volvimos a caer hasta llegar a Cuzco. Con mucho frío subimos desde donde nos dejó el autobús hasta una pizzeria que, muy importante, aceptaban tarjeta y que desprendía un olor a horno de leña... Así que allí nos quedamos. Pedimos un par de pizzas que estaban deliciosas y que eran super baratas y unos zumos naturales igualmente buenos y mientras cenábamos hablamos un rato con una chica holandesa bastante simpática.
Un paseito hasta casa y completamente agotadas, a dormir. Mañana sería otro día.
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