Siete y media de la mañana y nosotras vestidas y preparadas en la terraza del hostal para desayunar. Un mate, pan con mantequilla y mermelada y a caminar.
Habíamos quedado con el chico que nos preparó las excursiones a las 9:00 en la misma plaza que el día anterior así que aun teníamos tiempo para dar una vuelta por Cuzco ya que iba a ser el último momento que tendríamos de día para ver la ciudad ya que volveríamos al día siguiente pero por la noche para dormir y volver a Lima pronto por la mañana.
Pasamos un par de horas paseando y comprando recuerdos en Cuzco y a la hora que habíamos quedado nos fuimos a la plaza a esperar al chico. Otra vez, llegó tarde. Venía con su mujer montado en un taxi del que se bajó y al que nos hizo montar rápidamente. El taxi destartalado y a toda prisa se dirigió hacía una especie de garaje donde nos bajamos. Estábamos en una zona a las afueras de la ciudad, donde no había ningún turista, y nos metieron en una pequeña furgoneta con seis personas mas donde lo primero que nos dijeron fue "vigilad vuestras mochilas cuando alguien baje de la furgoneta".
La conducción fue bastante, como decirlo, bastante agitada. Las carreteras no están en muy buenas condiciones pero eso no era lo peor, lo peor fue como conducía el chofer...Supongo que cuanto antes vaciase la furgoneta antes podría volver a llenarla y eso es lo que importaba. Estábamos deseando llegar, todos, no parábamos de mirarnos cada vez que el conductor adelantaba sin tiempo o espacio para volver al carril, cuando otros conductores le pitaban al invadir el carril contrario en una curva cerrada, cuando adelantaba a otros autobuses a toda velocidad...
Llegamos a Ollantaytambo, donde el conductor nos hizo bajar rápido de la furgoneta. Teníamos unas dos horas para dar un paseo por el pueblo antes de coger el tren que nos llevaría a Aguas Calientes, el campamento base para subir a Machu Picchu.
Hay tres formas de llegar a Aguas Calientes, para después ir a Machu Picchu:
1. Bus desde Cuzco a Poroy y después tren desde Poroy a Aguas Calientes.
2. Bus desde Cuzco a Ollantaytambo y después un tren desde Ollanta a Aguas Calientes.
3. Bus o coche hasta cierto pueblo y después andar unas dos horas hasta llegar a Aguas Calientes.
La furgoneta nos dejó a las afueras del pueblo así que cogimos una pequeña moto-taxi, por unos veinte céntimos cada una, que nos subió hasta la plaza del pueblo.
El día anterior habíamos estado en Ollanta pero, como íbamos con una excursión organizada, solo nos habían dejado tiempo para ver las ruinas, no el pueblo. Así que estuvimos paseando por las calles empedradas, viendo las casas, la gente...
Entonces, cuando pasábamos por un café, un chico peruano nos preguntó "¿De donde sois?" "De España" contestamos. Y así empezamos una conversación con él. Nos contó que había subido a la cima de una montaña que le había costado muchísimo esfuerzo, a pesar de que se le veía en muy buenas condiciones físicas, y que todo lo había hecho porque desde arriba, y solo un día al año, se podía ver la sombra de un animal (que no recuerdo) que era mitológico desde tiempos incas. Nos encantó la historia, ¡Que interesante! Nos aconsejó ir al mercado del pueblo para comprar algo de fruta y agua ya que los precios en Aguas Calientes se multiplican por hasta cinco ya que es un lugar creado únicamente para el turismo.
Le hicimos caso y fuimos a ver como era el mercado de Ollanta. Estaba dividido por zonas, fruta, verdura, carne, con la carne encima de cajas de madera, hasta una cabeza de vaca despellejada había. Decidimos volver a la zona de fruta, mucho mas interesante por los productos desconocidos y por los colores y los olores. Compramos un par de kilos de fruta fresca para llevarnos. La verdad es que estaba muy buena, un sabor muy auténtico y el precio muy bajo.
Encontramos una mujer con un pequeño puesto donde vendía pinchitos de pollo y de carne sazonados con una salsita que impregnaba con un pequeño pincel. No pudimos decir que no, nos paramos y nos tomamos uno cada una mientras hablábamos con la señora. Cuando nos dimos cuenta nos quedaba media hora para coger nuestro tren.
Nos fuimos rápidamente hasta la estación, parando por un bar para pedir uno zumo de frutas naturales, y nos montamos en el tren deseando que empezara la travesía. Teníamos un par de horas para poder disfrutar del paisaje mientras nos íbamos acercando a Machu Picchu.
Montañas, valles, pequeños asentamientos, mochileros caminando al borde de la vía para llegar a Aguas Calientes (lo que puede ser bastante peligroso según nos comentaron), bonitos pájaros, campos de cosecha... Y todo en paralelo al río. No pude dejar de mirar a través de la ventana. Solo dejé de mirar cuando el azafato me preguntó que quería beber mientras me daba una bolsita con un poco de plátano frito.
Llegamos a Aguas Calientes y estaba llovizneando. Salimos del tren y, después de haber casi salido de la estación, nos dimos cuenta de que nos habíamos dejado la bolsa de la fruta en el tren. Corrimos para recuperarla y uno de los trabajadores nos dijo que su compañero había encontrado la bolsa y nos la dio. Salimos de la estación con nuestras mochilas y la bolsa de fruta, se suponía que alguien del hostal, que estaba contratado desde Cuzco, nos iba a venir a buscar pero cuando llegamos no había nadie...Preguntamos por allí y nos dijeron que ya no quedaba nadie de los hostales, que todos se habían ido...Afortunadamente teníamos el nombre del hotel escrito de mala manera y rápido en un papel, se lo enseñamos a un policía que había por allí y nos llevó hasta el hostal, a menos de cinco minutos andando.
Cuando llegamos al hostal, haciendo la historia corta, nos dijeron que no teníamos reserva y que el hostal estaba lleno, como el resto de los hostales de la ciudad. Nosotras nos quedamos con cara de idiotas, ya habíamos pagado todo por adelantado. Después de medio discutir y un par de llamadas nos dieron una habitación y nos dijeron que bajásemos a cenar, a su cargo por los problemas, y que en ese momento el guía nos contaría todo sobre el día siguiente, nuestra excursión a Machu Picchu.
Con la mosca detrás de la oreja nos fuimos a dar una vuelta por Aguas Calientes. La gente ya nos había contado que este lugar era un cúmulo de restaurantes, hostales, cafés...Todo creado para el turista pero hasta que no lo vimos no nos dimos cuenta de cuanta razón tenían.
Los precios en las tiendas, los zumos en los cafés, todo estaba multiplicado por 3 o mas con respecto al precio de Cuzco, que no es precisamente un lugar sin turistas. Para poder salir desde la estación de tren a la zona de los hostales, obligatoriamente y como único camino, tenías que pasar por el mercado artesanal. Todo pensando para el turista pero a lo bestia. Lo único bonito de aquel lugar eran las vistas ya que está enclavado entre montañas, mires hacía donde mires.
Cuando íbamos por la calle un chico de un restaurante nos comentó que en su restaurante tenían oferta 2x1 y que pasásemos, que el ambiente era muy bueno. El chico era simpático y el lugar no estaba mal así que entramos. Pedimos un zumo y mi prima un helado, que nos dijeron que si que tenían pero que tuvieron que ir a comprar calle abajo y que al final trajeron de sabores que mi prima no había pedido pero aun así se lo tomó sin problemas. La sorpresa fue cuando nos trajeron la cuenta y vimos que el precio del zumo y del helado eran mas del triple de lo que habíamos estado pagando pero que además no habían aplicado el 2x1 tal y como nos había dicho el chico y, para colmo, nos habían cobrado por "servicio" dos veces el precio de las consumiciones.
Educadamente pedí hablar con la encargada, la cual nos dijo que era lo que había y que teníamos que pagarlo. Después de discutir durante un buen tiempo y amenazar con llamar a la policía su respuesta fue "llámeles si quiere, van a hacerle pagar". Les pedí la hoja de reclamaciones y me dijeron que no era obligatoria tenerla, aunque yo la había visto en varios establecimientos. Nos sentimos engañadas de forma descarada, no era por el dinero, era por la injusticia, por como las cosas funcionan allí, no en todos sitios pero si en muchos. Acabamos pagando, saliendo por la puerta diciendo a la gente que pretendía entrar que no lo hicieran por que les iban a engañar dándoles un pésimo servicio.
Nos dirigimos hacia el hostal para cenar esa cena que nos habían prometido a forma de disculpa por lo acontecido. Llegamos, cenamos bien, comida típica, casera y decente con unos chicos hawaianos bastante simpáticos.
El guía nos estaba esperando para explicarnos todo. Cuando nos acercamos a él nos saludó diciendo "hasta que ustedes no paguen la cena no les daré ninguna instrucción para mañana". Absolutamente alucinadas le explicamos que el chico que nos recibió en el hostal nos dijo que la cena corría por parte del hostal. Vino el encargado y negó que eso fuera así y nos dijo con muy malos modales que si no pagábamos la cena no iríamos a la excursión de Machu Picchu, por la que ya habíamos pagado mas de $60 cada una.
Con un coraje y una indignación increíble decidimos pagar la cena, a pesar de que para entonces el chico que nos había atendido y que nos dijo lo de la cena hizo acto de presencia y reconoció que nos había dicho que la cena corría por parte del hostal pero que el encargado se pasó por el lomo diciendo "este chico no sabe sobre los servicios del hostal" ¿No sabe sobre los servicios del hostal pero está de recepcionista? Increíble...
Pagamos, nos explicó todo para el día siguiente y nos dijo que no nos iban a dar desayuno, a pesar de que habíamos pagado por ello, porque no estaba registrado que tenían que dárnoslo. Que llamásemos al que nos había hecho la reserva, al que llamamos y cuyo teléfono no daba señal...
Nos fuimos a la cama indignadísimas, decepcionadas y con ganas de mandarlo todo a la mierda. Esto quita las ganas a cualquier, que panda de sinvergüenzas, aprovechan que el flujo de turistas es constante para estafarlos. Que pena que un país tan bonito como Perú trate así a las personas que con su dinero les ayudan. El servicio, al menos en mi experiencia, es malísimo, estafa tras estafa.
Si no fuera porque nada ni nadie nos iba a quitar las ganas de conocer Machu Picchu, hubiéramos mandado todo a tomar por saco y nos hubiéramos vuelto a España. Que pena...
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indignante, yo no sé que hubiera hecho...
ResponderEliminarincreible Lidia...una pena
ResponderEliminarEstimada Marta,
ResponderEliminarSiento mucho que ciertas personas te hayan decepcionado en tu viaje por Perú, la verdad es que la corrupción es muy generalizada en mi país, y es una de las cosas que mas odio, sin embargo te puedo asegurar que no todas las personas son así.
Tienes un blog muy interesante y divertido, por favor síguenos deleitando con tu experiencias por este planeta.
Un gran saludo,
Manuel Mendoza
manuelmendozaes@yahoo.es
Hola Manuel, la verdad es que me sorprendió encontrar tantas personas así en Perú pero también tengo que decir que encontré gente muuuuy agradable y que nos ayudó mucho. En todas partes hay de todo...Lástima de corrupción porque tu país es precioso de verdad.
ResponderEliminarPor supuesto seguiré contandos mis aventurillas por el mundo!!
Un abrazo :)