lunes, 22 de julio de 2013

CAMPO DI FIORI, DE DÍA UN MERCADO, DE NOCHE PERFECTO PARA TOMAR ALGO

Originalmente un campo de flores, de aquí su nombre, mercado de caballos un par de días a la semana, lugar donde se realizaban las ejecuciones públicas, mercado de frutas y verduras semanal, son algunas de las actividades que han pasado por esta popular plaza en el centro de Roma.

Aun sigue siendo un centro neurálgico importante, con su mercado principalmente de alimentación y flores todos los días de la semana hasta la hora de comer donde propios y extraños revolotean, algunos comprando, otros solo curioseando, entre los numerosos puestos que ofrecen cosas muy diversas a un precio mas alto de lo normal pero que bien puede ser pagado si se te antojan unas cerezas, unas aceitunas o si quieres llevar algo de pasta de vuelta a casa.




Aceites, vinos, mermeladas artesanales, miel ecológica, frutas, verduras, pasta, frutos secos, dulces caseros, fiambre ahumado...Puedes encontrar cosas muy diferentes pero todas ellas son interesantes. Cada puesto merece la pena, y suelen tenerlos muy ordenados y con una bonita exposición de lo que venden.




Da gusto pasear entre los puestos e investigar que cosas tienen, algunos incluso te darán a probar sus productos, la mayoría deliciosos. Creo que mantiene bastante el aspecto, el trato, y el estilo de los típicos mercados de plaza donde compraban nuestras abuelas, a pesar de estar en el centro de una de las ciudades mas turísticas del mundo...




Otra de las cosas que tiene Campo de Fiori que me encanta, es una heladería en una de sus esquinas que se llama "flor", si, en español...No me preguntes la razón porque no la se...Pero tiene unos helados deliciosos, hechos artesanalmente con unos sabores muy frescos y a buen precio. La forma que tienen de servirte el helado te sorprenderá, es como si lo aireasen para que esté mas cremoso...Y lo consiguen, lo consiguen...




Lo sorprendente de esta animada plaza durante el día, es que por la noche está aun mas animada, ya que Campo di Fiori es un lugar de encuentro de turistas y locales cuando cae el sol para tomar el aperitivo o beber algo en la propia plaza...Ambiente asegurado 365 días al año.

Así que, probablemente, es una de las plazas con mas ambiente de Roma ya que, vayas a la hora que vayas y cualquier día del año, encontrarás gente y cosas que hacer.



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jueves, 11 de julio de 2013

TRES MESES EN ROMA YA, EL TIEMPO VUELA...

Es cierto que Roma es una ciudad extrema, que amas o que odias. Cuando llegué aquí, veía todo de color de rosa, la típica vida italiana idílica y apasionada. Las decenas de estereotipos italianos se mezclan y aparecen a cada paso que das, en cada esquina y tu te sientes en una película de Benigni.

Pasadas unas semanas en la ciudad, vas descubriendo que no todo es tan de color de rosa, te das cuenta del caos de la ciudad, del tráfico, de que cada vez que cruzas por un paso de cebra o semáforo estas arriesgando tu vida, de que el transporte público no es tan bueno como tu pensabas, te acostumbras a ir como sardina en lata en el autobús o a esperarlo por cuarenta minutos un día de diario.

Tus pies empiezan a desear que la ciudad fuera asfaltada en vez de tener esos malditos adoquines que tantas veces te hacen torcerte el pie y que te hacen andar como una torcuata, y eso que yo no soy de tacones...

Por según que zonas, necesitas mucha paciencia y un equipo de rugby para pasar ya que hay ordas de turistas amontonados justo por donde tu quieres cruzar. Y olvídate de que te entre hambre o sed por el centro porque pagarás millones por una simple botella de agua.

Algunos italianos son muuuuy rancios. Te contestan mal o ni si quiera te contestan. Al saludarlos te miran como si fueras un bicho raro y pasan de largo sin hacer ni el menor amago de saludo.

Si tienes algún problema, tardas décadas en solucionarlo porque aquí parece ser que los relojes están prohibidos...Nueve días sin internet por un error de la compañía y unas veinticinco llamadas a atención al cliente me hicieron darme cuenta de esto.

Es en estos momentos cuando piensas "¿donde está la Roma de la que creía estar enamorada?"

Pero cuando menos te la esperas, aparece sonriendo y recordándote que está ahí. Unos niños pequeños jugando en un parque a los que te quedas embobada escuchando como hablan perfectamente ese idioma que tu estas aprendiendo, esa pastelera de barrio que te sonríe al atenderte y te regala un pequeño croisant como bienvenida al barrio a pesar de que ni tu la entiendes a ella ni ella te entiende a ti.

Ese arte por la buena comida, disfrutar de comprar los alimentos, cocinarlos, tomarte tu tiempo para ello, y después saborear cada bocado, sin olvidar esos dulces deliciosos que acaban con tu operación bikini.

Sentirte en el barrio como en casa, que los vecinos o los dependientes te digan "Buona giornata". Descubrir esos rincones tan especiales de barrio donde las cosas cuestan la mitad o menos que en el centro y donde el ambiente es puramente italiano.

Conocer gente nueva y darte cuenta que, igual que hay italianos rancios, también hay italianos muy agradables y divertidos. Empiezas a decir poco a poco frases en italiano y muchas otras veces a pensar e italiano pero, no aun con la suficiente seguridad como para decirlas en alto.

Llegas a casa después de un día duro, abres la ventana porque hace tanto calor que piensas que te va a dar un jamacuco y de repente suenan las campanas de la iglesia del barrio, escuchas los pájaros como salen asustados por el ruido y cuando todo acaba, tu vecina, con la ventana abierta también por el calor, empieza a tocar una preciosa canción al piano que te hace cerrar los ojos y pensar..."¡Que afortunada soy de estar aquí ahora!"

O simplemente, necesitas reconectar con la ciudad, con lo que tanto te gusta de ella, y te vas a dar un paseo por el centro, evitando las zonas mas turísticas o yendo a horas mas tranquilas, y te das cuenta de la belleza de la ciudad en la que vives, de que podrías pasar allí el resto de tu vida simplemente sentada en esa plaza, mirando el Pantheon, traspasando los muros del Coliseo imaginando lo que allí ocurría, cruzando el Tiber hasta el Trastevere y dejándote embelesar por la música de los artistas callejeros...

Entonces caes en la cuenta de que es lo que te llevó a esta ciudad, y no solo lo que te llevó hasta ella, si no lo que te atrapó y aun te atrapa, esa red invisible que te sujeta para que puedas vivir la experiencia plenamente.

Sin duda alguna, Roma, no basta una vida para conocerla. Hoy hace tres meses que llegué pero siento que aun queda tanto que hacer aquí que he decidido quedarme unos meses mas.


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