sábado, 29 de octubre de 2011

IMPRESIONANTE MACHU PICCHU

Después del altercado de la noche anterior que duró hasta mas de las doce de la noche y con el despertador sonando a las cuatro y media de la mañana, el comienzo del día no fue con alboroto y felicidad, mas bien con agotamiento y un poco disgustadas y para colmo estaba cayendo la de dios...

A Machu Picchu se puede subir andando o en autobús. Si quieres subir andando, vas a tardar mas o menos una hora y media, no es muy fácil y las puertas de acceso no abren hasta las seis de la mañana. A mi me hubiera gustado subir andando pero estaba lloviendo muchísimo y el camino de subida iba a estar embarrado así que decidimos pagar los $8 que costaba el autobús para subir.

No solo había que ir, pagar el autobús y subir. Había que hacer una larga cola hasta que la taquilla abriese para comprar el billete y coger uno de los primeros autobuses para poder subir a tiempo para ver amanecer en Machu Picchu.

Así lo hicimos, cola bajo lluvia, compra de billetes y conseguimos entrar en el primer autobús.




Después de unos veinte minutos subiendo por una carretera llena de eses de un solo sentido pero que era utilizada como una de doble, llegamos a la puerta del parque que aun no había abierto. Ya había gente que había subido andando, nada fácil después de ver el camino, y afortunadamente había dejado de llover.

Al poco de llegar, abrieron el parque y caminamos durante unos tres cientos metros pasando por estrechas zonas por las que había que pasar con cuidado hasta llegar al primer punto donde se puede contemplar el Wayna Picchu con las ruinas de la ciudadela de Machu Picchu con una bruma que le daba un aspecto mágico, legendario, místico que dejaba sin aliento a todas las personas que iban llegando.




Las treinta o cuarenta personas que estábamos allí con esas maravillosas vistas solo para nosotros pudimos disfrutar del cambio de noche a día pero sin ser tan claro como el amanecer que esperábamos debido a la neblina sin embargo, fue  maravilloso poder disfrutar del parque tan poquitas personas ya que poco después la gente hacía largas colas para entrar.

Poco después fuimos al punto donde debíamos encontrarnos con nuestro guía, el cual nos explicaría por unas dos horas muchas curiosidades sobre este lugar tan único como que aquí fue el único lugar donde los españoles no fueron capaces de llegar cuando conquistaron Perú por lo que quedó tal y como era cuando los habitantes decidieron abandonarlo por miedo, como que el 80% del parque estaba al exterior pero que aun quedaba un 20% soterrado bajo la selva que aun no ha sido limpiada.

La guía, una chica bastante joven que nos explicó todo impecablemente bien y con todo tipo de detalle,  nos enseñó hasta el mas escondido recoveco de la ciudadela, pasando por pequeñas grietas abiertas entre paredes, visitando los palacios, las terrazas donde cultivaban, la zona donde las llamas campaban a sus anchas, actualmente también, y muchos mas interesantes lugares llenos de historia.



Como había estado lloviendo durante toda la noche y parte de la mañana, el suelo estaba húmedo y la mayoría de las zonas por las que hay para andar es tierra, que estaba un poco embarrada, o piedras, que resbalaban un poco, por lo que no era muy fácil subir a según que zonas, eso y que además hay mucha altura entre la zona alta y la zona baja. Sin duda es necesario ir con calzado adecuado, aunque se veían personas en chanclas...sin comentarios. Algunos hasta llevaban los clásicos bastones de senderismo.

Nunca me había pasado antes pero hubo en ciertas zonas en las que me temblaban las piernas al subir y me daba un tremendo vértigo que a veces me hacía pararme y cerrar los ojos o mirar a otro lado para no perder el equilibrio porque hay muchas zonas por las que hay que subir que a un lado tienes muro mas o menos alto de piedra pero por el otro lado lo único que tienes es el abismo, un profundo abismo, precioso por su verde vegetación, que te hace perder el equilibrio al mirar.




Aunque estaba prohibido comer y beber en el parque, entre otras cosas, había una especie de cabañitas donde la gente se paraba a comer algo. Un bocata, hasta había unos haciéndose una ensalada cortando el pepino y todo. Como a nosotras nos negaron el desayuno que habíamos pagado en el hostal, tuvimos que tirar de la fruta fresca que afortunadamente habíamos comprado en Ollanta.

Horas paseando por allí, millones de fotos intentando captar todo lo maravilloso de ese lugar, imposible completamente en una foto. hasta que vimos una esplanada en la zona mas alta desde se veían las vistas clásicas de las postales, posters y demás y allí nos sentamos a admirar la grandeza de Machu Picchu.

Nos fuimos poniendo mas cómodas, mas cómodas...Hasta que estábamos tan cómodas que, después de solo haber dormido cuatro horas y de llevar mas de cinco horas sin parar de andar por el parque y escuchando a un guía que explicaba a unos escolares cosas sobre Machu Picchu, nos quedamos dormidas frente al Wayna Picchu, quizás soñando estar en otra época.

Tres cuartos de hora después abrimos los ojos al mismo tiempo y nos dimos cuenta de que nos habíamos quedado dormidas. Comimos un poco mas de fruta y nos miramos de nuevo aquella postal que teníamos frente a nosotras.

Gotita a gotita fuimos dándonos cuenta de que estaba empezando a llover. Decidimos bajar antes de que lloviese mas y se pusiese mas peligroso bajar. último vistazo y despedida del lugar mas impresionante que, hasta hoy, he visto en mi vida.



Digo que vinieron malos momentos después de la subida al monte porque las estafas no acabarían en el hostal de Aguas Calientes...No merece la pena ni comentarlo pero ridículo. No solo a nosotras, lo peor es que según conocíamos o coincidíamos con mas gente todos contaban algo que les había pasado similar a nosotras, como les habían intentado engañar o como lo habían hecho y mucho peor en el caso de las personas que no hablaban español, al menos nosotras lo hacíamos...

Después de la visita de Machu Picchu, tres horas de retraso del tren, dos horas y pico en tren, una hora y pico de autobús (con estafa de nuevo) y llegada a Cuzco para dormir un par de horas y coger un taxi hacia el aeropuerto.

Me quedo con esta maravillosa postal de Machu Picchu con la que me quedé dormida, soñé y me desperté:




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viernes, 28 de octubre de 2011

OLLANTAYTAMBO Y TREN A AGUAS CALIENTES

Siete y media de la mañana y nosotras vestidas y preparadas en la terraza del hostal para desayunar. Un mate, pan con mantequilla y mermelada y a caminar.

Habíamos quedado con el chico que nos preparó las excursiones a las 9:00 en la misma plaza que el día anterior así que aun teníamos tiempo para dar una vuelta por Cuzco ya que iba a ser el último momento que tendríamos de día para ver la ciudad ya que volveríamos al día siguiente pero por la noche para dormir y volver a Lima pronto por la mañana.

Pasamos un par de horas paseando y comprando recuerdos en Cuzco y a la hora que habíamos quedado nos fuimos a la plaza a esperar al chico. Otra vez, llegó tarde. Venía con su mujer montado en un taxi del que se bajó y al que nos hizo montar rápidamente. El taxi destartalado y a toda prisa se dirigió hacía una especie de garaje donde nos bajamos. Estábamos en una zona a las afueras de la ciudad, donde no había ningún turista, y nos metieron en una pequeña furgoneta con seis personas mas donde lo primero que nos dijeron fue "vigilad vuestras mochilas cuando alguien baje de la furgoneta".

La conducción fue bastante, como decirlo, bastante agitada. Las carreteras no están en muy buenas condiciones pero eso no era lo peor, lo peor fue como conducía el chofer...Supongo que cuanto antes vaciase la furgoneta antes podría volver a llenarla y eso es lo que importaba. Estábamos deseando llegar, todos, no parábamos de mirarnos cada vez que el conductor adelantaba sin tiempo o espacio para volver al carril, cuando otros conductores le pitaban al invadir el carril contrario en una curva cerrada, cuando adelantaba a otros autobuses a toda velocidad...

Llegamos a Ollantaytambo, donde el conductor nos hizo bajar rápido de la furgoneta. Teníamos unas dos horas para dar un paseo por el pueblo antes de coger el tren que nos llevaría a Aguas Calientes, el campamento base para subir a Machu Picchu.

Hay tres formas de llegar a Aguas Calientes, para después ir a Machu Picchu:

1. Bus desde Cuzco a Poroy y después tren desde Poroy a Aguas Calientes.

2. Bus desde Cuzco a Ollantaytambo y después un tren desde Ollanta a Aguas Calientes.

3. Bus o coche hasta cierto pueblo y después andar unas dos horas hasta llegar a Aguas Calientes.

La furgoneta nos dejó a las afueras del pueblo así que cogimos una pequeña moto-taxi, por unos veinte céntimos cada una, que nos subió hasta la plaza del pueblo.




El día anterior habíamos estado en Ollanta pero, como íbamos con una excursión organizada, solo nos habían dejado tiempo para ver las ruinas, no el pueblo. Así que estuvimos paseando por las calles empedradas, viendo las casas, la gente...





Entonces, cuando pasábamos por un café, un chico peruano nos preguntó "¿De donde sois?" "De España" contestamos. Y así empezamos una conversación con él. Nos contó que había subido a la cima de una montaña que le había costado muchísimo esfuerzo, a pesar de que se le veía en muy buenas condiciones físicas, y que todo lo había hecho porque desde arriba, y solo un día al año, se podía ver la sombra de un animal (que no recuerdo) que era mitológico desde tiempos incas. Nos encantó la historia, ¡Que interesante! Nos aconsejó ir al mercado del pueblo para comprar algo de fruta y agua ya que los precios en Aguas Calientes se multiplican por hasta cinco ya que es un lugar creado únicamente para el turismo.

Le hicimos caso y fuimos a ver como era el mercado de Ollanta. Estaba dividido por zonas, fruta, verdura, carne, con la carne encima de cajas de madera, hasta una cabeza de vaca despellejada había. Decidimos volver a la zona de fruta, mucho mas interesante por los productos desconocidos y por los colores y los olores. Compramos un par de kilos de fruta fresca para llevarnos. La verdad es que estaba muy buena, un sabor muy auténtico y el precio muy bajo.



Encontramos una mujer con un pequeño puesto donde vendía pinchitos de pollo y de carne sazonados con una salsita que impregnaba con un pequeño pincel. No pudimos decir que no, nos paramos y nos tomamos uno cada una mientras hablábamos con la señora. Cuando nos dimos cuenta nos quedaba media hora para coger nuestro tren.

Nos fuimos rápidamente hasta la estación, parando por un bar para pedir uno zumo de frutas naturales, y nos montamos en el tren deseando que empezara la travesía. Teníamos un par de horas para poder disfrutar del paisaje mientras nos íbamos acercando a Machu Picchu.

Montañas, valles, pequeños asentamientos, mochileros caminando al borde de la vía para llegar a Aguas Calientes (lo que puede ser bastante peligroso según nos comentaron), bonitos pájaros, campos de cosecha... Y todo en paralelo al río. No pude dejar de mirar a través de la ventana. Solo dejé de mirar cuando el azafato me preguntó que quería beber mientras me daba una bolsita con un poco de plátano frito.





Llegamos a Aguas Calientes y estaba llovizneando. Salimos del tren y, después de haber casi salido de la estación, nos dimos cuenta de que nos habíamos dejado la bolsa de la fruta en el tren. Corrimos para recuperarla y uno de los trabajadores nos dijo que su compañero había encontrado la bolsa y nos la  dio. Salimos de la estación con nuestras mochilas y la bolsa de fruta, se suponía que alguien del hostal, que estaba contratado desde Cuzco, nos iba a venir a buscar pero cuando llegamos no había nadie...Preguntamos por allí y nos dijeron que ya no quedaba nadie de los hostales, que todos se habían ido...Afortunadamente teníamos el nombre del hotel escrito de mala manera y rápido en un papel, se lo enseñamos a un policía que había por allí y nos llevó hasta el hostal, a menos de cinco minutos andando.




Cuando llegamos al hostal, haciendo la historia corta, nos dijeron que no teníamos reserva y que el hostal estaba lleno, como el resto de los hostales de la ciudad. Nosotras nos quedamos con cara de idiotas, ya habíamos pagado todo por adelantado. Después de medio discutir y un par de llamadas nos dieron una habitación y nos dijeron que bajásemos a cenar, a su cargo por los problemas, y que en ese momento el guía nos contaría todo sobre el día siguiente, nuestra excursión a Machu Picchu.

Con la mosca detrás de la oreja nos fuimos a dar una vuelta por Aguas Calientes. La gente ya nos había contado que este lugar era un cúmulo de restaurantes, hostales, cafés...Todo creado para el turista pero hasta que no lo vimos no nos dimos cuenta de cuanta razón tenían.

Los precios en las tiendas, los zumos en los cafés, todo estaba multiplicado por 3 o mas con respecto al precio de Cuzco, que no es precisamente un lugar sin turistas. Para poder salir desde la estación de tren a la zona de los hostales, obligatoriamente y como único camino, tenías que pasar por el mercado artesanal. Todo pensando para el turista pero a lo bestia. Lo único bonito de aquel lugar eran las vistas ya que está enclavado entre montañas, mires hacía donde mires.





Cuando íbamos por la calle un chico de un restaurante nos comentó que en su restaurante tenían oferta 2x1 y que pasásemos, que el ambiente era muy bueno. El chico era simpático y el lugar no estaba mal así que entramos. Pedimos un zumo y mi prima un helado, que nos dijeron que si que tenían pero que tuvieron que ir a comprar calle abajo y que al final trajeron de sabores que mi prima no había pedido pero aun así se lo tomó sin problemas. La sorpresa fue cuando nos trajeron la cuenta y vimos que el precio del zumo y del helado eran mas del triple de lo que habíamos estado pagando pero que además no habían aplicado el 2x1 tal y como nos había dicho el chico y, para colmo, nos habían cobrado por "servicio" dos veces el precio de las consumiciones.

Educadamente pedí hablar con la encargada, la cual nos dijo que era lo que había y que teníamos que pagarlo. Después de discutir durante un buen tiempo y amenazar con llamar a la policía su respuesta fue "llámeles si quiere, van a hacerle pagar". Les pedí la hoja de reclamaciones y me dijeron que no era obligatoria tenerla, aunque yo la había visto en varios establecimientos. Nos sentimos engañadas de forma descarada, no era por el dinero, era por la injusticia, por como las cosas funcionan allí, no en todos sitios pero si en muchos. Acabamos pagando, saliendo por la puerta diciendo a la gente que pretendía entrar que no lo hicieran por que les iban a engañar dándoles un pésimo servicio.

Nos dirigimos hacia el hostal para cenar esa cena que nos habían prometido a forma de disculpa por lo acontecido. Llegamos, cenamos bien, comida típica, casera y decente con unos chicos hawaianos bastante simpáticos.

El guía nos estaba esperando para explicarnos todo. Cuando nos acercamos a él nos saludó diciendo "hasta que ustedes no paguen la cena no les daré ninguna instrucción para mañana". Absolutamente alucinadas le explicamos que el chico que nos recibió en el hostal nos dijo que la cena corría por parte del hostal. Vino el encargado y negó que eso fuera así y nos dijo con muy malos modales que si no pagábamos la cena no iríamos a la excursión de Machu Picchu, por la que ya habíamos pagado mas de $60 cada una.

Con un coraje y una indignación increíble decidimos pagar la cena, a pesar de que para entonces el chico que nos había atendido y que nos dijo lo de la cena hizo acto de presencia y reconoció que nos había dicho que la cena corría por parte del hostal pero que el encargado se pasó por el lomo diciendo "este chico no sabe sobre los servicios del hostal" ¿No sabe sobre los servicios del hostal pero está de recepcionista? Increíble...

Pagamos, nos explicó todo para el día siguiente y nos dijo que no nos iban a dar desayuno, a pesar de que habíamos pagado por ello, porque no estaba registrado que tenían que dárnoslo. Que llamásemos al que nos había hecho la reserva, al que llamamos y cuyo teléfono no daba señal...

Nos fuimos a la cama indignadísimas, decepcionadas y con ganas de mandarlo todo a la mierda. Esto quita las ganas a cualquier, que panda de sinvergüenzas, aprovechan que el flujo de turistas es constante para estafarlos. Que pena que un país tan bonito como Perú trate así a las personas que con su dinero les ayudan. El servicio, al menos en mi experiencia, es malísimo, estafa tras estafa.

Si no fuera porque nada ni nadie nos iba a quitar las ganas de conocer Machu Picchu, hubiéramos mandado todo a tomar por saco y nos hubiéramos vuelto a España. Que pena...


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martes, 25 de octubre de 2011

EL VALLE SAGRADO DE LOS INCAS

Con un malestar mas que evidente debido al mal de altura, fuimos a desayunar aunque mi prioridad en ese momento era tomar mate de coca, todo el que pudiese para poder sentirme mejor ya que ese día era uno de los mas importantes del viaje, íbamos a ver El Valle Sagrado.
Siete de la mañana, tras unos cuantos mates, y echar un vistazo por la terraza del hostal que nos ofrecía una visión general de la ciudad con los imponentes edificios de la Plaza de Armas , nos fuimos a pasear por la ciudad porque no cogíamos el autobús hasta las nueve.




Un cielo azul como nunca antes lo había visto en mi vida que parecía pintado por un niño con su plastidecor. Poca gente en la calle pero un movimiento incesante.  Gracias a esto pudimos ver mucho mejor y con menos gente la ciudad y como actúan sus habitantes cuando no hay turistas a la vista.



 La panadera en la calle sentada vendiendo pan y otros dulces.



Un simpático señor con un carrito vendiendo una mezcla a base de extraños líquidos de colores intensos que se sirve caliente, una señora limpiando su zona de la calle.




Una niña con una alpaca mucha mas peluda de la que vimos el día anterior que nos dejó hacer una foto previo pago de "unas moneditas".


Un cartel cuanto menos intrigante, al que al parecer la gente no hacía mucho caso...



Y algo de lo que no nos habíamos dado cuenta hasta ese momento y que nos sorprendió pero que no era lo que parecía. La ciudad de Cuzco estaba absolutamente llena de banderas como las que aparecen en la foto. La blanca y roja de Perú y la de colores de Cuzco. A primera vista nos pareció curioso que un país tan tradicional y, en mi opinión, un poco machista y anticuado, fuese tan gay friendly, que apoyase tanto a los homosexuales. Pensé que quizás era por atraer a ese sector del turismo...Pero horas después, en el autobús rumbo al Valle Sagrado, el guía nos dejó claro que esa bandera representa la ciudad de Cuzco y en ningún caso la bandera gay. Que la bandera de Cuzco tiene una banda mas que la gay y que eso es lo que las diferencia.




Encontramos a un chico enfrente de la piedra de los doce ángulos y un chico empezó a explicarnos el porqué de los doce ángulos, como los incas construían sus ciudades con formas de animal y la de Cuzco era la forma del puma, demostrándolo con el mapa de la ciudad, y muchas curiosidades mas. Cuando le dijimos que nos teníamos que ir nos dijo que era guía y que nos podía explicar toda la ciudad, lo malo es que teníamos que ir a coger el autobús. "Quizás otro día" le dijimos.
Tras nuestro paseo, fuimos al punto donde habíamos quedado con el chico que nos había vendido la excursión. Tal y como más tarde supimos que aquí se hacían las cosas, el chico llegó tarde en un taxi en el que nos hizo montar rápidamente con su mujer para que nos llevara a otro punto de la ciudad. Llegamos a una plaza donde había muchos peruanos con listas llenas de nombres, los turistas que íbamos a coger los autobuses para las diferentes excursiones. Después de esperar otros veinte minutos, la chica nos dijo que siguiésemos a otro chico, que él nos iba a llevar a nuestro autobús. Todo era bastante caótico y daba la impresión que íbamos de un lado para otro con unos y con otros...Pero llegamos al autobús, casi una hora después de lo que habíamos quedado con el organizador, nos sentamos y cambiamos el chip, El Valle Sagrado nos esperaba.

Sacsayhuamán, son unas ruinas con gran interés arqueológicos ya que sus construcciones están hechas en piedra caliza, que es una de las rocas mas duras que existe en el mundo.




Por el camino pudimos ver pequeños poblados o ni si quiera eso, casas desperdigadas aquí o allí hechas todas de adobe y muchas de ellas con figuras esculpidas en el adobe para venerar a los dioses para que protejan sus casas.




La primera parada fue, aunque no estaba en el itinerario inicial, una especie de mercado en una esplanada en la carretera con un aparcamiento improvisado para autobuses. Nadie había contratado esa parada pero te paran allí tres cuartos de hora y no hay nada mas que puestos puestos y puestos al lado de una carretera. Es como si te obligaran o al menos incitaran a comprar de una forma muy descarada. Entiendo perfectamente que podemos ayudar a estas personas con menos recursos comprándoles sus productos pero una cosa es que vayas a un pueblo y compres cosas en los mercados y otra cosa es que creen un lugar en medio de la carretera donde parar a los turistas para que compren, como si fuéramos marionetas.



Nosotras echamos un vistazo a las tiendas pero los precios eran mas caros que en Cuzco y tampoco nos gustó nada así que pasamos el tiempo viendo jugar a unos niños que estaban por allí mientras sus madres se encargaban de los puestos.




Paseando un poco encontramos otro de los atractivos de nuestra parada, una mujer con un rebaño de alpacas y llamas metidas en una especie de corral. La mujer muy amable nos contó la diferencia entre la llama y la alpaca y nos sugerió hacer un par de fotos, sorprendentemente a cambio de nada.



Pasados los tres cuartos de hora, subimos al autobús y empezamos a serpentear por carreteras en forma de S ascendiendo mientras podíamos ver preciosas vistas de montañas y del valle donde se asentaban los antiguos pueblos incas.




Aquí encontramos a una niña que vendía ajedredrecescomparlo, ya sabes como acaba la partida".




Me hizo gracia la frase pero después, pensando en el autobús, me hizo sentir un poco avergonzada por lo que pasó y de como los españoles fuimos los responsables de ello así que cada vez que el guía hablaba sobre el final del imperio inca, de como los españoles acabaron con ellos y demás, ese sentimiento de culpa me acompañaba. A pesar de que, prometo que yo no estuve allí cuando ocurrió :)
Llegamos a Pisac, la ciudad con forma de perdiz donde el guía nos llevó a la tienda de unos amigos que hacían joyería de plata con piedras de la zona donde podríamos ver todo el proceso y donde nos recomendaba que comprásemos porque tenían la mejor calidad y precios de la zona...Fue muy curioso ver el proceso la verdad y lo laborioso que es además usando pocas herramientas y muy básicas.
Después nos dimos una vuelta por el mercado tan típico de Pisac donde se puede encontrar de todo a un precio mas o menos bueno, depende de tu capacidad de regateo.




Encontramos un horno enorme donde había un hombre haciendo bollitos de queso que olían desde lejos así que allá que fuimos a probarlos.



¡Estaban deliciosos! Así que nos pedimos dos cada una y nos fuimos tan felices a seguir pateando el mercado. Vimos que nuestro amigo el panadero tenía unas cobayitas muy monas que pensábamos que eran como mascotas pero que luego supimos que es un plato típico de Perú, el famoso conejillo de indias o como lo llaman allí cuy al horno...
Algo compramos, una bufanda, unos imanes... Pero sobre todo lo hicimos fue pasear viendo a la gente, las casas, la forma de vestir, su forma de hablar entre ellos, muchas veces en quechua, los niños, la comida...Todo lo que nos llamaba la atención.




Volvimos al autobús para subir al parque arqueológico de Pisac. En el bus nos dijeron que teníamos que comprar las entradas del parque en la entrada y luego volver a subir. Llegamos a la taquilla y nos dijeron que, al cambio, teníamos que pagar unos 20€ cada una ¿¡Qué!? No teníamos muchos soles y no cogían dolares ni tarjeta de crédito...Pagamos la entrada y nos quedamos con unos 30 céntimos de euro al cambio, para las dos. La excursión era todo el día así que no sabíamos como nos las íbamos a apañar....
Entramos en el parque arqueológico y vimos las enormes terrazas donde los incas creaban microclimas para los distintos cultivos y donde investigaban sobre los diferentes productos.




Todo esto con unas impresionantes vistas y en lo alto un antiguo castillo inca donde los mas adinerados vivían.



Otra cosa que nos pareció muy llamativa fueron las tumbas donde enterraban a los nobles. Estaban escabadas en la pared de una montaña a miles de metros de altura y totalmente en vertical. Le pregunté al guía como fueron capaces de escabarlas y de acceder a ellas para los enterramientos y demás. Me contestó que los incas fueron muy conocidos por sus buenas aptitudes para la construcción de andamios que les permitían trabajar en cosntrucciones e incluso montañas de verticalmente.


Accedimos a casi el último recoveco del parque y la verdad es que había zonas que daban un vértigo y que te dejaba son respiración un ratito...Menos mal que el mate de coca había hecho efecto porque si no...Además, teníamos que ir practicando para el Machu Picchu.
Nos montamos en el bus y el guía nos dijo que la próxima parada sería en el restaurante concertado para la excursión, que fuésemos sacando los recibos que nos habían dado al contratar la excursión. Eh......A nosotras no nos habían dado nada, ni si quiera nos habían dicho si la comida estaba incluida o no en la excursión, nosotras dimos por hecho que no pero nos llevaron a un restaurante en la carretera al lado de nada donde todo el mundo entraba a comer y nosotras con menos de medio euro en el bolsillo y sin el dichoso recibo...Con mas hambre que los pavos de Manolo después de tanto subir montaña, tanta caminata por mercados y demás.
Un gran cartel en la entrada del restaurante "No aceptamos tarjeta de crédito" nos quitó cualquier duda sobre si íbamos a poder comer o no ese día. Pero....Mi prima y yo nos miramos sin decir nada con cara de niñas, de niñas con hambre, y entramos en el restaurante como si nada. Nadie nos paró en la entrada, al parecer el recibo había que darlo a la salida.
Era tipo buffet libre, sin incluir la bebida, así que nos fuimos a la cola de la gente que iba cogiendo la comida y a la hora de pedir la bebida las dos dijimos, mas secas que la mojama, "De beber nada gracias, estoy bien así".
Cogimos nuestros platos y nos sentamos a comer como si el mundo se fuera a acabar en cinco minutos. Cuando terminamos, miramos a los lados para salir hacía el baño, que estaba fuera, y ya desde allí volver al autobús sin que nadie se diese cuenta para no tener que pagar, no por no pagar, si no porque no teníamos ni un chavo.
Fuimos al baño en plan pegadas a la pared a lo espía, mirando a todos lados y mandándonos miraditas entre nosotras que se podían traducir como "vamos" "ahora que no hay nadie" "espera que viene un camarero"
Llegamos al baño, ¡prueba superada! y cuando voy a salir....Me había quedado encerrada...Yo llamando a mi prima con un medio ataque de claustrofobia y mi prima partida de la risa intentando abrirme pero sin éxito...¿Qué tuvimos que hacer? Llamar a los camareros para que me sacaran de allí...Y nosotras queríamos pasar desapercibidas...Después de dos minutos y varios "señorita tranquila que ya está casi", la puerta se abrió y cinco camareros estaban allí, con mi prima, sonriendo y pidiendo perdón por lo ocurrido...Nos despedimos diciendo "no hay problema de verdad, no pasa nada" y saliendo sutilmente escopetadas....¡Vaya espectáculo! Pero al final comimos  sin pagar, de lo que no nos enorgullecermos para nada.
Subimos al autobús rumbo Ollantaytambo, lugar donde se dio la última gran resistencia inca contra los conquistadores españoles. Aquí es donde los incas construyeron varios templos, uno de ellos el templo del sol, y unas grandes despensas en vertical en una de las paredes de la montaña. También se pueden ver las típicas terrazas incas pero que en este caso servían para sostener la fortaleza.



Muchas cosas de este lugar me llamaron la atención. Me pareció especialmente mágico. La leyenda del templo del sol, la incertidumbre de como los incas pudieron mover monolitos tan grandes y sobre todo pesados hasta allí arriba tras saber, según estudios, que esas grandes piedras no pertenecían a esa montaña si no a una enfrente de esta a la que hay que llegar previamente cruzando el río. Creeme que no es nada fácil subir esas terrazas así que no quiero pensar lo que sufrieron los incas para subir esas pesadas rocas de dos metros de alto y metro y medio de ancho, si es que fueron ellos....Por que una de las teorías mas curiosas dice que no fueron los incas si no extraterrestres los que lo hicieron.




La típica foto que se hace sin querer con la cámara mirando al suelo...A mi me ocurrió en este lugar y, sorprendentemente para mi al menos, salieron unos dibujos similares a las lineas de Nazca pero nadie pareció darles importancia y ni si quiera el guía nos habló de ellos pero ahí estaban...




Tengo que decir que, afortunadamente, la entrada que compramos en el parque arqueológico de Pisac tenía incluida la visita del parque arqueológico de Ollantaytambo porque si no no hubiéramos podido entrar...
Después de este lugar mágico para mi, nos fuimos hacía el último lugar que íbamos a visitar del Valle Sagrado ese día, Chinchero, un pueblo pequeño cuya actividad mas importante es la textil de forma totalmente artesanal. Tan artesanal que nos enseñaron como directamente de las plantas, cortezas y demás, sacan los diferentes colores. Como tiñen la lana, como la trabajan, como la hacen hilos, como la trabajan y demás. Fue una interesante experiencia porque era auténtica y muy tradicional.




Un pueblo muy pequeño con casas de adobe y una iglesia bastante curiosa cuyos techos estaban completamente decorados a manos con bonitas pinturas. Al salir de la iglesia, un improvisado mercado de gente tirada en mantas sobre el suelo, la madre con los niños normalmente, vendiendo mayoritariamente cosas textiles de gran colorido.


Además había pequeños carritos con comida, mazorcas de maíz, que ellos llamaban choclos, y varios granos inflados parecidos a las palomitas de maíz pero de granos diferentes. No teníamos nada mas que un par de moneditas pero al preguntarle a la señora nos dijo que incluso nos sobraban unos céntimos así que felices como niñas con su bolsa de chuches, y mas felices porque llevábamos mas de cinco horas sin comer nada y no pensábamos que con el poco dinero que teníamos nos diese, nos subimos al autobús rumbo a casa, a Cuzco.
Llevábamos unas diecisiete horas no solo despiertas si no sin parar así que en cuanto nos montamos en el autobús caímos hasta que...el autobús se para en medio de la carretera, en plena oscuridad, todos las personas del autobús asustadas porque hay muchos asaltos a los autobuses de turistas en Perú. Yo ya estaba preparando los céntimos, la cámara de fotos y el móvil para que se lo llevasen cuando me llené de valor y me levanté y andando hasta la ventanilla del conductor le pregunté al conductor, que estaba fuera del autobús "¿Qué pasa? ¿Está todo bien?" "Si, no se preocupe, hemos pinchado la llanta" "¡Ah bueno! haberlo dicho antes!" pensé así que me di la vuelta y cuando vi a todos los turistas nerviosos y sin saber que pasaba, la mayoría no hablaba español, les expliqué que habíamos pinchado pero que en pocos minutos saldríamos hacía Cuzco.

En menos de cinco minutos en conductor tenía la rueda cambiada. En cuanto subió, al estilo americano, todos los turistas del autobús empezaron a vitorearle y a aplaudirle. El chico se lo merecía la verdad porque era de noche y todo y no tardó nada.
Ahora si, volvimos a caer hasta llegar a Cuzco. Con mucho frío subimos desde donde nos dejó el autobús hasta una pizzeria que, muy importante, aceptaban tarjeta y que desprendía un olor a horno de leña... Así que allí nos quedamos. Pedimos un par de pizzas que estaban deliciosas y que eran super baratas y unos zumos naturales igualmente buenos y mientras cenábamos hablamos un rato con una chica holandesa bastante simpática.
Un paseito hasta casa y completamente agotadas, a dormir. Mañana sería otro día.


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domingo, 23 de octubre de 2011

SALIDA DE LIMA Y LLEGADA A CUZCO

Nos alojamos en un hotel bastante cerca del hotel porque llegamos muy tarde por la noche y nuestro vuelo salía por la mañana pronto. De hecho, ¡casi lo perdemos! porque creía recordar que salía a las once pero salía a las diez y, mientras estaba tirada en la cama después de desayunar haciendo tiempo para ir al aeropuerto, miré la reserva y me di cuenta de que nuestro avión salía en una hora y media y aun estábamos en el hotel así que rápidamente recogimos lo que nos quedaba y bajamos a recepción para que nos llamaran a un taxi y volamos hacia el aeropuerto.

Como corriendo un rally, llegamos al aeropuerto, facturamos y pasamos el control de seguridad, todo al trote y mirando el reloj cada veinte segundos para ver si no perdíamos el avión llegamos a la zona de embarque ¡a media hora de que el avión saliera!

Fue entonces cuando nos acordamos de que en ese vuelo desde Lima a Cuzco, al no quedar asientos en turista, íbamos en clase business. Era la primera vez que no iba en turista, la lástima fue que el vuelo solo durase una hora y media pero bueno, estuvo muy bien. Tele propia con muchas opciones, asientos reclinables, pero reclinables de verdad, una manta polar pelusita, no despeluchada y, lo mejor de todo, el desayuno que nos dieron. Mientras la mayoría de las personas sentadas en esa clase desayunaban con champagne, yo me limité a pedir una cocacola light pero no dije que no al pan con mantequilla, la ensalada, el fiambre, la deliciosa tarta...No, a nadie le sienta mal que le mimen un poco la verdad...




Al sobrevolar la zona de Cuzco pudimos ver perfectamente la ciudad y sus alrededores. Es una ciudad enorme, mucho mas grande de la zona que se suele ver, la zona centro, y de la que no nos recomendaron salir.

Enseguida llegamos a Cuzco, donde nos vino a buscar una señora del hotel con su folio en blanco y nuestro nombre escrito en él. Cogimos un taxi y nos fuimos hacia el hotel.

Los alrededores de Cuzco son bastante pobres. La mayoría de las casas están a medio hacer y los materiales usados no eran de lo mas fiables sin embargo, según nos íbamos acercando a la zona centro, la mayoría de las casas tenían parte de la fachada de piedra, unas piedras enormes que debieron costar mucho poner ahí.

Después de pasar por angostas calles, pitar a la gente para que se pegaran bien a la pared para poder pasar y de ir botando con la cantidad de baches, que luego vimos que eran las calles adoquinadas, llegamos al hostal, bueno, llegamos a la zona mas cercana al hostal pero en la misma calle el coche no podía pasar así que nos bajamos y subimos una eterna cuesta, menos de cincuenta metros, hasta llegar a la entrada.


Nos dieron la bienvenida y, antes de hacer el chek-in, lo primero que nos dijeron fue "chicas tenéis a vuestra disposición 24 horas mate de coca para que bebáis e incluso hojas de mate secas para que mastiquéis porque vais a empezar a sentir unas sensaciones extrañas típicas del mal de altura como dolores de cabeza, malestar general, mareo..."

Sabíamos algo sobre el mal de altura, teniendo en cuenta que Cuzco está a mas de 3000 metros sobre el nivel del mar, era de esperar que el cuerpo se resintiese pero hasta ese momento no habíamos sentido nada. Sin embargo, como nos insistieron bastante en el hostal, nos tomamos nuestra primera taza de mate de coca y masticamos un poco de hoja, como si estuviéramos mascando hoja de laurel.



Hicimos el check-in y, ¡Bienvenidas a Perú!. Primera de las muchas experiencias indeseadas que vivimos allí. Nos estaba esperando en la recepción del hotel un hombre que ayudaba a los turistas a organizar sus viajes por Perú, llevándose una comisión como es lógico. Este método funciona mucho en los países latinoamericanos, pequeñas agencias o en los mismos alojamientos te organizan los tours llevándose una pequeña comisión así que confiamos en el hombre.

Después de una hora y pico de reloj explicándonos todo, la mayoría de las cosas ya las sabíamos porque las habíamos consultado por internet, nos dio presupuesto para una excursión de un día por el Valle Sagrado, pasando por tres pueblos y viendo sus ruinas, con guía y demás mas los dos días en Machu Picchu con todo incluido. Todo en total, y por ser una chicas tan guapas y además españolas, palabras textuales suyas, nos lo dejó como oferta especial por $250 cada una.

Nos quedamos con la boca abierta. Sabíamos que, como turistas, nos tocaría pagar un precio mayor de lo que esperábamos pero no tanto como $250 cada una...Mi prima quería cogerlo pero me parecía tan caro, y además acabábamos de llegar, no habíamos hablado con nadie mas así que le dije a mi prima que mejor si dábamos una vuelta por Cuzco y veíamos otras opciones, esto delante del hombre que se enfadó bastante al ver mi respuesta.

Nos pusimos algo mas de ropa porque había refrescado y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Estábamos en la parte alta de la ciudad así que empezamos a bajar por las callejuelas sin ningún problema. Suelo empedrado, casas de piedra, bonitas vistas de los alrededores, pequeñas iglesias, tiendas y por supuesto agencias de turismo para organizar las excursiones.




Paramos en la primera agencia solo para preguntar, para ver por cuanto salía. Nuestra sorpresa fue que, por EXACTAMENTE lo mismo, en esa primera agencia nos pedían $160 por persona...$90 menos por persona en la primera agencia en la que preguntamos. nos indignamos de tal forma...¿Cómo es posible que se intente aprovechar tanto de unas personas que acaban de llegar a la ciudad? Te asaltan, porque eso es lo que es, un asalto, nada mas llegar al hostal cuando aun no tienes idea de nada. Vergonzoso, pero por desgracia, no fue la última vez que nos intentaron engañar de forma tan descarada.

Decidimos coger todas las excursiones en esta agencia y nos fuimos a pasear por la ciudad. No tardaría mucho en atardecer así que aprovechamos a ver lo máximo de día y, aunque no habíamos comido nada mas que el delicioso desayuno en el avión, preferimos aprovechar la luz del día y después comer.

En nuestros primeros pasos nos encontramos una señora con un bebé en la espalda vestida con los típicos colores peruanos y la típica indumentaria. Nos hizo mucha gracia porque, además de ser la primera típica peruana, llevaba una alpaca pequeñita.



Callejeamos hasta llegar a la plaza de armas. Muy bonita, con unos edificios muy antiguos de color marrón, con soportales y balcones a la plaza, con flores y un pequeño jardín en el centro que rodea una fuente. Un lugar con mucho encanto por el que se puede pasear, comprar, tomar algo, hacer fotos, cualquier cosa que se te ocurra.




Seguimos paseando por la ciudad y entrando en tiendas y mercados artesanales repletas de jerseys, gorros, bufandas, calcetines...Todo hecho de alpaca, muy calentita, tanto que, como estaba refrescando, nos compramos un gorro con las borlas cayendo y todo.

Empezó a anochecer así que buscamos un restaurante peruano donde hubiera gente de la ciudad cenando, señal de buena y auténtica comida peruana. Encontramos uno a cien metros de la plaza de armas así que allí nos sentamos.

Nos pedimos pollo broaster y ensalada de palta (aguacate) y para beber un delicioso zumo de frutas variadas lleno de sabor. Todo estaba muy rico y tenía unos colores muy vivos.

Paseamos otro rato hasta que un señor nos dijo que no debíamos ir mas allá porque podía ser peligroso y volvimos hacia la zona de la Plaza de Armas y vimos la ciudad iluminada. Dispuestas a subir hacia el hostal, con mas frío que un cubano en Alaska, empezamos a sentir el mal de altura.

Es una ciudad con unas cuestas bastante empinadas y nuestro alojamiento estaba en la zona alta asíque no teníamos mas opciones que hacerlo. Empezamos a subir una de las calles normal pero cuando habíamos hecho menos de diez metros nos tuvimos que parar porque no podíamos con nuestro alma. Un ahogamiento, un dios mío que no puedo...Era como si derepente nos hubieramos empezado a ahogar pero una cosa muy extraña, no es lo mismo que cuando estas haciendo ejercicio y te cansas...Era una sensación muy extraña que nunca había tenido que me hacia marearme y andar como con plomo en las botas y a la vez como si se te estuviera yendo la cabeza...



Por fin llegamos al hostal y lo primero que hicimos fue irnos a tomar un mate de coca y nos subimos a la terraza del hostal a ver las maravillosas vistas de la ciudad y de los alrededores que teníamos. Algo bueno tendría que tener que el hostal estuuviera en la zona alta de la ciudad, ¿no?


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jueves, 20 de octubre de 2011

UN DÍA EN BUENOS AIRES


Un día en Buenos Aires no es suficiente. Eso lo tengo claro pero cuando al mirar los vuelos desde Río de Janeiro a Lima vi que había uno que, por casi el mismo precio, hacía escala en Buenos Aires durante nueve horas decidí que quería aprovechar la oportunidad y ver lo que pudiese de Buenos Aires, sabiendo que volvería con el tiempo suficiente de ver y vivir la ciudad en condiciones.
Iba a ser un día bastante duro ya que la noche anterior, la última en Río de Janeiro, salimos hasta la hora de ir al aeropuerto para coger el vuelo a Buenos Aires. Ir de empalmada era un problemilla pero el problema que a mi mas me agotó ese día fue otro.
Al mirar los vuelos para saber exactamente de que tiempo disponíamos, me di cuenta de que llegábamos a un aeropuerto diferente del que salíamos hacia Lima por lo que no íbamos a poder dejar las mochilas en ningún sitio.
De empalmada, con los mochilones a cuestas, dos, la grande y la pequeña...No teníamos todo a favor pero era lo que había.

Por el tema de las mochilas y por que pensábamos que era la mejor forma de ver la ciudad de forma global con el poco tiempo que teníamos, decidimos cogernos el autobus turístico que te lleva por los principales puntos de Buenos Aires y del que te puedes bajar y subir cuantas veces quieras en cualquiera de las paradas que tiene.

Desde el aeropuerto cogimos un taxi que nos llevó a la parada de ese autobus mas cercana, que miramos el día anterior en internet. Estaba en lo llamado Rosedal de Palermo. El taxista nos tangó un poco porque tardamos unos cinco minutos y nos cobró lo que quiso, sin taximetro ni nada...

Nos bajamos del taxi al ver la marquesina de color amarillo que correspondía con el autobus turístico. No tuvimos que esperar mucho, diez minutos después de haber llegado aparecía el autobus amarillo de dos plantas en el que ibamos a pasar la mayor parte de nuestro día en Buenos Aires.

Al cambio, nos contó unos 11€ cada una. Lo curioso fue que solo había una persona en el bus a parte de nosotras pero era bastante pronto, después se formaban largas colas en las paradas mas emblemáticas.

Lo primero que vimos fueron unos grandes parques y jardines en el que destacaría el jardín japonés. Despues de estos, el hipódromo, el campo de polo, el barrio chino, un par de iglesias y plazas, el barrio de la Recoleta, donde queríamos ver el cementerio tan curioso que dejamos para el final del día pero que no nos dió tiempo.


 


 
Grandes avenidas que parecían la Gran Vía por sus bonitos edificios de bastante antigüedad como las embajas de Francia y de Brasil.


 


 
Fue bastante curioso ver varios guiños a España. Uno de ellos fue unos autobuses que llevaban la bandera argentina y la española unidas y el escudo de España pintado en un lateral de los autobuses. Imagino que la compañía era argentina pero sus dueños serían de origen español.


El teatro Colón, el palacio de Justicia, el famoso obelisco que recuerda al de la ciudad de Washington, la zona de los teatros.




 
Tras pasar una de las calles que llegan a la Plaza de Mayo, nos encontramos de frente con La casa Rosada, bastante sorprendente por el color tan fuerte con el que está pintada, además de ser rosa.


En esta plaza se pueden ver la mayoría de los edificios mas importantes de la ciudad además de un pequeño parque en el centro y muy cerca la Catedral  Metropolitana.

Sin bajar del bus, para no cargar con las mochilas y porque se podía ver todo bastante bien desde arriba mientras nos explicaban que era cada lugar y nos daban datos históricos o curiosos, llegamos por una gran avenida hasta la Plaza del Congreso.


Un paseo por las calles del barrio de San Telmo hasta llegar al barrio de Boca. Aquí es donde decidimos bajar del autobus. La ruta turística cultural por la ciudad nos había gustado mucho, nos habíamos dejado cosas para después como el Cementerio de La Recoleta y el barrio de Puerto Madero pero ahora tocaba vivir la ciudad en uno de los barrios mas conocidos y auténticos de Buenos Aires donde el ambiente te deja ver la personalidad de los porteños, su comida, su música, su baile, todo concentrado. Perfecto para nosotras que no disponíamos de mucho tiempo.

Era domingo así que la zona estaba llena, además acaba de terminar el partido en el estadio del Boca Juniors, que está en el barrio, por lo que sus forofos estaban tomándose unas cervezas por la zona.


 


 
El barrio de Boca es una acogedora zona de Buenos Aires donde muchas de las casitas son de colores dándole un ambiente único a este barrio. Además se pueden encontrar un montón de tiendas, bares, restaurantes y el famoso Caminito, declarado el primer museo al aire libre.


 
Es posible que al ser domingo el ambiente fuera mucho mejor que el de cualquier día de la semana. Personas por todas partes, turistas y no turistas, paseando, tomando algo, bailando, comiendo. Además hacía un día estupendo, todo estaba a favor.


 


 
Estuvimos paseando por las calles de alrededor para ver la zona. Tiendas y museos con objetos curiosos, productos artesanales y los típicos recuerdos para turistas. Pintores callejeros que enseñaban sus obras, bailarines de tango uniformados para bailar con los turistas o para hacerse una foto con ellos a cambio de algo de dinero...Mirases donde mirases había algo curioso que ver. Lo mas original, las casas de colores.



 
Un día muy largo y no haber tomado nada desde el día anterior por la noche, sumado al olor a brasita que llegaba desde las terracitas de los restaurantes, nos hizo sentarnos en una de las terrazas y pedir una parrillada, con la que llevaba soñando horas.

En la terraza, un espectáculo nos entretenía mientras esperábamos las empanadas tan típias argentinas como aperitivo antes de la carne. Una pareja bailando tango nos embelesaba. Si en Río de Janeiro la samba me pareció dificil, no puedo decir algo diferente del tango, eso o que yo soy un poco nula yo para bailes y hasta la macarena me lo parece...



Las empanadas llegaron pero además la parrillada...En ese momento entendí a Homer Simpson, argggggggggggg... ¡Que pinta! Y no solo era la pinta, que sabor...Costillas, chuletas, choricitos criollos, morcilla...Que ganas tenía de una buena parrillada argentina, y no me decepcionó. Encima de comer rico, de ver bailar tango y otro bailes tradicionales a un metro de nuestra mesa, los chicos del restaurante nos invitaron a dejar las mochilas en el restaurante hasta que nos fuéramos para que pudiésemos dar una vuelta sin ellas, ¡Que majetes!

Sin mochilas pero con casi el mismo peso en el estómago, nos fuimos a dar una última vuelta por el barrio, solo nos quedaba una hora para tener que coger el bus hasta el aeropuerto así que nos teníamos que despedir de la ciudad.

Nos encontramos con otro espectáculo en el que salía una niña pequeña bailando. No me pareció muy bien que una niña tan pequeña estuviera pasando su domingo bailando como parte del espectáculo para llamar a clientes para el restaurante. Pero por otro lado, y siendo egoísta, me encantó poder ver como bailaba por que era impresionante ver como una niña tan pequeña se movía tan bien y tan rápido.

Rápidamente pasó esa hora que teníamos así que fuimos a recoger las mochilas y a preguntarles a los chicos del restaurante donde coger el bus que nos llevaba al aeropuerto. Cual fue nuestra sorpresa cuando nos digeron que teníamos que andar unos veinte minutos hasta la parada y que el bus tardaba mas de una hora al aeropuerto...¡No teníamos tiempo! Necesitábamos coger un taxi pero ¡No teníamos dinero!

Nos dirigimos hacía la parada de taxis y le preguntamos a los conductores por cuanto nos saldría. Como buenos argentinos, hablamos de todo menos del precio y hasta nos querían invitar a comer algo. Son así de simpáticos y de cameladores...Pero no teníamos tiempo para andar de chachara. Intenté convencerle de que nos cogiera dolares, que yo llevaba, porque no teníamos pesos. El taxista me dijo que no hacía falta de que le convenciera, que ellos cogían dolares como pesos, eso nos salvó.

Cogimos el taxi corriendo, sin antes mirar atrás como despedida de la ciudad, y volando al aeropuerto mientras teníamos una interesante conversación con el taxista que nos contaba, entre otras cosas, la cantidad de personas que estaban emigrando a Argentina con lo de la crisis, incluidos españoles.

Treinta y cinco horas sin dormir y nosotras tan tranquilas, sin cansancio, solo un poco hartas de las mochilas, pero aun nos quedaba esperar un par de horas en el aeropuerto de Buenos Aires, coger un avión, volar a otro país, Perú, recoger las mochilas, encontrar al coche que nos esperaba en el aeropuerto de Lima, llegar al hotel de Lima, hacer el check-in y tirarnos en la cama a descansar...

Todo ocurrió tal y como teníamos pensado, lo mas curioso que nos pasó en esas horas fue al llegar al aeropuerto de Lima donde el hotel nos había mandado un coche. Al recoger las mochilas y salir a la zona de recogidas, encontramos unas cien personas con folios en las manos donde ponía la persona a la que iban a recoger...Era un cuadro..."¡A ver ahora quien encuentra nuestro cartel!" Parecía que estábamos pasando lista, María Gutierrez, Carlos Fresnedilla, Señorita Lamas, Antonio López...Así durante unos diez minutos mi prima y yo leyendo los carteles hasta que por fin encontramos el nuestro.

Desde allí, al hotel, a descansar. Ya tocaba, eran mas de las once de la noche cuando llegamos a Lima.

Sin habernos casi dado cuenta, en ese día habíamos estado en tres paises. Salimos de Río de Janeiro (Brasil) a las seis de la mañana rumbo Buenos Aires (Argentina) llegando a Lima (Perú) a las once de la noche...¡Vaya jupe!


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