miércoles, 2 de marzo de 2011

UN VIERNES COMO OTRO CUALQUIERA: SUBASTA BENÉFICA, ENCUENTROS INESPERADOS Y MENSAJES SORPRENDENTES ¿QUÉ MÁS SE PUEDE PEDIR?

El viernes por la mañana tuve clase en la escuela de inglés, como cada día, y después me fui a hacer los álbumes. Estoy trabajando para una amiga mejicana que a su vez trabaja para una compañía que tiene máquinas de hacer mini álbumes de fotos instantáneos en Manhattan. Mi trabajo consiste en ir a unas tiendas determinadas y hacer el número de mini álbumes que ella me dice. Me pagan por cada vez que voy $17 y además me puedo quedar con los álbumes por lo que merece la pena. Voy dos veces en semana y cada semana hago unos doce. Los álbumes son de bastante buena calidad y una forma perfecta y gratis de organizar mis fotos digitales ya que al final nunca las imprimo.

La verdad es que estoy muy contenta con este trabajo porque puedo ir a la hora que más me convenga, el día marcado, y los álbumes son bastante buenos. Aunque después de más de sesenta álbumes hechos, me he quedado sin fotos así que ahora estoy enviando correos a mi familia y a mis amigos para que me manden sus fotos para poder hacerles álbumes a ellos. Que si cuando mis amigas fueron a Marrakech, que si cuando mi prima fue a Cancún, que si el bautizo de mi primo pequeño…Y lo que he hecho es poner una foto mía de fondo en plan donde está Wally para que cuando miren detalladamente el álbum me encuentren, aunque no estaba allí.

Esta vez me tocó en pleno Times Square, la zona donde los neoyorquinos hacen la cuenta atrás para entrar en el año nuevo, como nuestra puerta del sol de Madrid pero con muchísimas señales luminosas publicitarias y grandes pantallas con anuncios, imágenes de la ciudad, un vaquero casi desnudo tocando la guitarra, un Elmo sonriendo a los niños y cobrando a los padres por hacerse una foto con él etc. etc. Estaba lleno de turistas, como de costumbre, y era muy difícil caminar pero conseguí llegar hasta el café japonés donde había quedado con mi amiga para hacer un intercambio de español-inglés durante dos horas. Esto funciona bastante bien porque es gratis para las dos y ambas ponemos el mismo esfuerzo en ayudar a la otra a mejorar ese idioma porque nosotras mismas estamos en la misma situación.

Este café está en frente de Bryant Park, sexta avenida y calle cuarenta y dos, a un par de calles de Times Square. Me gusta bastante porque es auténticamente japonés y para estar en el centro de la ciudad es bastante barato, eso si consigues hacerte entender con los dependientes japoneses con ese acento característico suyo. Normalmente cuando voy a ese café como sushi o, si ya he comido y esa semana he tenido bastantes clases, me doy un lujo pidiendo el mejor Chai Tea Late que he probado nunca.

Es gracioso porque durante el intercambio con mi amiga, estuvimos hablando sobre el chico americano con el que tuve una historia, y que ella conoce, y otro amigo español bastante latin lover que le presenté a esta amiga en una cena y que vivía en Nueva York pero que en navidades se volvió definitivamente a España. Mas adelante entenderéis porque digo esto.

Después del intercambio me fui a la Spanish Benevolent Society Gallery o lo que aquí en Nueva York se conoce como La Nacional. Este centro está situado en la calle catorce entre la avenida séptima y la octava, la zona donde, a principios del siglo XX, los inmigrantes españoles que cruzaron el charco en busca de mejores oportunidades se establecieron. Por este motivo esta zona empezó a conocerse como “Little Spain”. Se calcula que más de 30.000 españoles vivían en Nueva York en esa época.

Es un edificio muy bonito con un restaurante español en el sótano, una sala de exposiciones en la primera planta y unas oficinas en la segunda planta. También en El Centro se dan clases de español, de flamenco, de guitarra etc. Puedo decir que es español auténtico y no como muchos sitios que he visto en la ciudad que solo tienen de español el menú, que no la comida.

Una de mis amigas españolas que vive aquí era la comisaría de una subasta benéfica de diferentes piezas artísticas que nueve jóvenes artistas españoles habían donado para recaudar fondos para un orfanato en Nepal.


Cuando llegué allí había bastante gente, la mayoría españoles o latino americanos, pocos americanos. Dos chicas jovencitas estaban pasando canapés y en la barra una camarera te servía vino español, tinto o blanco al gusto, o cerveza de forma gratuita pero como era una causa benéfica con cada consumición la gente dejaba una propina que iba destinada a ayudar a este orfanato.

Saludé a mi amiga, a su novio y a algunos amigos más. Cual fue mi sorpresa cuando vino a saludarme el chico español, el latin lover, del que había estado hablando una hora antes con mi amiga en el café.

“¿Qué haces aquí? le dije.

“He venido unos días porque en España no estaba haciendo nada”.

“¿Hasta cuando te quedas?”.

“Voy a estar por aquí tres semanas. Como no tengo que pagar apartamento porque me estoy quedando en casa de la colombiana aprovecho para quedarme mas tiempo.”

“Pero, ¿Y si aparece el marido de repente?”

“Está en San Francisco y no creo que coja un avión de mas de seis horas para darle una sorpresa, o al menos eso es lo que me ha dicho ella.”

Sobre este chico ya os contaré en próximos posts porque merece la pena conocer su historia aquí.

Fue interesante encontrar a un monje budista en la exposición. Iba vestido con el típico hábito color burdeos, un abrigo burdeos encima y la cabeza rapada al cero. Resultó ser uno de los profesores del orfanato. Me pareció curioso que a pesar de que él era el representante del orfanato en la subasta, parecía estar bastante perdido en aquella sala llena de gente que no paraba de beber, comer, reír y que vestía sus mejores galas para el evento. Supongo que el estaba deseando que terminara todo aquello. Estuve fijándome en el casi toda la noche, no habló a penas con la gente pero estaba observando muy atentamente. No se cuantas veces este monje había salido de Nepal pero parecía estar perdido entre esa multitud, o quizás en sus pensamientos.

Bebí una cerveza estrella de Galicia, para sentirme más como en casa, y comí un par de canapés pero no muchos pues ya se sabe que en este tipo de eventos, aunque la comida sea deliciosa y tú no hayas probado bocado durante el día, no puedes comer mucho por eso del protocolo supongo.

Llegué a casa con sabor español y con más hambre que los pavos de Manolo. Así que como quería seguir siendo fiel a mi patria, me preparé unos huevos estrellados con jamoncito ibérico encima. ¡Delicioso!. Por un momento sentí estar en casa…Mi padre y yo solíamos hacerlos cuando no había “nada determinante” para cenar. Esta frase es auténtica de mi madre.

“¿Mama que hay de cena?”

“Nada determinante.”

“¿Papa hacemos unos huevos estrellados con jamoncito o pan Tumaca?”

“Lo que tu quieras hija.”

Durante mis últimos meses en Madrid las noches de nada determinante eran mas frecuentes y a mi me encantaban.

A eso de la una y media de la mañana me fui a dormir. Me quedé dormida enseguida agarrada a mi almohada y con una pierna fuera del edredón. A las tres de la mañana suena un mensaje en mi móvil americano.

“¿¿¡¡Quien me escribe a estas horas!!??” y leo: “Hola Marta!! ¿Dónde estas? He aterrizado en Nueva York hace un par de horas y me apetece verte. Estoy en el SOHO tomando algo con unos amigos. ¿Quieres pasarte?”

Era el chico americano con el que tuve una historia. No me lo podía creer. Esa misma tarde había hablado con mi amiga sobre él y sobre el chico español. Uno se suponía que estaba en Madrid y el otro en Londres. A uno me lo encuentro en la subasta benéfica y el otro me manda un mensaje a las tres de la mañana diciéndome que está en Nueva York. ¿Existe la ley de la atracción, esa ley que dice que lo que tienes en tu mente o de lo que hablas acabas atrayéndolo, o fue casualidad? De haberlo sabido habría hablado con mi amiga del dinero que me iba a haber encontrado en un sobre metido en el coche que iba a haber ganado en un concurso que me iba a haber encontrado por casualidad en la calle y cuyo presentador iba a haber sido George Clooney, solo por si acaso.

Le contesté que no podía ir, no le di explicaciones como manda la ley de mantén el secreto para hacerte la interesante porque si no va a saber que eres una persona normal que, aunque vivas en la ciudad que nunca duerme,  puedes estar un viernes a las tres de la mañana en la cama sin que signifique esto que eres una marmota.

Sobre este chico también os contaré otro día porque hay muchas cosas curiosas, graciosas, únicas, extrañas…que me han pasado con él.

Así acabo mi noche del viernes, con un poco de insomnio sorprendida por el mensaje pero finalmente cayendo en un sueño profundo en el cual vivía en la ciudad donde hasta lo imposible era posible.




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3 comentarios:

  1. Soy chileno, me has hecho mucho reir. Desde Santiago te mando mucha fuerza y fe. He vivido cosas similares ya que vivo solo desde los 16 y tu experiencia me recuerda mucho a mis primeros años en la capital, muchas veces comi verduras fritas con pan y tenia picadas o lugares especificos para llenarme con muy poco $$$, gracias a Dios terminé mis estudios y hoy mi vida es otra.

    Gracias por compartir un poco de tu vida...yo aqui debo levantarme son las 12:18 y debo planificar este día... muchos saludos

    Mario

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  2. Hola Mario! me alegro de que hayas disfrutado! Gracias por tu fuerza y fe. ánimo con el día!

    marta :)

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  3. Hola Martha! tu historia es digna de un libro para chicas!

    Me gusto mucho tu blog seguire leyendo para mi es como leer un libro de anecdotas!

    Saludos desde Venezuela...

    Yeli.-

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