miércoles, 5 de noviembre de 2014

AKUMAL, NADANDO CON TORTUGAS EN LIBERTAD

Una de las experiencias mas interesantes de mi vida, nadar con tortugas en libertad. Hacía muchos años que tenía en mi cabeza esta idea pero no es fácil encontrar un lugar donde poder hacerlo de forma natural. No en un parque acuático o en un zoo, si no en su ecosistema, respetuosamente, pero de forma mas cercana. 

Akumal es un lugar ideal donde poder nadar con las tortugas de una forma tranquila y sin cientos de turistas al rededor.

Esta excursión desde Playa del Carmen también decidimos hacerla por nuestra cuenta ya que los paquetes para nadar con tortugas que ofrecían en las agencias y hoteles costaban entre 40-60€ y nosotras solo gastamos menos de 4€ por persona en la furgoneta colectiva que nos llevó y nos trajo y 6€ que nos costó alquilar el equipo de snorkel para todo el día. Total: 10€/persona.

"¡Akumaaal!" grita el conductor. Tardamos poco mas de media hora desde Playa del Carmen. La furgoneta nos deja en la carretera y tenemos que andar un poquito hasta llegar a unas tiendecitas pequeñas con recuerdos, con unos precios ridículamente caros. Sin darnos cuenta, tomamos un camino a la izquierda, ¡error!, pero en ese momento no lo sabíamos...

Si no hubiera sido por que estábamos a unos noventa grados a la sombra, el paseo hubiera sido bastante agradable ya que nos metimos por una urbanización con casitas blancas muy monas, y casazas, que daban directamente al mar. Después de un buen rato intentando acceder a la playa, nos dimos cuenta de que toda esa zona era privada, cada casa tenía su acceso particular a la playa. Así que, NO GIRAR A LA IZQUIERDA, SEGUIR RECTO Y LUEGO A LA DERECHA y encontraréis sin problema la playa.


                                                


Antes de llegar a la playa, hay un centro de snorkel y submarinismo donde alquilar el equipo para practicar estos deportes además de baños, duchas y taquillas. Nosotras alquilamos el equipo y nos fuimos hacia la playa.

La playa de Akumal es bastante tranquila, no hay mucha gente, sobre todo por la mañana. Puedes encontrar algunos turistas pero también había familias locales con sus neveras, su música y sus juegos. Es curioso que estos locales se bañaban con camisetas y solo hasta media cintura. Es posible que no supieran nadar o le tuvieran respeto al mar. 

Nos pusimos el equipo y nos fuimos hacia el mar, un mar turquesa, como en toda esta zona de Méjico.


                                       


Una playa normal, como cualquier otra en la que hubiéramos estado los días anteriores, ni rastro de tortugas. El fondo totalmente claro y nada que nos diera pista de como llegar a la zona de las tortugas. Después de unos diez minutos nadando hacía el interior, "¡grughghgrughg!". Tubo en boca, gafas puestas y los pelillos de punta. Le hago señales a mi amiga para indicarla que tengo delante de mi una tortuga enorme, la primera que había visto en mi vida en libertad, a mi lado, ¡y gigante!.

Después de tragar agua por el tubo, y por un tubo, de la emoción que me había dado verla, saco la cabeza del agua y le digo a mi amiga "¡Aquí hay una!". Me hizo muchísima ilusión ver aquella tortuga. Pelillos de punta, piel de gallina, litro y medio de agua salada en mi cuerpo y yo mas feliz que una perdiz.

Nos pasamos unas horas nadando, viendo mas tortugas, viéndolas nadar, comer, siguiéndolas, buscando mas, encontrando las zonas donde mas había, las zonas de pasto a las que se acercan a comer. Una experiencia irrepetible que recomiendo a todo el mundo.


                                           


Las tortugas marinas son animales preciosos. Su caparazón con diferentes muescas que al final hasta nos dejaba reconocer a unas y a otras. La forma tan curiosa que tienen de comer sacando la cabecita mas para poder alcanzar el pasto. Algo que me sorprendió mucho, la velocidad que tienen nadando, a veces era difícil seguirlas cuando salían escopetadas. Y lo que mas nos gustaba, cuando salían hacía la superficie a coger aire para volver a sumergirse.

También vimos una manta pequeña que se camuflaba en la arena blanca y salía de vez en cuando para nadar un poco. Muy curiosa.

La sensación de estar en un medio tan natural, tan auténtico, tan bonito y poder disfrutar de su fauna sin molestarla y poder ver, a lo gran hermano, como se comporta tan cerca de ti te hace sentir de una forma muy especial,  algo difícil de explicar pero que recomiendo a todo el mundo porque, como he dicho antes, fue una de las experiencias mas emocionantes de mi vida. Me sentía como una niña, llena de ilusión.

Siempre he querido hacer un voluntariado con tortugas marinas, ver como desovan las adultas, hacer mediciones de estas, ver salir a las tortuguitas de los huevos, ayudarlas a llegar al mar... Pero después de esta experiencia, sin duda, es algo que voy a hacer y espero que muy pronto.



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2 comentarios:

  1. Preciosa experiencia, sin duda. Me alegro de que estés de vuelta en el blog.

    Un abrazo

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