Suena el despertador a las ocho de la mañana, entre sueños pienso, "pero si aun es de noche..." Y yo misma me respondo, "no, no es de noche, es que no has cambiado la hora en el móvil por lo que aquí son las siete de la mañana. Duermete otra vez so toli". Así que vuelvo a pegar el ojo una horita mas.
El día se ha levantado con menos aire pero aun así sigue haciendo frisqui, nada que ver con el resto de la península según el telediario. Desayunamos y nos ponemos de nuevo en marcha.
Nuestra primera parada para hoy es un pueblo llamado Teguise. Es famoso por su mercadillo pero además por ser el típico pueblo de la isla, con sus casas bajas completamente blancas y sus calles empedradas.
Como al resto de los lugares, no se tarda mucho en llegar ya que la isla no es muy grande. Alguien me dijo que en cruzar la isla de punta a punta solo se tardaba una hora y media. Nuestro viaje mas largo en coche fue de cuarenta minutos.
Llegamos a Teguise y vimos un cartel que no permitía el paso de coches por el mercado así que aparcamos a la entrada del pueblo. Parecía Santiago de Compostela, decenas de personas llegaban como peregrinos a través de la carretera, no se donde habrían aparcado...A la entrada del pueblo nos da la bienvenida una casa un tanto peculiar en cuyo jardín se amontonan gran cantidad de esculturas hechas de diversos materiales reciclados pero además de eso pantallas de ordenador, planchas, muñecas, tazas de baño y casi cualquier cosa que te pueda venir a la mente.
Entramos en el pueblo, con un aire bastante hippie que, sin haber estado nunca, me recuerda a Ibiza. Los tenderos ya están montando los primeros chiringuitos pero uno de ellos no explica que por causa del viento muchos de los vendedores no se atreven a montarlos.
La mayoría de los productos que se venden son artesanales, ropa, cremas y jabones hechos de aloe vera (muy abundante en la isla), pulseras y collares hechos de piedras naturales, guitarras y juguetes hechos de madera y unos riiiiquísimos quesos de cabra artesanales que nos gustaron tanto que tuvimos que comprar una cuña para cenar esa noche. Y de postre, unas garrapiñadas de la isla.
Un paseo por el mercado, visita de algunas casas abiertas y bares con encanto y de vuelta al coche. De camino al Timanfaya nos habían dicho que podríamos ver uno de los paisajes mas característicos de la isla en la zona de La Geria. Tengo entendido que hasta Almodovar los ha incluido en su última película. Se trata de los viñedos creciendo en tierra volcánica completamente negra y protegidos del viento por una semicircunferencia de piedra.
La pena es que para esta época los viñedos aun no han empezado a crecer por lo que tan solo se puede ver las circunferencias de piedra en los negros terrenos pero hubiera sido aun mas bonito poder ver los brotes verdes creciendo. Aun así, es una imagen única.
Llegamos a la zona que comprende El Parque Nacional de Timanfaya donde el terreno rocoso te transportaba a Marte. Yo estaba esperando a E.T en cualquier momento pero en vez de eso aparecieron en el horizonte unos camellos.
Era una carabana de camellos que se dirigía de vuelta al llamado echadero de los camellos donde iban a descansar al dejar bajar a los turistas que transportaban. En un principio, nos contaron, los camellos eran usados por los agricultores y ganaderos de la zona para sus tareas pero hoy por hoy solo son utilizados como transporte para los turistas.
La idea que tenía era la de montar en camello, me hacía ilusión, me parecía algo diferente y curioso pero al llegar allí me dio un poco de pena, no se como explicarlo. El caso es que al final no subimos.
Todo el parque de Timanfaya es increíble, nunca había visto nada similar. Parece que no tiene fin, que es eterno y sin duda no parece de este planeta. Ahora ya se donde grabaron los americanos el video famoso de la primera visita a la luna :)
Como toda la isla, nuestra próxima parada era un lugar curioso, Las Salinas de Janubio. Nunca había visto unas salinas antes y la verdad es que es llamativa la imagen de largas tiras de terreno que parecen cubiteras a lo grande donde el agua del mar se está secando y un poquito mas allá grandes montones de sal completamente blanca esperando a ser recogida y a tan solo unos metros del mar.
Los hervideros fueron la siguiente visita. Son unos acantilados de roca volcánica donde el mar ha creado unas pequeñas cuevas y además ha erosionado algunas de las rocas de tal forma que cuando las olas rompen en esa zona con fuerza se forman grandes masas de espuma. Es bastante bonito ver como ocurre e incluso te medio hipnotiza. Allí nos quedamos un rato embobados.
Por esa misma carretera se llega a El Golfo pero ese día había una carrera de ciclismo por lo que la carretera estaba cortada pero teníamos que verlo así que nos buscamos la vida para acceder por otro lado.
Hay dos formas de llegar a El Golfo, puedes seguir la carretera hasta llegar a la parte de arriba de una montaña baja desde la que se ve toda la mancha verde cerca del mar o puedes bajar por la carretera hasta la parte de abajo por donde llegarás a la misma mancha verde que está en una playa de piedras negras bañada por un frío agua turquesa.
Esta mancha verde, como la llamo yo, es llamada El Lago Verde de Los Clícos. El color de este lago es debido al azufre que contiene. Otra de las cosas curiosas de Lanzarote que no puedes encontrar en muchos lugares.
¡Que hambre! Era hora de comer nuevos deliciosos platos lanzaroteños...Ummmmmm Así que nos dirigimos hacia Playa Blanca. Una bonita playa al sur de la isla con un paseo marítimo donde estaban disputando una maratón. ¡Que deportista son por aquí!
Nos sentamos en la terraza de un restaurante en frente del mar mientras el sol nos daba de pleno...¿Quien dijo que el paraíso no existe? El camarero, muy agradable y atento, nos aconsejo unos platos especiales de la casa que no nos podíamos perder: cabrito al estilo Lanzarote, Lubina a la sal, Dorada a la parrilla y una parrillada de carne. "Bueno pues traiganos eso" le dijimos.
Todo estaba delicioso, acompañado de las papas arrugadas con el mojo y un poco de ensalada. Yo creo que en estos días en Lanzarote habré cogido unos dos kilos si no más...
Después, para bajar la comida, nos fuimos a dar un paseo al borde de la playa dejándonos tostar por el sol. Descansamos un poco y viendo que nos daba tiempo a subir a El Jardín de los cactus así que nos fuimos para allá.
César Manrique fue un arquitecto y escultor de la isla que trató de impulsar esta creando esculturas públicas y lugares de interés para los visitantes. Se pueden encontrar esculturas en varias de las rotondas de las carreteras de la isla pero además mas cosas creadas por él que hacen a Lanzarote única.
Llegamos a El jardín de los Cactus. Desde fuera no se veía ningún jardín, solo unos muros de piedra no muy altos. Al entrar nos dimos cuenta de que el jardín estaba dentro de un gran cono de piedra que protege a las decenas de tipos de cactus que se pueden encontrar allí. Lo bonito del jardín no son solo los tipos de cactus si no la disposición de estos y una fuente bastante curiosa que hay de frente a la entrada principal. Además de eso, un molino de viento al estilo Don Quijote se eleva en lo alto del jardín.
A tan solo diez minutos en coche de El Jardín de los Cactus se encuentran Los Jameos del Agua que es un tubo volcánico en el que César Manrique creó su primera atracción arquitectónica. Bajando unas escaleras accedes a una cueva con un lago en el centro donde se pueden encontrar unos pequeños cangrejos completamente blancos muy peculiares. Una vez pasada esta zona, puedes encontrar un bar donde comer o tomar algo.
Subiendo unas escaleras iguales a las anteriores esculpidas en piedra y rodeada de plantas de un verde muy intenso, se accede a una gran piscina en fondo blanco con una palmera que le da un toque exótico. ¡Yo quiero una piscina así en mi casa! Justo detrás de la piscina pero escondido se encuentra otra cueva natural donde han puesto unas gradas para que la gente disfrute de los conciertos que allí se celebran.
Los Jameos del Agua son un buen ejemplo de arquitectura sostenible, la integración de la arquitectura en el medio natural sin dañarlo y cuidándolo haciéndolo mas bello si cabe.
Un día bastante ajetreado para al ser todo en la naturaleza, entre volcanes y el mar, no se había hecho tan intenso. Aun así, unas puesta de sol en un lugar especialmente bonito hace que te relajes y es la mejor forma de terminar un día de turismo así que nos fuimos a El Mirador del Río.
Es un mirados que hay a cinco minutos en coche de Los Jameos del Agua y que da directamente a la isla La Graciosa. No entramos en el mirador porque una amiga me había dicho que tenías la misma vista desde la carretera lateral que hay así que lo que hicimos fue ir a esa carretera, aparcar el coche y apoyarnos en él mientras veíamos atardecer.
Después de esto, de que la luz se fuera poco a poco, el peso de las horas hicieron mella en nosotros así que nos fuimos para casa a descansar y a cenar ese quesito rico y alguna cosa mas que compramos en un supermercado al lado de casa.
Otras entradas que te pueden interesar:
El queso tierno, las bandejas de pescado, las ensaladas con aguacate y las papas con mojo.
ResponderEliminarEso es lo que te ofrecian siempre para comer.
Leyendote parece que estoy allí.
Si....ummmmmmmmm que rico! Se me hace la boca agua de pensarlo :)
ResponderEliminarQué bien me va a venir todo estooo!! sabes q tenía planeado con mis amigos irme en el puente de mayo. Yo fui de pequeña a Lanzarote y la verdad que no me acuerdo muy bien pero mi madre siempre a dicho q le daba muchísima pena como tenían a los camellos..Voy a seguir leyendo para tomar nota
ResponderEliminarN me alegro que te ayude para planear tu viaje. Ahora mismo voy a ecsribir un post con precios, horarios y demás consejos. Un abrazo!
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