Quedamos a las 4:15 de la mañana para cogernos un taxi hacia el aeropuerto. En barajas nos reunimos los cinco amigos que íbamos hacia Varsovia. Nuestro vuelo desde Madrid a Milán, donde hicimos escala para llegar a Varsovia, salió a la hora. Teníamos en nuestra contra cada minuto que pasara ya que nuestro vuelo de Madrid a Milán llegaba a las 8:15 de la mañana y nuestro vuelo de Milán a Varsovia salía a las 9:00 de la mañana.
En un principio, teníamos tiempo suficiente para cogerlo pero nosotros no habíamos contado con el hecho de que, aunque el avión aterrizara a las 8:15, entre coger las maletas, bajar del avión, salir de la zona de embarque, volver a pasar por el control de seguridad, buscar la puerta de embarque y llegar hasta ella...Podíamos necesitar algo de tiempo...
El avión aterrizó y nos volvimos locos para coger nuestras maletas ya que no estaban encima de nuestras cabezas si no cinco o seis asientos hacia delante. Esperando, esperando, esperando, decidimos pedir a la gente que nos dejara ir a coger las maletas o que nos las fueran pasando.
Una amiga se pasó hacia allá y empezó a pasar las maletas por encima de las cabezas de la gente, que nos las iba pasando hacia atrás. ¡Que majetes! Esto es trabajo en equipo y lo demás tontería...Así que, dando las gracias a todo el mundo por haber sido tan amables, salimos del avión corriendo en cuanto abrieron las puertas. ¡Ibamos a perder el avión a Varsovia!
La distancia entre el avión y la terminal sería de unos cien metros, bueno, pues había un autobús esperando a los pasajeros para llevarlos y claro...Hasta que no se montaran todos los pasajeros nada...Con toda mi cara, y por si colaba...Me fui y le pregunté al azafato si podíamos ir andando (¡estaba al lado!) a la terminal. Por supuesto, la respuesta era la de esperar "No. Para eso tenemos el autobús." Vale vale, rancio...
Nos montamos en el autobús mirando el reloj. Quedaban cuarenta minutos para que el vuelo a Varsovia despegase...pero solo diez para que se cerrase la puerta de embarque. Imagina nuestras caras cuando los mismos que nos habían pasado las maletas para que saliésemos los primeros iban entrando al autobús...Todo el tiempo que ganamos arriba lo perdimos esperando en el autobús.
El autobús arrancó y medio minuto después se paró. Ya habíamos llegado a la terminal. Salimos corriendo y pasamos todos los trámites hasta llegar a la pantalla que indicaba la puerta de embarque de nuestro siguiente vuelo, a todo esto, por supuesto, nos pararon a unos cuantos en el control de seguridad para cachearnos.
Llegamos a la puerta de embarque cuando ya se suponía que la puerta debía estar cerrada pero no lo estaba así que dimos nuestros pasaportes y billetes electrónicos y pasamos al túnel de embarque. ¡Prueba superada!
Nos volvieron a montar en un autobús para llevarnos al avión pero...¡Era el mismo en el que habíamos estado diez minutos antes! Aun podíamos ver el avión del que nos habíamos bajado que casualmente estaba al lado del que teníamos que coger. Hubiera sido mucho mas fácil pasar de uno a otro directamente :) pero entonces no hubiéramos superado el record mundial de embarque.
El vuelo fue tranquilo y nos dejó en el aeropuerto de Varsovia a la hora prevista. ¡Ya estábamos en Polonia!
Desde el aeropuerto de varsovia cogimos un autobús regular que nos llevó a la estación central de tren de la ciudad, donde nos estaba esperando nuestra amiga, la que vive en Varsovia desde hace un par de semanas.
La primera impresión de la ciudad fue quizás un poco gris.Quizás porque el día no era muy soleado, por el color apagado de los edificios, por las grandes parques sin una hoja, con los esqueletos de los árboles al desnudo.
Llegamos a la estación central y esperamos un poco hasta que llegó nuestra amiga. Es bastante extraño ver a una buena amiga en un lugar donde nunca has estado tan lejos de tu casa. Verla en Madrid y la siguiente vez en Varsovia con su bolsita de la compra y tan tranquila como si hubiera vivido allí toda la vida...Un poco irreal.
Con los bártulos a cuestas, nos fuimos andando a casa de nuestra amiga, a unas tres calles de la estación. Mirando para todas partes queriendo captar cada imagen, cada sonido, cada olor, llegamos a casa de nuestra amiga, una casa bastante grande, completamente nueva y con seguridad 24 horas.
Todo había empezado de madrugada en Madrid, unas ocho horas antes. Estábamos agotados y teníamos mucha hambre así que nos tiramos en el sofá a hablar y a comer algo para reponer pilas y de paso esperar al novio de nuestra amiga que venía de la oficina.
Cuando llegó Pedro, nos fuimos a dar una vuelta, a cambiar mas dinero en un Kantor, así se llaman allí los lugares para cambiar dinero y comer algo consistente antes de empezar a descubrir la ciudad.
Fuimos a cambiar el dinero, el cambio sale mas o menos así, por cada euro te dan cuatro zlotys. Al lado nos encontramos un mc donals y unos de mis amigos dijo "Para saber la diferencia de precio entre una ciudad y otra, no hay nada mejor que comprobar el índice del big mac" y así lo hicimos. Es un poco ridículo estar en Polonia y que la primera comida que hagas sea una hamburguesa en el mc donals pero con el ambre que teníamos no queríamos buscar mas. El precio es de la mitad aproximadamentecocacola...Empezábamos bien...
Después de haber saboreado la típica hamburguesa polaca...Nos fuimos a dar una vuelta hacia El Palacio de la Cultura, que cada noche cambia de color como el Empire State, de hecho se parece un poco, La Plaza de La Constitución, por donde cruzan los famosos tranvías de la ciudad.
Desde allí nos cogimos un tranvía y nos dirigimos a uno de los barrios mas auténticos de la ciudad, El Barrio de Praga. Una antigua zona adinerada que cayó en decadencia pero que ha sido recuperada por jóvenes alternativos donde puedes encontrar bares, cafés y galerías de arte únicas y originales.
Una de las amigas con las que íbamos había estado viviendo en el barrio de Praga durante su erasmus en Polonia y fue nuestra guía oficial. Fuimos a visitar el edificio donde vivía, que distaba bastante del de nuestra otra amiga que ahora viví allí ya que era viejo y destartalado. Si tuviera que elegir confort, vivir en el centro e incluso lujo o uno de estos edificios donde la historia está tatuada a base de metralla, me quedaría con Praga.
Entramos en uno de los bares underground del barrio para tomar una cerveza, no contábamos con los mas de treinta tipos que había...Así que, para no pasar horas decidiendo, pedimos siete cervezas diferentes para probarlas entre todos. De frambuesa, seca, fuerte, hasta de miel o regaliz, todas con sabores curiosos y todas de medio litro...No se si tenían la calefacción a todo trapo o fueron las cervezas pero acabamos todos a lo Heidi, con unos colores...¡y unos calores!
Después de un rato callejeando por la zona, nos fuimos para casa, pasando antes por una pequeña tienda para comprar un par de cervezas mas y algo para picar. A eso de las dos de la mañana, después de que algunos lleváramos casi treinta horas sin dormir, solo pudimos tirarnos en las camas y dormir, dormir, dormir...
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Marta a este paso no te vas a ir Australia pasatelo bien ya iré leyendo y apuntando sitios como siempre :)
ResponderEliminarYa ves....esque me están saliendo unos planes ultimamente a los que no puedo decir que no...Encima tengo la boda de una muy buena amiga en mayo!!!! Pero me iré seguro! Un abrazo grande! :)
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