Montenegro es uno de los países mas recientes de Europa. No es de grandes dimensiones pero la belleza de la zona donde se sitúa lo hace un destino cada vez mas visitado por los turistas.
Desde Dubrovnik, la frontera entre Montenegro y Croacia no está muy lejos así que aprovechamos para conocer un poco este país vecino.
Nuestra primera parada fue Kotor, situada en una bahía rodeada de verdes montañas que hacen del entorno un lugar idílico para sentarse solamente a mirar, a disfrutar de esa belleza natural tan pura, no esperada la verdad.
La ciudad antigua de Kotor es encantadora, es como sacada de un cuento. Una muralla protege esta pequeña Venecia hecha a base de piedra. Sus estrechas callejuelas con sus antiguos comercios y modernos bares te dejan ver las dos caras de la ciudad.
La Torre del reloj, las diminutas plazas que mantienen el nombre de la actividad comercial que allí se llevaba, como la plaza del pan, la plaza del mercado, con la antigua fuente en la que se reunían las señoras para lavar la ropa a mano y de paso, cotillear un poco sobre lo que estaba pasando, la pequeña iglesia católica y ortodoxa al mismo tiempo, y es que no había una de cada así que, ¿que mejor que compartir?
La mayoría de estas plazas, palacios y parte de la muralla, se vieron muy afectadas por los diferentes terremotos que han sacudido la ciudad pero siempre se han arreglado los daños o se han reconstruido los edificios dañados manteniendo el estilo y los materiales originales.
Es tan pequeña que en un par de horas puedes recorrer la parte vieja sin problemas. Justo al salir de la muralla, hay un mercado local donde puedes encontrar cualquier cosa. Nosotras fuimos a ver si encontrábamos algo diferente.
Yo al final compré unas frutas secas que vendían al peso, como los orejones o las ciruelas que podemos encontrar en España pero toooodo tipo de frutas. Delicioso y sano para quitar el hambre a ratos.
De camino a Budva, pasamos por la famosa playa de postal Sveti Stefan, solo accesible para aquellos que estén alojados en el hotel que en ella se encuentra ya que es una playa privada según nos dijo la guía. Aunque sea un poco extraño, lo que se ve detrás de la playa en forma de Y es un monasterio.
Ya desde aquí, nos fuimos directamente a la playa de Budva. Típica zona de playa con muchos chiringuitos y bares con bastante marcha y gran cantidad de gente joven mas de la zona que extranjeros. En esta playa hay zonas privadas, donde tienes que pagar para entrar, y otras zonas públicas donde la playa es bastante buena pero hay gran cantidad de personas.
Lo que mas me sorprendió de Montenegro fue su belleza natural, tanto de sus montañas, como bosques como playas, no me lo esperaba tan bonito y me gustó mucho. Además por supuesto de la ciudad de Kotor que merece la pena por si misma.
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