A las cuatro y media de la mañana nos cogimos un taxi para ir al Mercado Tsukiji ya que en metro no nos hubiera dado tiempo a entrar a uno de los grupos de sesenta personas que se organiza para visitar la subasta de atún que tiene lugar entre las 5:00 y las 6:15 de la mañana.
Este es el mercado de pescado mas grande del mundo. Pero lo mas famoso de este mercado es la subasta de atunes que tiene lugar cada día. Durante ella se puede observar la curiosa forma que tienen los japoneses de vender y de pujar las toneladas de atún que pasan por el mercado cada día.
Es toda una experiencia vivir la subasta, es algo curioso aunque es verdad que el madrugón que te tienes que pegar es telita. Impresiona ver esas grandes naves llenas de atunes, en la mayoría de los casos congelados supongo que para evitar el anisakis.
Este es el mercado de pescado mas grande del mundo. Pero lo mas famoso de este mercado es la subasta de atunes que tiene lugar cada día. Durante ella se puede observar la curiosa forma que tienen los japoneses de vender y de pujar las toneladas de atún que pasan por el mercado cada día.
Es toda una experiencia vivir la subasta, es algo curioso aunque es verdad que el madrugón que te tienes que pegar es telita. Impresiona ver esas grandes naves llenas de atunes, en la mayoría de los casos congelados supongo que para evitar el anisakis.
Desde aquí nos dirigimos en metro hasta la estación de Tokio donde activamos nuestro Japan Rail Pass.
El Japan Rail Pass es un billete parecido al billete de interrail europeo que basicamente te permite coger todos los trenes que quieras dentro del país, exceptuando algunos de alta velocidad, sin coste adicional alguno durante el tiempo que tu hayas contratado tu billete, una, dos, tres semanas...
Nosotros lo compramos por una semana y nos costó casi 300€ pero merece la pena porque ahorras tiempo y dinero. Este billete no puede ser comprado en Japón así que nosotros lo compramos en Madrid y después lo activamos en Tokio.
Como a partir de ese momento teníamos billetes ilimitados en tren, era muy pronto por la mañana y el día anterior no habíamos podido ver todos los templos que queríamos en Kamakura, decidimos cogernos un tren hasta Kamakura para continuar con el recorrido que dejamos inacabado el día anterior.
Una vez llegamos a Kamakura, nos fuimos andando hasta el Daibutsu que es un gran buda de bronce que se encuentra en el Templo Kotokuin. Esta estatua mide mas de 13 metros de alto, esto la convierte en la segunda mas alta de todo Japón.
Es impresionante ver un buda tan grande en un entorno tan tranquilo. Y pensar que este buda estaba dentro de un templo hasta que sufrió un incendio, ¡dentro de un templo! Tan inmenso.
Lo malo de los numerosos templos que hay entre Kitakamakura y Kamakura es que, algunos están cerca pero otros están un poco difíciles de alcanzar por lo que hay que contar con tiempo de sobra para moverse entre uno y otro.
Después de mas o menos hacernos entender y entender a un par de japonesas mayores a las que preguntamos como llegar al Templo Hase, llegamos a las puertas de este.
El Templo Hase es famoso por la estatua de Kannon, la diosa de la misericordia, pero lo que a mi me llamó mas la intención fueron sus jardines, perfectamente cuidado con una gran armonía.
No teníamos mucho tiempo para llegar a la estación de tren, volvíamos a Tokio en cuarenta minutos y desde el templo se tardaban unos cuarenta minutos en llegar así que decidimos coger un autobús que nos llevaba hasta la estación.
Tren de vuelta a Tokio para coger otro con destino a Nikko.
Esta ciudad a poco distancia de Tokio es Patrimonio de la Humanidad. Es muy fácil moverse por los puntos de interés de esta ciudad. Se puede hacer andando o cogiendo un autobús que va parando en los sitios mas importantes.
Como estaba lloviendo a lo salvaje nosotras nos decantamos por coger el autobús que cuesta poco mas de dos euros. La primera y única para que hicimos con el autobús nos dejó a pocos minutos andando del Santuario Toshogu. Al resto de los lugares llegamos andando desde aquí.
El Santuario Toshogu es un conjunto de templos y capillas de madera decoradas con dioses animales. Destaca también una alta pagoda que está suspendida entre unos pilares de madera.
El símbolo de la ciudad de Nikko son los tres monos tallados en madera en uno de los templos dentro de este santuario.
"No oír mal, no ver mal y no hablar mal" esto es lo que simbolizan los tres monos y así lo escenifican, uno tapándose los oídos, otro la boca y otro los ojos.
Pero la estructura mas llamativa es el Yomeimon o puerta crepuscular porque, según cuenta la leyenda, muchas eran las personas que se sentaban al amanecer a contemplar la belleza de esta puerta y cuando anochecía seguían ahí observando.
Andando desde aquí, a pocos minutos a pie por un camino rodeado de densa vegetación que hace muy fresco el recorrido, llegamos hasta el Templo Rinno-ji que es un templo que está siendo restaurado por lo que la fachada exterior está completamente cubierta y solo se puede ver su belleza mediante una enorme fotografía que hay en la fachada.
El interior merece la pena, sobre todo por los tres grandes budas dorados que hay en uno de los altares.
No queríamos despedirnos de la zona sin ver uno de los preciosos jardines japoneses de los que se puede difrutar aquí, por eso entramos en el jardín Shoyo.
Además de encontrar un bello jardín con pequeños arbustos cortados armoniosamente dando unas curiosas formas flanqueadas por un pequeño riachuelo que se podía cruzar gracias a un pequeño puente de piedra que te llevaba al otro lado del riachuelo donde podías disfrutar de nuevas especies vegetales igualmente bonitas y sorprendentes.
Este pequeño jardín está dentro de un museo de antiguedades y otros artículos del periodo histórico del que datan los templos de alrededor. También merece la pena echarle un vistazo.
Desde aquí andando, protegiéndonos de la lluvia como podíamos, llegamos al Puente Shinkyo. Es un puente de madera pintado en rojo que solo podía ser cruzado antiguamente por los enviados del emperador y por los shogunes, nadie mas. Actualmente si lo puede cruzar cualquiera pero previo pago de lo que serían unos tres euros y medio.
De vuelta a casa, tras una hora tren, cenamos en un restaurante muy mono de nuevo por la estación de Ueno.
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