sábado, 2 de junio de 2012

PRIMER DÍA EN TOKIO, ¡¡MI CUMPLEAÑOS!!

Después de diecisiete horas de avión, siete hasta Moscú y diez desde Moscú a Tokio, llegamos a la gran urbe. ¡¡Welcome to Japan!! No solo acabábamos de llegar a Tokio si no que además el día de mi cumpleaños acababa de empezar, ¡vaya celebración!

Llegamos a la Terminal 1 del aeropuerto de Narita desde el cual hay varias opciones para llegar al centro de la ciudad. Nosotros nos decidimos por la compañía skyliner que además de ser la opción mas barata (unos 25€), hacer el mismo trayecto en taxi cuesta unos 300€..., nos dejaba en la estación de tren de Ueno, justo donde estaba situado nuestro hotel.

El tren era cómodo, muy amplio y super limpio. Llegamos a la estación de Ueno de forma puntual a los 50 minutos de haber salido del aeropuerto. Durante todo el camino pudimos ver campos de arroz a ambos lados de la vía, una bonita postal para abrir boca. Desde la estación de tren teníamos diez minutos andando al Hotel Oak.

 
Estábamos mas que perdidas, y eso que llevábamos un mapa con las directrices para llegar al hotel. Lo malo era que todas las calles pequeñas estaban escritas con caracteres japoneses por lo que no nos enterábamos de nada...Preguntamos a un par de personas pero no hablaban inglés. Después de caminar en dirección opuesta al hotel, un chico se acerco a nosotras preguntándonos si nos podía ayudar. Cuando estaba empezando a guiarnos hacia el hotel, apareció una segunda chica que se paró para indicarnos un camino aun mas corto...La amabilidad japonesa solo acababa de empezar, así es como nos trataron durante todo el viaje.

Llegamos al hotel, hicimos el check-in y subimos a nuestra habitación. Las habitaciones en Japón son mas pequeñas de lo que son en Europa o en Estado Unidos, además de eso, la cama doble también es mas pequeña de lo normal y el baño también. En cualquier caso, suficiente para lo que teníamos pensado pasar en el hotel. En la habitación nos esperaba un kimono a modo de albornoz, unas zapatillas al estilo japonés y un par de pajaritas de papel encima de la cama dándonos la bienvenida.

Estábamos casi en trance. Llevábamos unas veinticuatro horas desde que salimos de nuestras casas en Madrid y a penas habíamos podido dormir en los aviones. Nuestros cuerpos estaban agotados pero ¡¡estábamos en Japón!! No había tiempo que perder...Hasta que nos tumbamos en la cama para reposar un segundo y nos quedamos dormidas dos horas.

Después de la pequeña siesta reconfortante que nos dio energía para el resto del día, nos dirigimos a nuestro primer punto de la ciudad: El Templo de Sensoji.

Hasta llegar al templo, a unos veinte minutos andando desde nuestro hotel,  pudimos ver bonitas casas bajas de madera, feísimos edificios con formas uniformes de colores grises y de repente un pequeño templo antiguo rodeado por un jardín con diferentes tipos de plantas y árboles y, como no, un estanque lleno de peces enormes blancos y naranjas. ¡Vaya contraste!


Cuando ya estábamos llegando al templo, en las calles colindantes, empezamos a ver un grupo enorme de niños de unos siete años portando pequeños pasos en procesión.  Nos quedamos mirando y haciendo fotos y la gente nos saludaba y sonreía. Tanto los niños como los adultos iban vestidos con una especie de kimonos.



Uno de los adultos empezó a repartir una especie de palitos de colores a los niños que empezaban a comérselos. De repente se acercó a nosotras y nos dio uno a cada una con una gran sonrisa mientras nos decía algo en japonés que por supuesto no entendimos pero respondimos con un "arigató" y haciendo una inclinación de cabeza, tal y como nos hacían ellos.

Al llegar a la calle Nakamise dori que da directamente al templo no pudimos ni seguir caminando. De frente nos encontramos a miles de personas, esta vez todos adultos, caminando de procesión y con los altares que portaban los niños a los hombros y gritando unas palabras a la vez que les daban como fuerza para seguir avanzando entre la muchedumbre. Así vimos seis o siete grupos, rodeados de gente que a penas les dejaban avanzar y con grupos de de hombres o mujeres subidos en plataformas tocando una especie de tambores.



 
Resultó ser un festival llamado Sanja Matsuri que es una celebración religiosa de las mas importantes de Tokio. Me pareció algo parecido a nuestra Semana Santa. Las procesiones iban al templo así que no podríamos llegar hasta el ese día.

Tras mas de dos horas observando, caminando e finalmente intentando salir contra corriente un poco agobiadas por la cantidad de gente que había, regresamos por donde habíamos venido para ir al siguiente destino el barrio tecnológico, Akihabara.

Akihabara es una zona completamente iluminada con carteles de neón por la noche donde se concentran la mayoría de las tiendas de tecnología de la ciudad donde se pueden encontrar productos como cámaras de fotos, tarjetas de memoria, ordenadores, consolas, juegos y demás a un precio bastante mas barato que en España.



También se encuentran un montón de tiendas de muñecos y muñecas manga que te cuestan un pico y que al parecer son muy reclamadas por nativos y extranjeros aficionados a esto.



Además de eso, la cosa mas curiosa de esta zona, sobre todo para la gente que no se vuelva loca con la tecnología como es mi caso, son las Maid Cafes que no son otra cosa que jovencitas, muy jovencitas, vestidas como doncellas pero a lo sexy que invita a los clientes masculinos a pasar a unos cafés donde ellas se encargan de servirles el café además de hacer espectáculos donde cantan y bailan. Por las calles se pueden encontrar decenas de estas dando flyers a la gente que pasa por esas calles.

No se dejan hacer fotos pero alguna que otra furtiva se pudo sacar. Desde aquí, tras haber paseado por la zona, nos fuimos en metro a Roponggi que es una zona de compras y sobre todo de de bares y restaurantes donde tomar algo a la que van tanto japoneses como los expatriados que viven en la ciudad.

Vaya aventura lo de coger el metro en Tokio. A parte de la cantidad de lineas que hay, los tickets se tiene que comprar en unas máquinas que tienen la opción de poner la información en inglés, hasta aquí perfecto. Tienes que pagar una tarifa u otra según el número de estaciones que vayas a hacer. El problema viene cuando al mirar el plano del metro enorme puesto encima de las máquinas ves que las estaciones están en japonés y que además no hay unas tarifas claras como por ejemplo 50 céntimos por cada estación pasada. Preguntamos a un par de personas pero no hablaba inglés. Tras un rato mirando la pantalla de la máquina, un japonés se acercó para ayudarnos.



 
Con el ticket en la mano nos fuimos a cenar para Roponggi. La mayoría de los restaurantes que fuimos viendo tenían el menú en la calle pero en japonés...Así que ya nos veíamos sin cenar por no entender. Encontramos un restaurante cuya especialidad era el sushi. No tenía el menú en inglés pero si con fotos así que al menos podíamos señalar que queríamos cenar.

Era mi cumpleaños y que forma mejor para celebrarlo con una deliciosa cena a base de sushi. Nos entendimos con el camarero mas o menos y nos sirvieron un rico sushi de pescados y mariscos que nunca antes habíamos probado como de erizo de mar, de huevas de salmón miniatura, un pescado blanco medio transparente...De repente otro camarero japonés se nos acerca y con acento colombiano nos dice "¿todo bien chicas? ¿Necesitáis algo mas?" Y nosotras nos quedamos como si hubiéramos visto un fantasma. Resultó que la mujer de este era colombiana y solo hablaba con él en castellano así que él había aprendido español con el acento de su mujer.


 
Paseamos por Roppongi, una zona con tiendas curiosas con cositas muy originales, bares y restaurantes por todas partes y una que nos llamó especialmente la atención. Una tienda de unas seis plantas en un edificio enorme en la avenida principal llamada Don Quijote. Una especie de todo a cien, pero con precios mas altos, donde se puede encontrar comida, cosas del hogar, herramientas, jabones...De todo un poco.

La idea era tomar una copa pero nuestros ojos empezaban a cerrarse y nuestras piernas empezaban a fallar así que no forzamos mas la máquina, nos fuimos a casa. En la máquina de los billetes de metro, otra vez tuvimos que preguntar, conocimos a un grupos de chicos que venían de una boda que no solo nos ayudaron a sacar los billetes sino que además nos acompañaron a nuestra parada de metro y no contentos con eso, hasta la misma calle del hotel mientras hablábamos.

Un día muy completo y diferente para un cumpleaños. Aun con la cabeza acostumbrándose a lo que los ojos veían, nos fuimos a dormir ansiosas por lo que nos esperaba. Primera impresión: Japón es otro mundo...


6 comentarios:

  1. Jaja, ahí te doy la razón: Japón es otro mundo! Seguro que lo vais a pasar genial. Y feliz cumpleaños! Un saludo!

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  2. Llego muuuuy tarde pero,feliz cumpleaños!!Y vaya comienzo de cumple, en Japón!!pasalo genial!!! besos!

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  3. Muchas gracias Belli!!un abrazo grande :)

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  4. Marta te acabo de descubrir y me encanta tu blog.
    Envidia sana tengo de tus amistades por tener una persona tan aventurera a su lado, ojalá pudiesemos tener todos esa suerte....
    Sigue recorriendo el mundo y contándonoslo todo asi de bien.
    Un abrazo muy fuerte.
    Vanessa

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  5. Hola Vanessa! Gracias por estar al otro lado :) La suerte es mi por tener tan buena gente a mi lado :) Seguiré contando mis aventuras, un abrazo grande!

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