El domingo me fui a cenar a casa de una amiga japonesa. Cuando llegué estaba terminando de preparar la cena. Hato, que significa corazón en japonés, es una chica de veintinueve años que se enamoró de un americano que estaba estudiando japonés en Tokio y decidió dejar su país y venir a vivir a Nueva York. Se casó y consiguió trabajo en un banco Japonés.
Me dijo que no tenía muchas cosas en la nevera y por eso había preparado un par de cosas sin importancia. Fuimos llevando los platos a la mesa. Sopa con dumplings de gambas, pollo con salsa de soja y espárragos trigueros y una especie de tortilla con beicon pero sin huevos. De postre unas fresas silvestres. Para beber agua y unos zumos naturales de frutas y verduras. Este es el carácter acogedor de los japoneses. Quizás he tenido mucha suerte pero todos los japoneses que he conocido han sido muy atentos y agradables conmigo, siempre dispuestos a servir y pendientes de tus necesidades.
La encontré muy triste. Hato es una persona bastante abierta y siempre está riéndose pero esa noche estaba muy sería. No la había visto desde que pasó la catástrofe de Japón porque después de esto ella había estado muy ocupada y no habíamos podido quedar.
Le pregunte si estaba preocupada por lo de Japón y empezó a contarme como se sentía.
Me contó que desde que ocurrió el terremoto, el tsunami y todo lo de la planta nuclear no ha vuelto a ser la misma. Que siempre que puede ve las noticias japonesas pero que no se fía porque el gobierno está mintiendo así que busca más información internacional sobre la situación en su país.
Me dijo que ahora entendía como se sintió la gente en Haití cuando les ocurrió aquella catástrofe. Que se había dado cuenta de que cuando no es tu país te preocupas pero en un par de semanas acabas olvidándolo pero que cuando pasa en tus país te das cuenta de que cuando pasan este tipo de cosas siempre puedes ayudar mucho mas y debes hacerlo porque hoy les pasa a ellos pero mañana te puede pasar a ti.
Le pregunté como estaban llevándolo su familia y sus amigos y me contó que sus padres estaban muy preocupados porque tienen un pequeño hotel en una zona de esquí y que todo el mundo había cancelado las reservas para las próximas semanas. Además hay bastantes problemas de abastecimiento de comida, bebida y de gasolina. Pero lo peor es el pánico a lo que pueda ocurrir en la planta nuclear de Fukushima y a los efectos de la radiación.
Ya había problemas en esa planta nuclear antes del terremoto. De hecho, según Hato, algunos de los trabajadores que pasaban mas tiempo allí habían firmado un papel afirmando que sabían que iban a quedarse estériles por estar expuestos a altas dosis de radiación pero que ellos aceptaban, por sus necesidades. Además me dijo que después de lo sucedido la gente en Japón se había empezado a dar cuenta de que las centrales nucleares son mucho más peligrosas de lo que el gobierno les decía y es que en Japón hay 55 centrales nucleares. No dejaba de insistir en que habría que buscar alternativas a las plantas centrales nucleares porque podían acabar con un país, dijo que Japón era una bomba que en cualquier momento podía explotar.
Me dijo que los japoneses están educados para no mostrar su dolor y por eso puede parecer que a ellos no les afecta tanto pero que llevan el dolor dentro y que están sufriendo mucho y están muy preocupados pero que su cultura les hace pensar “Aunque estoy muy triste, hay otras personas que están sufriendo muchísimo mas así que no puedo quejarme”
En todo el mundo se han llevado a cabo iniciativas para ayudar a los japoneses y en Nueva York no ha sido menos. Se han llevado a cabo muchas medidas como carreras, conciertos, ceremonias en varias religiones, urnas para donaciones en bancos, tiendas, cafés, páginas web internacionales como cruz roja etc etc.
El día que ocurrió el terremoto al llegar a mi academia de inglés decenas de banderas de Japón hechas con papel estaban colgadas por las paredes. En vez de el círculo rojo sobre el fondo blanco que la caracteriza, corazones rojos sobre fondo blanco. Todo el mundo preguntaba a nuestros compañeros japoneses por sus familias y amigos. Ese mismo día vi a un grupo de jóvenes en el metro que de forma improvisada se habían reunido para cantar y tocar sus instrumentos pare recaudar dinero para ayudar a las víctimas del terremoto. Además decenas de personas en la calle piden donaciones para ayudar a las víctimas.
Hato me contó que le había sorprendido mucho como la gente se había involucrado tanto y como trataba de ayudar de cualquier manera y organizaba eventos para poder conseguir fondos. Está muy agradecida por eso.
No sabía si se había planteado volver a Japón para ayudar. Me dijo que lo había estado pensando pero que no podía hacer mucho porque la ayuda ahora tenía que ser técnica, con maquinaria y que ella no iba a poder ayudar. Que sus amigos japoneses viviendo en Nueva York pensaban lo mismo. Así que habían decidido hacer todo lo posible para ayudar desde Nueva York organizando actos benéficos para conseguir fondos que seguramente ayudará más a su país. A su vez, ella había ofrecido a sus padres venir a Nueva York al menos por una temporada pero la respuesta de su padre la dejó helada “No podemos irnos, ahora es cuando tenemos que quedarnos para ayudar. Están llegando refugiados al pueblo y no hay donde alojarlos así que se están quedando en las casas de los vecinos. Tenemos que ayudar aunque sea compartiendo lo poco que tenemos con la gente que perdió todo, es nuestro país, nuestra gente. Tu no lo entiendes Hato porque ya te sientes americana”
Al preguntarle que le diría a todas esas personas que están ayudando a su gente me contestó que le daría las gracias por su esfuerzo, ánimos y compasión pero les pediría que pasados un par de semanas no se olvidaran de Japón porque gran parte del problema seguirá.
Hablar con personas que han vivido las catástrofes en primera persona o que tienen seres queridos que lo han hecho te hace darte mas cuenta de lo ocurrido, tomártelo como algo más personal. Como dijo Hato, siempre podemos hacer algo más y además debemos. ¿Cómo nos sentiríamos si hubiera ocurrido eso en nuestro país y a nuestra gente? Tenemos que ayudarnos unos a otros, es todo lo que tenemos para luchar contra los desastres naturales. Eso y tener mas conciencia medio ambiental nos hará saber llevar mejor estos acontecimientos, que por desgracia, cada vez ocurren más o de forma más devastadora.
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