miércoles, 13 de junio de 2012

SEGUNDO DÍA EN KIOTO, DÍA ESPIRITUAL Y NOCHE DE RELAX

La mejor forma de moverse en Kioto es en autobús pero a nosotras nos gusta bastante caminar y es la mejor forma de conocer un lugar pero con ciertos límites claro. Hoy el plan era visitar un par de templos que están a las a fueras de Kioto, no muy lejos pero si lo suficiente como para no poder ir andando así que nos cogimos el tren, aprovechando que ya teníamos activado el JR Pass, hasta la estación mas cercana a los templos pero aun así aun nos quedarían unos cuarenta minutos andando.

No conocíamos la zona, lo único que sabíamos es que teníamos que cruzar un parque y andar durante un rato. Cuando llegamos al parque vimos que había una garita como para comprar entradas, nos sorprendió porque era un parque. El guarda nos explicó que dentro del parque había varios templos y que en algunos de ellos había que pagar para entrar. Nosotras, en un principio, solo queríamos cruzar el parque pero cual fue nuestra sorpresa cuando al empezar a caminar por el parque empezamos a encontrar varios pequeños templos dedicados a cosas diferentes, con su perfectos jardines y hasta un colegio infantil entre dos templos.

Uno de los templos tenía unas esculturas de budas pequeñitos en diferentes posturas.




También encontramos un pequeño templo abierto, con paneles de papel a modo de paredes y con el suelo completamente de madera, diáfano, sin muebles ni nada que molestase y un montón de calzado en unas cajoneras en la salida. Curiosa por ver algo mas allá, entré, quizás un poco imprudente pero sin querer faltar al respeto, cuando un monje salió de una de las habitaciones con una sonrisa en la boca y me dijo en inglés que ese era un lugar de meditación y que no podía enseñarnos las otras zonas porque en ese momento había personas meditando pero nos dio unos folletos del templo para poder visitarles otro día.




Paseando por el parque y parando a cada paso para ver todo lo que este ofrece, llegamos al Templo Myoshinji, un templo completamente de madera con un bonito puente y con las características típicas de los templos japoneses aunque sin jardín.

Lo que se suponía solo una zona de paso se convirtió en casi dos horas de paseo a través del tiempo. A penas había gente allí, tan solo un colegio que había ido de excursión pero sin duda recomendaría este parque y los templos que en él hay.




Una vez atravesado el parque sorpresa seguimos rumbo al Templo Ryoanji con una caló que no era medio normal....Como pega Lorenzo en Japón....Normal que se llame el Imperio del sol naciente, naciente y ardiente.

El Templo Ryoanji es famoso por su jardín de rocas de tipo Karesansui. Este jardín se considera una obra maestra del arte zen. La base está hecha con granito blanco sobre el que reposan 15 piedras. A priori estas 15 piedras sobre la manta blanca te dan paz y relax pero ¿por qué? Esto es lo que ha estado estudiando la Universidad de Kyoto. Su conclusión fue sorprendente y es que existe un punto exacto en la zona baja del jardín donde convergen las líneas de simetría que forman las ramas y el tronco del árbol. ¿Qué árbol? El que desde este punto exacto se puede ver, con tiempo y un poco de abstracción, de forma perfecta. 




Tengo que reconocer, a mi pesar, que no lo vi :( probablemente porque el Templo estaba lleno de niños que abarrotaban el jardín por lo que allí lo de la tranquilidad...nada de nada... Tampoco encontré el punto ese exacto donde se ve...Una pena, pero supongo que es lo que tienen los sitios a los que los turistas van masivamente, turistas japoneses eso si. 

Otra de las cosas que me gustaron de este templo fueron las salas típicas japonesas con el tatami en el suelo y las puertas correderas que dividen las habitaciones haciéndolas mas grandes o mas pequeñas según se necesite. Es algo curioso porque aunque no tiene ni un solo mueble, tiene un aspecto bastante cómodo, yo comería, dormiría o bailaría en una de esas salas, ¿tú no?




Desde aquí, andando otro ratito cuesta arriba...Nos dirigimos al Templo Kinkakuji, o Pabellón dorado. Este Templo está situado en un lago precioso lleno de nenúfares en flor y rodeado de preciosos jardines verdes.




Pero lo mas característico de este templo no es eso, lo mas característico es que es un templo cuyas dos plantas superiores están cubiertas de hojas de oro puras que en su interior guarda reliquias de Buda.

Obviamente, el acceso al Templo es limitado, lo mas cerca que puedes estar del templo es a unos cien metros, espacio suficiente para que la gente no se tire a rascar un poco de oro :) 




Exactamente igual que el templo anterior, encontramos este lleno de niños que iban de excursión a visitar el templo. Centenas de niños en uniforme correteando y pidiendo autógrafos y fotos con ellos. Me sentí un poco Paris Hilton en ese momento...

De nuevo, caminando durante otra casi hora, llegamos al Castillo Nijo con su impresionante puerta principal de madera y recubierta con pan de oro que da la bienvenida a lugareños y a extraños. Este castillo es del siglo XVII pero su conservación es bastante buena. 



Dentro se suponía que no se podían hacer fotos, y yo lo respeté pero "sin querer" se me escapó la cámara que captó unos preciosos paneles pintados a mano con motivos florales y animales en tonos dorados  donde no podía faltar la famosa garza japonesa.




Además de sus bonitos jardines y sus diversas estancias, en el Castillo se exponen maniquíes que simulan reuniones de estado, muestran la indumentaria de la época y en general escenas de la época feudal japonesa.

Pero lo que mas me llamó la atención del Castillo fue el llamado suelo de ruiseñor. Se trata de un suelo al que se le ha añadido por debajo una estructura de clavos que al pasar simulan el ruido del canto de un ruiseñor. Es una forma muy sutil e incluso elegante de avisar cuando hay visita, esperada o inesperada...

En el mapa parecía que estaba cerca pero....no....Con un agotamiento total, casi arrastrándonos pero haciendo el último esfuerzo del día, fuimos caminando al Palacio Imperial.

Solo se puede acceder a el pidiendo un permiso especial, que habiendo preparado el viaje con poco mas de una semana, por supuesto no teníamos. Así que nos limitamos a cruzar parte del Jardín Imperial hasta llegar al Palacio Imperial y ver la estructura externa.

Supongo que fue por el agotamiento pero tampoco nos pareció gran cosa, quizás guarda preciosos lugare´s. Si es así, lo descubriremos la próxima vez que vayamos a Kioto.

A lo zombi y sin saber como, llegamos al hotel, a unos cuarenta minutos andando desde el Palacio Imperial. ¿Cúantos kilómetros haríamos ese día? Creo que ese día ganamos a Forrest Gump.

Pero como todo lo que cuesta tiene una buena recompensa, llegamos al hotel y nos subimos al spa gratuito que tenía el hotel para los huespedes. Kimono, toalla y para arriba. En la azotea del hotel, al aire libre, con las oficinas de los edificios de al lado a tiro de piedra, nos sumergimos como patatas fritas en aceite. Frío, caliente, burbujas, mas frío, pelo de pollo, piel de gallina, un frío que te las pelabas o de repente una sauna que te dejaba KO. 

La norma de "Se prohibe llevar cualquier prenda" y el hecho de que estuviera lleno de japonesas a las que no conocíamos no nos  asustó. Lo necesitábamos, estábamos en semi trance, así que nos miramos un pelín vergonzosas y subimos los hombros como rendiéndonos...Kimono fuera y a relajarse....En pelete como tatín.




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jueves, 7 de junio de 2012

PRIMER DÍA EN KIOTO, FUSHIMI INARI Y BARRIO DE GION

Madrugón para coger el tren de alta velocidad entre Tokio y Kioto, un shinkansen. "¿Alguien ha metido cosas en mi maleta?" es lo que pensé cuando me puse a andar de camino a la estación de tren. Nada que ver ir sin equipaje, seis minutos desde el hotel, a hacerlo con el atillo, mínimo veinte minutos desde el hotel. Afortunadamente teníamos tiempo para descansar en el tren e incluso dormir un poco.

Amigos japoneses me habían explicado que Kioto es una ciudad mucho mas tradicional, mas pequeña, menos moderna y mas tranquila que Tokio. Que en cuanto llegase iba a notar la diferencia. Lo cierto es que cuando llegamos a la estación de tren nos quedamos impresionadas por lo bonita que es la estación y por la cantidad de restaurantes, tiendas, kioskos y demás servicios que se ofrecen en ella y el propio tamaño de la estación.

De nuevo habíamos decidido coger un hotel cerca de la estación de tren ya que sería mas cómodo al llegar con las maletas pero además por que, en el caso de Kioto mas que en ninguna otra ciudad, se trataba de un punto estratégico para conocer la ciudad y sus al rededores ya que si había que coger un tren estaríamos cerca pero además es que, aunque hay metro en Kioto, la forma mas cómoda y eficaz de visitar la ciudad es andando o/y en autobús y coincide que la estación de autobús está situada a la salida de la estación de tren.

Nuestro hotel era el APA Hotel, bastante aconsejable por la situación, el precio y por que además en la azotea hay un spa completamente gratis para los clientes.

Hicimos el registro, dejamos el equipaje y en seguida nos pusimos a patear. Una amiga japonesa que había vivido en Kioto me había recomendando tres lugares de la ciudad especialmente, El Pabellón dorado, el Templo Ryoanji y el Fushimi Inari.

Para este día decidimos empezar por el Fushimi Inari. Cogiendo un tren durante menos de media hora llegamos a Fushimi Inari que es un santuario dedicado al dios del arroz (Inari).

Lo primero que encuentras es la puerta de Sakuramon. Un poco después encuentras el Templo Go Honden, todo en un color rojo intenso. Es aquí donde se puede ver al zorro con la llave del granero en la boca. El zorro era el protector  de los graneros de arroz por eso toma bastante importancia en este templo.

 



Pero lo mas curioso de este Santuario estaba por llegar. Los Toris son unas puertas, normalmente de color rojo, que dan paso a templos y santuarios. Miles de Toris delimitan los senderos que llevan hasta el santuario colina arriba. Este Santuario está relacionado con la riqueza, por eso muchos japoneses antes de comenzar una nueva empresa o negocio venían a pedir al dios del arroz que les ayudase y donaban estos toris como ofrenda.





Es muy curioso pasear por cualquiera de estos senderos bordeados por los toris, son como laberintos de kilómetros y kilómetros serpenteantes por una montaña por los que te mueves sin saber muy bien donde y cuando acabarás.

Lo curioso fue que al volver por donde habíamos venido, nos dimos cuenta que por esa cara, los toris presentaban unas inscripciones, supongo que algo relacionado con las personas que los habían donado o algún tipo de petición u oración, que hacían aun mas bonitos los pasillos de toris.


 

En el camino de vuelta a la estación pasamos por unas bonitas calles con pequeñas tiendas de ropa, utensilios de cocina, algunos puestos de comida...Una escena idílica de casas con ventanales de madera al estilo tradicional con mucho encanto Y en medio de la calle, un enorme Tori, no podía ser mas apropiado.

                                  


En pocos minutos en tren volvíamos a estar en la estación de tren de Kioto. Desde aquí directamente cogimos toda la calle Karasuma Dori arriba hasta llegar al cruce con Shijo Dori.

De camino pudimos hacernos una idea de la ciudad. Lo cierto es que es mucho mas moderna de lo que nosotros pensábamos. Nuestra idea era que Tokio sería un Madrid y Kioto un Toledo pero no, Kioto es una ciudad moderna aunque con edificios menos altos. Lo que me pareció curioso tanto de Tokio como de Kioto es que, quitando los barrios mas modernos, los edificios no son especialmente bonitos. Son muy funcionales, cuadrados, grises, poco estéticos. Pero en ambas ciudades puedes encontrar estrechas calles con preciosas casitas bajas con acabados en madera y bonitos jardines, aunque sean pequeños. Es otro de los grandes contrastes de Japón.




Shijo Dori es una avenida comercial bastante larga con las mejores tiendas de moda a ambos lados de la calle. Para proteger a los viandandantes de la lluvia, toda la calle está protegida por unos tejadillos que permiten mirar los escaparates sin mojarse.




Esta avenida a su vez es cruzada por pequeñas callejuelas perpendiculares pero también por calles mas anchas que conforman mercados donde encontrar cualquier cosa. Mercados de comida, de ropa, de recuerdos... Fue aquí donde encontramos una bonita tienda de kimonos de seda preciosos.

Shijo Dori es la avenida que desemboca en el barrio de Gion que es uno de los barrios mas bonitos de Kioto. Además de ser uno de los mas antiguos de la ciudad y conservar pequeñas casas de te de madera, algunos restaurantes un tanto privados y caros y alguna casa donde alojarse, este barrio es conocido porque es el barrio de las geishas y de las maikos, las aprendices de geishas.




Es muy difícil encontrarse con una geisha. Intentan salir a las horas que no haya muchos turistas porque no les gusta ser vistas y mucho menos fotografiadas. Son muy reservadas y celosas de su intimidad. Lo mejor es callejear por estas estrechos callejones y ver si hay suerte. Nosotras pudimos ver dos de lejos :)





En este barrio es donde además nació el teatro japonés, el kabuki. De hecho, se puede encontrar un gran teatro muy conocido en una de las esquinas del barrio donde actualmente se siguen representando obras de teatro tradicionales japonesas.

Desde aquí, un autobús directo nos llevó a la estación de tren y de ahí al hotel en cinco minutos. Hogar dulce hogar.


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CUARTO DÍA EN TOKIO, MERCADO TSUKIJI, KAMAKURA Y NIKKO

A las cuatro y media de la mañana nos cogimos un taxi para ir al Mercado Tsukiji ya que en metro no nos hubiera dado tiempo a entrar a uno de los grupos de sesenta personas que se organiza para visitar la subasta de atún que tiene lugar entre las 5:00 y las 6:15 de la mañana.

Este es el mercado de pescado mas grande del mundo. Pero lo mas famoso de este mercado es la subasta de atunes que tiene lugar cada día. Durante ella se puede observar la curiosa forma que tienen los japoneses de vender y de pujar las toneladas de atún que pasan por el mercado cada día.



Es toda una experiencia vivir la subasta, es algo curioso aunque es verdad que el madrugón que te tienes que pegar es telita. Impresiona ver esas grandes naves llenas de atunes, en la mayoría de los casos congelados supongo que para evitar el anisakis.




Desde aquí nos dirigimos en metro hasta la estación de Tokio donde activamos nuestro Japan Rail Pass.

El Japan Rail Pass es un billete parecido al billete de interrail europeo que basicamente te permite coger todos los trenes que quieras dentro del país, exceptuando algunos de alta velocidad, sin coste adicional alguno durante el tiempo que tu hayas contratado tu billete, una, dos, tres semanas...

Nosotros lo compramos por una semana y nos costó casi 300€ pero merece la pena porque ahorras tiempo y dinero. Este billete no puede ser comprado en Japón así que nosotros lo compramos en Madrid y después lo activamos en Tokio.

Como a partir de ese momento teníamos billetes ilimitados en tren, era muy pronto por la mañana y el día anterior no habíamos podido ver todos los templos que queríamos en Kamakura, decidimos cogernos un tren hasta Kamakura para continuar con el recorrido que dejamos inacabado el día anterior.

Una vez llegamos a Kamakura, nos fuimos andando hasta el Daibutsu que es un gran buda de bronce que se encuentra en el Templo Kotokuin. Esta estatua mide mas de 13 metros de alto, esto la convierte en la segunda mas alta de todo Japón.





Es impresionante ver un buda tan grande en un entorno tan tranquilo. Y pensar que este buda estaba dentro de un templo hasta que sufrió un incendio, ¡dentro de un templo! Tan inmenso.

Lo malo de los numerosos templos que hay entre Kitakamakura y Kamakura es que, algunos están cerca pero otros están un poco difíciles de alcanzar por lo que hay que contar con tiempo de sobra para moverse entre uno y otro.

Después de mas o menos hacernos entender y entender a un par de japonesas mayores a las que preguntamos como llegar al Templo Hase, llegamos a las puertas de este.

El Templo Hase es famoso por la estatua de Kannon, la diosa de la misericordia, pero lo que a mi me llamó mas la intención fueron sus jardines, perfectamente cuidado con una gran armonía.

No teníamos mucho tiempo para llegar a la estación de tren, volvíamos a Tokio en cuarenta minutos y desde el templo se tardaban unos cuarenta minutos en llegar así que decidimos coger un autobús que nos llevaba hasta la estación.

Tren de vuelta a Tokio para coger otro con destino a Nikko.

Esta ciudad a poco distancia de Tokio es Patrimonio de la Humanidad. Es muy fácil moverse por los puntos de interés de esta ciudad. Se puede hacer andando o cogiendo un autobús que va parando en los sitios mas importantes.

Como estaba lloviendo a lo salvaje nosotras nos decantamos por coger el autobús que cuesta poco mas de dos euros. La primera y única para que hicimos con el autobús nos dejó a pocos minutos andando del Santuario Toshogu. Al resto de los lugares llegamos andando desde aquí.




El Santuario Toshogu es un conjunto de templos y capillas de madera decoradas con dioses animales. Destaca también una alta pagoda que está suspendida entre unos pilares de madera.




El símbolo de la ciudad de Nikko son los tres monos tallados en madera en uno de los templos dentro de este santuario.
"No oír mal, no ver mal y no hablar mal" esto es lo que simbolizan los tres monos y así lo escenifican, uno tapándose los oídos, otro la boca y otro los ojos.




Pero la estructura mas llamativa es el Yomeimon o puerta crepuscular porque, según cuenta la leyenda, muchas eran las personas que se sentaban al amanecer a contemplar la belleza de esta puerta y cuando anochecía seguían ahí observando.

Andando desde aquí, a pocos minutos a pie por un camino rodeado de densa vegetación que hace muy fresco el recorrido, llegamos hasta el Templo Rinno-ji que es un templo que está siendo restaurado por lo que la fachada exterior está completamente cubierta y solo se puede ver su belleza mediante una enorme fotografía que hay en la fachada.

El interior merece la pena, sobre todo por los tres grandes budas dorados que hay en uno de los altares.


No queríamos despedirnos de la zona sin ver uno de los preciosos jardines japoneses de los que se puede difrutar aquí, por eso entramos en el jardín Shoyo.

Además de encontrar un bello jardín con pequeños arbustos cortados armoniosamente dando unas curiosas formas flanqueadas por un pequeño riachuelo que se podía cruzar gracias a un pequeño puente de piedra que te llevaba al otro lado del riachuelo donde podías disfrutar de nuevas especies vegetales igualmente bonitas y sorprendentes.



Este pequeño jardín está dentro de un museo de antiguedades y otros artículos del periodo histórico del que datan los templos de alrededor. También merece la pena echarle un vistazo.

Desde aquí andando, protegiéndonos de la lluvia como podíamos, llegamos al Puente Shinkyo. Es un puente de madera pintado en rojo que solo podía ser cruzado antiguamente por los enviados del emperador y por los shogunes, nadie mas. Actualmente si lo puede cruzar cualquiera pero previo pago de lo que serían unos tres euros y medio.



De vuelta a casa, tras una hora tren, cenamos en un restaurante muy mono de nuevo por la estación de Ueno.


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martes, 5 de junio de 2012

TERCER DÍA EN TOKIO, EXCURSIÓN A KAMAKURA

Como no habíamos podido entrar al Templo Sensoji el sábado por la gran fiesta que había en los alrededores, volvimos a intentarlo un par de días después por la mañana.

Como peces en el agua, nos dirigimos por las calles de Tokio como si llevásemos años viviendo allí y es que es muy curioso que estando tan lejos de casa, siendo tan diferente todo, teniendo en cuenta que ni si quiera la escritura de las calles en japonés ayuda, no nos sentíamos extrañas, de hecho nos sentíamos como en casa.

Llegamos al templo y nos quedamos ante el observando la inmensidad de este. Es sorprendente como templos tan grandes y tan antiguos puedan integrarse perfectamente en una urbe gigantesca conocida como una de las mas modernas del mundo.

Lo que mas sorprende del templo es la gran linterna de cuatro metros de altura que cuelga de la puerta principal. Aquí es cuando empezamos a ver "esvásticas nazis" por todas partes como decoración en el templo. Y es que aquí, y muchos años antes de que los Nazis escogieran el símbolo como emblema, la cruz gamada era usada como símbolo del sol.
 
                         

A la entrada del templo se encuentra un gran caldero lleno de cenizas de incienso donde la gente quema una barrita de incienso y posteriormente se pasan las manos por la cabeza tras recoger el humo que este caldero desprende para así atraer la buena suerte.
Por supuesto, nosotras lo hicimos, nunca está demás hacer este tipo de cosas para atraer a la suerte, eso sí, no es apto para personas que tengan especial sensibilidad ocular. Acabas con los ojos ahumados, rojos, llorando como si se te hubiera muerto el canario. Pero merece la pena.

 
La entrada al templo es gratuita, pero existen varias cajas de madera donde la gente suele hacer una ofrenda después de reclinarse con las manos juntas en señal de respeto.
Para llegar al templo o al salir del él, inevitablemente te encuentras con una calle comercial, Nakamise Dori, donde encontrarás 87 tiendas con comida y sobre todo recuerdos a buen precio donde hacer tus compras. Los recuerdos mas comunes son los palillos para comer, abanicos, kimonos, camisetas, imanes, llaveros, cerámica y madera, y un largo etc. Lo que me llamo la atención fue que, además de la cantidad de gente que había para ser las ocho y media de la mañana, la mayoría de las tiendas japonesas, aunque sean los típicos puestecillos de comida rápida o de recuerdos son bonitas, están muy cuidadas y están organizadas a la perfeccción. Además de eso, los souvenirs no son nada cutres, son todos bonitos, de buena calidad, muchos de ellos hechos a mano...No son los típicos que pueden encontrar en muchas capitales del mundo impersonales, hechos en serie, un tanto feos pero muy baratos. Aquí no, es verdad que pagas mas pero la calidad, el diseño, todo, es mejor.




Desde aquí volvimos atrás en nuestros pasos sin antes pasar por una tienda regentada por un abuelo de unos noventa años y su hijo, aquí hay muchas personas muy mayores pero con un aspecto increiblemente bueno. Era una tienda tradicional de cerámica japonesa donde se vendían cuencos para el arroz, tazas para el té, cuenquitos para la soja e infinidad de recipientes mas Made in Japan en los colores tradicionales, blanco y azúl.

No pudimos decir no a unos cuencos muy bonitos y tradicionales que solo pudimos comprar porque estaban de oferta ya que el precio del resto de cosas que no estaban en oferta no eran aptas para nuestro presupuesto, por lo menos para el mio.

Felices con nuestros cuencos pero cargadas hasta arriba, pasamos por el hotel para dejar las cosas y dirigirnos hasta la estación de Ueno, desde donde salía nuestro tren a Kitakamakura, nuestra primera excursión desde Tokio.

A menos de una hora de Tokio y por menos de diez euros por trayecto, puedes encontrar un conjunto de Templos en plena naturaleza diseminados entre dos pueblos, Kitakamakura y Kamakura. Nosotras decidimos hacer el recorrido parándonos en Kitakamakura para bajar visitando los templos y regresar a Tokio desde Kamakura que es una estación que tiene mas frecuencia de trenes.

Muy cerca de la estación de tren se encuentra el Templo Engakuji que es un templo rodeado por vegetación, como el resto de la zona, construido para honrar a los soldado japoneses y mongoles caídos en la guerra.  Para llegar a él tienes que pasar por una bonita puerta de madera que te lleva a un inmenso bosque con pequeñas construcciones en madera y bonitos jardines con un pequeño lago.




La paz se respira desde el primer momento. A penas hay turismo, o al menos ese día que fuimos nosotras. Estas sola en la naturaleza con esa belleza ante tus ojos y sientes como armonía. Pero aun había mas paz por llegar.
   
                                                

Desde aquí nos dirigimos al Templo Tokeiji, que se hizo famosos por ser un templo donde las mujeres maltratadas por sus maridos o aquellas que querían divorciarse acudían a refugiarse. Para poder obtener el divorcio tenían que pasar tres años viviendo en el templo. Después de ese tiempo, volvían a ser libres.

Pero que mejor lugar que este para pasar tres años a la espera de tu libertad cuando aquí puedes sentirte libre solo con el mero hecho de mirar a tu alrededor y respirar profundamente.


Bonitos paseos entre las rocas de madera que te van indicando el camino y el bosque de bambú que rodea el templo encontrándote con pequeños cementerios o con figuras religiosas de bronce que hacen que bajes la cabeza y te reclines delante suyo.


Yo podría vivir una temporada aquí, sin duda. Seguramente mucha gente que viniera aquí a vivir una temporada podría encontrarse a si misma y darse cuenta de lo que realmente quiere en la vida. Para mi, un paraiso en la tierra.

 


Las cinco de la tarde y cuando nos dirigíamos al siguiente templo la persona que nos había vendido la entrada al templo nos dice que el resto de los templos ya estaban cerrados. Que la mayoría cierran entre las cuatro y las cinco y media. ¡No habíamos contado con eso! Aun nos quedaban mas de la mitad de los templos por visitar pero no había opción así que nos fuimos paseando hasta la estación de tren de Kamakura a esperar nuestro tren de vuelta a la civilización, Tokio.

De vuelta a casa, de nuevo por la zona de la estación de Ueno, encontramos un restaurante típico también de Japón. El típico restaurante japonés especializado en sushi donde hay una larga barra con platos diferentes de sushi pasando. Cada comensal coge el sushi que quiere y al final te cobran el número de platos que hayas cogido y según el color de estos, algunos mas baratos y otros menos. Delicioso de nuevo...Y esta vez, muy económico.


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lunes, 4 de junio de 2012

SEGUNDO DÍA EN TOKIO, ¡GENTE Y MAS GENTE!

A pesar del agotamiento que llevábamos encima, a eso de las seis de la mañana ya estábamos las dos con los ojos como búhos. Así que un poco mas de una hora nos pusimos manos a la obra.

Siendo tan pronto, nos extraño que las calles que rodean la estación de Ueno estuvieran ya dispuestas con los tenderetes de las tiendas mostrando sus productos, muy curiosos y sobre todo la mayoría desconocidos al menos para mi.
 

Nos dirigíamos a la estación mas transitada del mundo, Shinjuku. Sea la hora que sea, hay multitud de gente de un lado a otro con un orden casi imperceptible pero que permite que toda esa cantidad de gente no se molesten unos a otros y que todo se pueda hacer lo antes posible. Igualito que en Avenida de América o Plaza Castilla a las nueve de la mañana...
En torno a esta zona se encuentran los rascacielos mas altos de Tokio, por eso decidimos subir al mirador del edificio del gobierno desde donde, de forma gratuita, se puede observar la inmensidad de la ciudad que no acaba por ninguno de los puntos cardinales.


Además de unas maravillosas vistas de la ciudad, en este edificio se encuentra una oficina de turismo de la ciudad donde te dan todo tipo de información, mapas e incluso te invitan a probar dulces típicos japoneses.

En una de las calles cercanas al ayuntamiento, encontramos una librería manga y entramos curiosas para ver que encontrábamos. Una de las dependientas, cuando ya llevábamos allí un rato, nos preguntó si necesitábamos algo. Le explicamos que nos gustaría algún libro manga para mujeres y ella nos pregunto, como si nada pasara, si queríamos algo lésbico. Mi amigo respondió rápidamente "¡No, no! Nosotras somos heterosexuales" y la dependienta respondió "Aquí muchas mujeres heterosexuales disfrutan con libros mangas lésbicos, es muy normal". Nos quedamos sorprendidas la verdad, parecen tan recatadas...

La mayoría de los libros eran eróticos, con escenas muy explicitas, pero muy muy muy explicitas...jejeje. Al final encontramos un par de libros para llevarnos como recuerdo ya que el manga es muy importante aquí, parte de la cultura.

Con un par de libros manga y una nueva visión sobre la juventud japonesa, nos fuimos caminando hacia el Parque Yoyogi, donde los domingos, casualmente el día que era, muchos de los tokiotas aprovechan para ir a pasear, a jugar al frisbie, a tocar música, a practicar bailes, y muchas otras actividades. Un Retiro o un Central Park pero mucho mas lleno de gente y con actividades tan diversas que sean cuales sean tus aficiones encontraras algo que hacer allí.
 

Como el resto de Tokio, este parque tiene un alto contraste entre la actividad, el movimiento, la juventud, la música etc etc y la tranquilidad, el sosiego, la paz, la tradición y el recogimiento del Santuario Meiji que es uno de los centros religiosos mas importantes de Tokio.


Casualmente, imagino que por ser domingo especialmente, encontramos varias ceremonias que se estaban llevando a cabo en los al rededores del templo. La mas curiosa para mi fue una boda en la que dos jóvenes vestían tradicionales atuendos que nunca antes había visto.


 
Lo difícil vino cuando quisimos dirigirnos hacia la entrada sur del parque, la mas cercana al puente Jingu-Bashi. Es un parque enorme donde no hay carteles que marquen las salidas. Encima, de camino a la salida, encontramos un festival de música al aire libre lleno de chiringuitos de comida, de camisetas, de bebidas, dulces, helados...Lleno completamente de gente donde se hacía mas que difícil andar. Finalmente pudimos salir de esa zona y localizar el puente Jingu-Bashi que es precisamente donde los Rockabillys se suelen situar los domingos a practicar sus bailes son su ropa negra de cuero y sus tupes.


 
Continuamos andando hasta Harajuku , donde están las tiendas mas prestigiosas del mundo y algunas tiendas con ropa que no sabría definir exactamente...pero cosas que no ves frecuentemente en Europa o Estados Unidos, un estilo completamente diferente. Precisamente por ser la zona mas fashion de la ciudad, es aquí donde mas personajes extravagantes se pueden encontrar.
En Tokio hay gran cantidad de personas que siguen la moda "Cosplay", algo así como la moda de los juegos de disfraces. Un estilo un tanto manga pero con muchas variantes, lleno de colores, encajes e incluso pelucas. Estas personas se concentran sobre todo los domingos en este puente pero nosotros debimos llegar tarde porque cuando llegamos no había nadie, eran sobre las dos de la tarde.

Aunque es una ciudad muy grande, decidimos hacer todo lo posible andando para empaparnos lo máximo de la ciudad por eso no cogimos el metro para llegar a la siguiente parada, fuimos caminando, viendo las tiendas, la gente, como son físicamente, como se mueven, como actúan, todo lo que pudiéramos captar era poco. Andando andando llegamos hasta Shibuya, donde se encuentran cinco pasos de cebra sincronizados. Eso le hace el cruce mas transitado del mundo, el cruce de Hachiko. En cuanto se abren los semáforos, una marea humana invade el cruce.


El mejor lugar para ver el espectáculo, después de vivirlo tu mismo cruzando desde cualquiera de las cuatro esquinas, es desde los ventanales del Starbucks que hay en una de las esquinas.
Desde aquí cogimos el metro hasta nuestra casa y aprovechamos para cenar por la zona de la estación de Ueno donde hay unas calles repletas de restaurantes a buen precio, relativamente teniendo en cuenta que Japón es un país caro comparado con España. De hecho, por casualidad, encontramos mi restaurante japonés favorito en Nueva York que también tiene presencia en Tokio.



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sábado, 2 de junio de 2012

PRIMER DÍA EN TOKIO, ¡¡MI CUMPLEAÑOS!!

Después de diecisiete horas de avión, siete hasta Moscú y diez desde Moscú a Tokio, llegamos a la gran urbe. ¡¡Welcome to Japan!! No solo acabábamos de llegar a Tokio si no que además el día de mi cumpleaños acababa de empezar, ¡vaya celebración!

Llegamos a la Terminal 1 del aeropuerto de Narita desde el cual hay varias opciones para llegar al centro de la ciudad. Nosotros nos decidimos por la compañía skyliner que además de ser la opción mas barata (unos 25€), hacer el mismo trayecto en taxi cuesta unos 300€..., nos dejaba en la estación de tren de Ueno, justo donde estaba situado nuestro hotel.

El tren era cómodo, muy amplio y super limpio. Llegamos a la estación de Ueno de forma puntual a los 50 minutos de haber salido del aeropuerto. Durante todo el camino pudimos ver campos de arroz a ambos lados de la vía, una bonita postal para abrir boca. Desde la estación de tren teníamos diez minutos andando al Hotel Oak.

 
Estábamos mas que perdidas, y eso que llevábamos un mapa con las directrices para llegar al hotel. Lo malo era que todas las calles pequeñas estaban escritas con caracteres japoneses por lo que no nos enterábamos de nada...Preguntamos a un par de personas pero no hablaban inglés. Después de caminar en dirección opuesta al hotel, un chico se acerco a nosotras preguntándonos si nos podía ayudar. Cuando estaba empezando a guiarnos hacia el hotel, apareció una segunda chica que se paró para indicarnos un camino aun mas corto...La amabilidad japonesa solo acababa de empezar, así es como nos trataron durante todo el viaje.

Llegamos al hotel, hicimos el check-in y subimos a nuestra habitación. Las habitaciones en Japón son mas pequeñas de lo que son en Europa o en Estado Unidos, además de eso, la cama doble también es mas pequeña de lo normal y el baño también. En cualquier caso, suficiente para lo que teníamos pensado pasar en el hotel. En la habitación nos esperaba un kimono a modo de albornoz, unas zapatillas al estilo japonés y un par de pajaritas de papel encima de la cama dándonos la bienvenida.

Estábamos casi en trance. Llevábamos unas veinticuatro horas desde que salimos de nuestras casas en Madrid y a penas habíamos podido dormir en los aviones. Nuestros cuerpos estaban agotados pero ¡¡estábamos en Japón!! No había tiempo que perder...Hasta que nos tumbamos en la cama para reposar un segundo y nos quedamos dormidas dos horas.

Después de la pequeña siesta reconfortante que nos dio energía para el resto del día, nos dirigimos a nuestro primer punto de la ciudad: El Templo de Sensoji.

Hasta llegar al templo, a unos veinte minutos andando desde nuestro hotel,  pudimos ver bonitas casas bajas de madera, feísimos edificios con formas uniformes de colores grises y de repente un pequeño templo antiguo rodeado por un jardín con diferentes tipos de plantas y árboles y, como no, un estanque lleno de peces enormes blancos y naranjas. ¡Vaya contraste!


Cuando ya estábamos llegando al templo, en las calles colindantes, empezamos a ver un grupo enorme de niños de unos siete años portando pequeños pasos en procesión.  Nos quedamos mirando y haciendo fotos y la gente nos saludaba y sonreía. Tanto los niños como los adultos iban vestidos con una especie de kimonos.



Uno de los adultos empezó a repartir una especie de palitos de colores a los niños que empezaban a comérselos. De repente se acercó a nosotras y nos dio uno a cada una con una gran sonrisa mientras nos decía algo en japonés que por supuesto no entendimos pero respondimos con un "arigató" y haciendo una inclinación de cabeza, tal y como nos hacían ellos.

Al llegar a la calle Nakamise dori que da directamente al templo no pudimos ni seguir caminando. De frente nos encontramos a miles de personas, esta vez todos adultos, caminando de procesión y con los altares que portaban los niños a los hombros y gritando unas palabras a la vez que les daban como fuerza para seguir avanzando entre la muchedumbre. Así vimos seis o siete grupos, rodeados de gente que a penas les dejaban avanzar y con grupos de de hombres o mujeres subidos en plataformas tocando una especie de tambores.



 
Resultó ser un festival llamado Sanja Matsuri que es una celebración religiosa de las mas importantes de Tokio. Me pareció algo parecido a nuestra Semana Santa. Las procesiones iban al templo así que no podríamos llegar hasta el ese día.

Tras mas de dos horas observando, caminando e finalmente intentando salir contra corriente un poco agobiadas por la cantidad de gente que había, regresamos por donde habíamos venido para ir al siguiente destino el barrio tecnológico, Akihabara.

Akihabara es una zona completamente iluminada con carteles de neón por la noche donde se concentran la mayoría de las tiendas de tecnología de la ciudad donde se pueden encontrar productos como cámaras de fotos, tarjetas de memoria, ordenadores, consolas, juegos y demás a un precio bastante mas barato que en España.



También se encuentran un montón de tiendas de muñecos y muñecas manga que te cuestan un pico y que al parecer son muy reclamadas por nativos y extranjeros aficionados a esto.



Además de eso, la cosa mas curiosa de esta zona, sobre todo para la gente que no se vuelva loca con la tecnología como es mi caso, son las Maid Cafes que no son otra cosa que jovencitas, muy jovencitas, vestidas como doncellas pero a lo sexy que invita a los clientes masculinos a pasar a unos cafés donde ellas se encargan de servirles el café además de hacer espectáculos donde cantan y bailan. Por las calles se pueden encontrar decenas de estas dando flyers a la gente que pasa por esas calles.

No se dejan hacer fotos pero alguna que otra furtiva se pudo sacar. Desde aquí, tras haber paseado por la zona, nos fuimos en metro a Roponggi que es una zona de compras y sobre todo de de bares y restaurantes donde tomar algo a la que van tanto japoneses como los expatriados que viven en la ciudad.

Vaya aventura lo de coger el metro en Tokio. A parte de la cantidad de lineas que hay, los tickets se tiene que comprar en unas máquinas que tienen la opción de poner la información en inglés, hasta aquí perfecto. Tienes que pagar una tarifa u otra según el número de estaciones que vayas a hacer. El problema viene cuando al mirar el plano del metro enorme puesto encima de las máquinas ves que las estaciones están en japonés y que además no hay unas tarifas claras como por ejemplo 50 céntimos por cada estación pasada. Preguntamos a un par de personas pero no hablaba inglés. Tras un rato mirando la pantalla de la máquina, un japonés se acercó para ayudarnos.



 
Con el ticket en la mano nos fuimos a cenar para Roponggi. La mayoría de los restaurantes que fuimos viendo tenían el menú en la calle pero en japonés...Así que ya nos veíamos sin cenar por no entender. Encontramos un restaurante cuya especialidad era el sushi. No tenía el menú en inglés pero si con fotos así que al menos podíamos señalar que queríamos cenar.

Era mi cumpleaños y que forma mejor para celebrarlo con una deliciosa cena a base de sushi. Nos entendimos con el camarero mas o menos y nos sirvieron un rico sushi de pescados y mariscos que nunca antes habíamos probado como de erizo de mar, de huevas de salmón miniatura, un pescado blanco medio transparente...De repente otro camarero japonés se nos acerca y con acento colombiano nos dice "¿todo bien chicas? ¿Necesitáis algo mas?" Y nosotras nos quedamos como si hubiéramos visto un fantasma. Resultó que la mujer de este era colombiana y solo hablaba con él en castellano así que él había aprendido español con el acento de su mujer.


 
Paseamos por Roppongi, una zona con tiendas curiosas con cositas muy originales, bares y restaurantes por todas partes y una que nos llamó especialmente la atención. Una tienda de unas seis plantas en un edificio enorme en la avenida principal llamada Don Quijote. Una especie de todo a cien, pero con precios mas altos, donde se puede encontrar comida, cosas del hogar, herramientas, jabones...De todo un poco.

La idea era tomar una copa pero nuestros ojos empezaban a cerrarse y nuestras piernas empezaban a fallar así que no forzamos mas la máquina, nos fuimos a casa. En la máquina de los billetes de metro, otra vez tuvimos que preguntar, conocimos a un grupos de chicos que venían de una boda que no solo nos ayudaron a sacar los billetes sino que además nos acompañaron a nuestra parada de metro y no contentos con eso, hasta la misma calle del hotel mientras hablábamos.

Un día muy completo y diferente para un cumpleaños. Aun con la cabeza acostumbrándose a lo que los ojos veían, nos fuimos a dormir ansiosas por lo que nos esperaba. Primera impresión: Japón es otro mundo...